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La Semana de la Moda de Nueva York: de la subcultura juvenil a las ventas

Mientras todo el sistema de la moda se tambalea, Wang presenta su colección más desaliñada y alucinógena y Victoria Beckham centra su atención en Asia.

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Es San Valentín en la capital del marketing. Y la cuarta jornada de la Semana de la Moda tiene su primera cita en el edificio de la naviera Cunard, en el número 25 de Broadway, en el distrito financiero. «Reuniones con compradores», bromea Victoria Beckham en el backstage. Ese es el plan romántico que tiene preparado para hoy la diseñadora. Sobre la pasarela la inglesa ha articulado una colección muy femenina –casi íntima–, que reformula la clásica silueta reloj de arena. «Es una evolución natural de mi estilo personal», explica.

En el universo Beckham los códigos masculinos y femeninos siempre se han mezclado con naturalidad. «Me gusta añadir elementos de sastrería para dar más fuerza al concepto general que desarrollo cada temporada», continúa. «El diseño tradicional de pata de gallo tiene un pespunte encerado interior que he querido utilizar en esta ocasión como elemento decorativo», descubre. «Está todo hecho a mano; cada pieza requiere de cuatro a cinco días de trabajo», describe. Los abrigos son precisamente la pieza clave de la colección, y la que más aplausos ha recibido a puerta cerrada. «Son prendas muy ligeras, que se adaptan perfectamente al clima de los países en los que vendemos », analiza Victoria, que en apenas unas semanas abrirá su segunda tienda en Hong Kong.

«Asia es el mercado en el que más estamos creciendo», confirma. «Me gusta el sentido de la estética de las mujeres asiáticas, creo que entienden muy bien la moda». ¿Para cuándo una colección de hombre? «Todavía no, pero es una idea que barajamos, sin duda ». De momento, Beckham prefiere revisar, capa a capa, el fondo de armario femenino. Por eso, aunque hay muchos abrigos, «creo que es interesante enseñar lo que se esconde debajo»: bustiers, leggings de punto y otras prendas que llevan el homewear al exterior.

El día antes, Alexander Wang reunió a todos sus fieles en una iglesia. San Bartolomé, en Park Avenue, fue el lugar elegido para presentar su primera colección tras su salida de Balenciaga. Y mientras todo el sistema de la moda se tambalea, y cada día surge una nueva voz que denuncia el ritmo frenético de la industria y la explotación del talento creativo, Wang parece haber encontrado el camino de la redención en la indolencia grunge. Su último desfile es una oda a la insubordinación. Más allá de las referencias evidentes –como un abrigo estampado con hojas de marihuana, o un jersey con una chica en una barra de striptease–, tanto el casting como las prendas rezumaban ganas de fiesta.

El primero que quería divertirse era el propio Wang, que salió a saludar con una camisa en la que se leía «holy smoke» (sagrado humo). En lugar de los diseños estructurados de sus colecciones anteriores, patrones mucho más sencillos, pensados para un público casi adolescente, que era el que ocupaba la primera fila: Kylie Jenner, Twin Shadow, Zoë Kravitz, Solange Knowles… Minifaldas de cuero, chaquetas de tweed perforadas con piercings, gorros de lana con mensaje, botas con punta de acero… «Abajo el Ritz. Arriba la calle». El lema de Saint Laurent volvía a cobrar vida. De hecho, tanto la puesta en escena el maquillaje trasnochado, el pelo desaliñado y la actitud subversiva de las modelos parecían seguir el dictado marcado por Hedi Slimane –un genio multifacético que, en solo cuatro años, ha transformado los valores anacrónicos de la costura francesa–.

Lorenzo Agius.
Foto: El desfile de Wang. Foto: imaxtree.

Pero ¿es necesario rebelarse para vender? Para Altuzarra, la respuesta es no. «Es importante replantearse el formato de la pasarela, pero tan o más importante que reajustar el calendario es diseñar un buen producto », recuerda. «Las mujeres no compran una colección solo por una cuestión de tendencia, también quieren que esta sea cómoda y versátil».

Con el personaje de Tilda Swinton en Solo los amantes sobreviven (2014) como punto de partida, Altuzarra ha construido un guardarropa que estudia conceptos como el eclecticismo y la individualidad. Un imaginario que mezcla tejidos del siglo XVIII con motivos florales de los 60 o trajes regionales turcos. ¿El objetivo? «Generar deseo», insiste. «Todas las piezas tienen que ajustarse a las necesidades reales de las mujeres de hoy». Y conseguirlo pasa por mantener un contacto más directo con el cliente. «Ir a la tienda y hablar en persona con mi compradora», resume.

Lorenzo Agius.
Foto: El desfile de Altuzarra. Foto: imaxtree.

Acercarse a la calle es la estrategia de marketing que más seguidores tiene. Lacoste lleva años estudiando cómo evoluciona el consumidor para ajustarse a su nuevo estilo de vida –ese que algunos han bautizado con el nombre de athleisure y que se ha convertido en uno de los grandes motores de crecimiento del sector–. Para Felipe Baptista Oliveira, director creativo de la firma, no tiene sentido limitarse a revisar el legado de la marca una y otra vez. Ni siquiera explotar el potencial de su logo. «Hoy más que nunca la moda tiene que ser funcional, como la tecnología», defiende.

Bajo una estética retrofuturista, con guiños a Belle de Jour, líneas que remiten a los uniformes de ski de finales de los 60, o bordados pixelados, las prendas anuncian un pragmatismo tan técnico como comercial, tan deportivo como urbano, y tan nostálgico como contemporáneo. Porque el sport-a-porter que bebe de la calle no necesita el nombre de una estrella masiva en su etiqueta, aunque esta semana de la moda ceda por momentos el protagonismo a artistas como Kanye West o Rihanna.

Lorenzo Agius.
Foto: El desfile de Lacoste. Foto: imaxtree.

La antibelleza

El auge de las instamodels –nombre con el se conoce al grupo de modelos que han forjado su carrera gracias a amasar millones de seguidores en las redes sociales– sigue imparable. Gigi Hadid (13,3 m) es una de las que más está dando que hablar esta temporada. Cerró junto a su hermana, Bella Hadid, el primer desfile de Rihanna como directora creativa de FentyxPuma. Y en septiembre presentará su propia línea en colaboración con Tommy Hilfiger (TommyxGigi). Sin embargo, en un sector que busca autenticidad y quiere hablar el lenguaje de la calle, cada vez son más los directores de casting que abogan por una selección de modelos menos perfectas, con bolsas en los ojos, cicatrices en la mejillas, orejas de soplillo… Maniquíes como las que vimos en Alexander Wang, que definen un nuevo canon, más callejero, que, en palabras del diseñador californiano, «rompe deliberadamente con la noción clásica de belleza y buen gusto».

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