Tove Jansson, la artista “radicalmente libre” que creó los Mumin y vivió al margen de las convenciones sociales
El colectivo artístico parisino The Community analiza todas las capas de esta artista finlandesa, más allá de sus Mumin superventas: novelista, pintora, pionera ‘queer’ y coleccionista. Glenn Close estrenará el año que viene una película basada en uno de sus libros
Vivió según sus propias reglas. Bailaba, nadaba desnuda y con una corona de flores en las aguas heladas del Báltico, pintaba, escribía novelas y dibujaba tiras ilustradas. Tove Jansson nació en Helsinki en 1914, vivió 86 años, viajó por el mundo y se hizo un nombre internacional por una simpática familia de troles blancos y con cola, los Mumin, que se convirtieron en todo un fenómeno en la Commonwealth (sus tiras se empezaron a publicar en los años cincuenta en el periódico Evening News, con un éxito inmediato) y tienen parques temáticos en Finlandia y Japón. Esos personajes redondeados y amables que Jansson creó al inicio de la Segunda Guerra Mundial hablaban de ecología, aceptación y convivencia. Pero también del peligro de las armas nucleares y del miedo a lo diferente. Porque la obra de Jansson, aparentemente sencilla y naíf, esconde muchas capas y lecturas.
Eso es lo que ha querido mostrar en París la exposición Houses of Tove Jansson. El lugar elegido para realizarla fue una antigua imprenta. Por fuera, parecía una fábrica más en un callejón aledaño al conocido cementerio Père Lachaise. Nada más entrar, tras unas cortinas, un pequeño óleo de 1940, el autorretrato de Jansson fumando. Toda una declaración de principios juvenil por parte de una creadora rompedora y atrapada por la paradoja de querer ser reconocida dentro del mundo artístico pese a haber creado el fenómeno popular de los Mumin. “Eso fue frustrante para ella, sus colegas pintores le decían ‘Tú sigue con tus dibujos, que te puedes ganar la vida con eso, y déjanos a nosotros ser pintores’. Pero ella vivió su vida, fue radicalmente libre. Se aprecia en uno de sus últimos autorretratos, de los setenta, se pinta vieja, sin miedo a mostrarlo, es impactante”, explica Sophia Jansson, su sobrina y presidenta de la Moomin Characters Ltd., que gestiona el legado de Jansson.
Recuerda la sobrina de Jansson que su tía “formó parte de la primera generación de finlandeses que pudo decidir qué hacer en un Estado totalmente independiente y nuevo, una sociedad que estaba construyendo una identidad propia”. Tove y sus dos hermanos crecieron en una familia bohemia —su padre era un escultor respetado y su madre ilustradora en el popular semanario de sátira política Garm— en esa Finlandia que desde 1917 era independiente del Imperio Ruso. “En ese momento había muchas profesiones que no estaban abiertas todavía a las mujeres, y ella fue revolucionaria, tomó decisiones que no eran comunes”, relata Sophia. Su tía, revela, escribió diarios a lo largo de toda su vida, en los que “se cuestionaba todo el rato lo que hacía, que eran siempre cosas bastante radicales”.
Tove estudió arte en Estocolmo y Helsinki y en 1938 completó su formación en L’École des Beaux-Arts de París. Esa época transformó su vida, asegura Tuukka Laurila, comisario de Houses of Tove Jansson junto a Sini Rinne-Kanto (ambos cofundadores del colectivo artístico parisino The Community). “Ella amaba esta ciudad, aquí se conocieron sus padres y aquí exploró por la vida nocturna de la Rive Gauche, donde se reunían las lesbianas. Fue un lugar importante para su vida, su trabajo, su sexualidad...”, explica Laurila. Uno de los espacios de la exposición parisina estaba dedicado, precisamente, a esa Rive Gauche que Jansson utilizaba como sinónimo de homosexualidad en sus cartas. Allí se veían dibujos en los que salían ella y su pareja, la artista gráfica Tuulikki Pietilä, con la que compartió su vida durante más de 30 años. “Tuvo relaciones con hombres y mujeres y al final se enamoró de una mujer, Tuulikki fue muy importante para ella y su obra, era la pared en la que proyectaba sus ideas”, afirma Sophia Jansson.
James Zambra, director creativo de Moomin Characters Ltd. y sobrino nieto de la artista, las recuerda bien a las dos, juntas en un estudio que parecía “una cueva mágica llena de objetos y de estanterías con libros y casettes”. Para él, los Mumin (cuyas historias edita ahora en España Salamandra Graphic) han sido unos miembros más de la familia: “De niño mi madre me leía las historias en la cama, eran finales de los ochenta y había un boom de los Mumins por la serie de animación japonesa, había muchísimo merchandising y en mi habitación todo era de los Mumin, de la colcha a las almohadas”. Esas historias adelantaban temas, asegura Zambra, que hoy en día siguen vigentes. “Hablan de aceptación, inclusividad, estilos de vida alternativos. El valle de los Mumin es una especie de universo paralelo, no es una utopía perfecta, tiene sus propios problemas, pero en él viven personajes con caracteres y personalidades muy distintos y todos son aceptados tal y como son”, destaca Zambra.
Pero la herencia creativa va mucho más allá de los personajes más famosos de la creadora. Los libros escritos por Jansson, como la obra de tintes biográficos Bildhuggarens dotter (La hija del escultor), de 1968, o El libro del verano (que escribió en 1972 y en España ha sido editado por Minúscula), se han convertido en clásicos en Finlandia; los coleccionistas atesoran las primeras ediciones de El Hobbit, de J. R. R. Tolkien, y Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, que ella ilustró. Y su poco convencional vida sigue llamando la atención: en 2020 se presentó en el Festival de Toronto Tove, una película sobre sus inicios, y Glenn Close protagonizará en 2024 una película basada El libro del verano, que aborda la relación de una abuela y una nieta que viven apartadas del mundo, en una cabaña junto al mar, como la propia Jansson pasó gran parte de sus veranos junto a su madre, Signe Hammarsten-Jansson, a la que llamaban Ham. Ella fue una de sus grandes inspiraciones, quien le demostró que una mujer podía hacer lo que quisiera: trabajaba como ilustradora y era una amante de la vida al aire libre, la llevaba de acampada, montaba a caballo y sabía disparar.
Mantener vivo el legado de Jansson, y fiel a ese espíritu desenfadado y libre que ella tenía, es el gran reto al que se enfrenta la compañía que dirige su familia. Para ello, destaca, son importantes iniciativas divulgativas sobre los distintos aspectos de su obra como la exposición presentada por The Community. “Somos un colectivo artístico creado en 2016 que busca establecer diálogos entre distintas disciplinas artísticas, como el arte, la música, la pintura, la arquitectura, la moda… No queremos que sean compartimentos estancos, buscamos un enfoque multidisciplinar”, explica Laurila. Para fomentar también diálogos generacionales, en la exposición pueden verse obras de creadores contemporáneos como Anne Bourse, Ida Ekblad, Cerith Wyn Evans o Emma Kohlmann, para los que la obra, y la vida, de Tove Jansson han servido de inspiración.
“Para ella los espacios físicos y domésticos fueron importantes, formaban parte de su obra, al igual que los espacios imaginarios que creó, como el valle de los Mumin”, subraya la comisaria Rinne-Kanto. Añade que Jansson y Pietilä vivían en apartamentos independientes conectados por un pasillo en el que hacía exposiciones con sus obras. “Para Jansson tener un espacio propio, como la habitación de Virginia Woolf, era necesario”, afirma. Eran independientes pero inseparables: compartían una cabaña en una isla y recorrían el mundo juntas, hacían mixtapes mezclando canciones que les gustaban y ruidos de las calles en sus viajes. “Coleccionaban casettes, las pilas de cintas llegaban hasta el techo, bailaban mucho, grababan en VHS, coleccionaban de todo, había arte en todas partes”, evoca Zambra. Jansson, asegura, le descubrió “una forma alternativa de vivir”. Ese universo se reflejó en sus famosos Mumin, en sus novelas y en cualquier papel al alcance de su mano. “Hasta en la lista de la compra hacía pequeñas ilustraciones”, recalca Zambra, “su propia vida era una obra de arte”.
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