Odiar a un hipster, ¿deporte nacional?
Las críticas demoledoras van de la mano de los productos o proyectos con esta etiqueta, muchas veces exagerando sus puntos negativos y obviando los positivos en favor de la polémica fácil.
El término hipster se fue desgastando poco a poco a lo largo del tiempo aunque fue en 2013 cuando llegó a su límite de uso. Las costumbres de los y las integrantes de este subgrupo social se analizaron en artículos, se representaron en películas y anuncios, protagonizaron novelas y sobre todo, fueron despreciados hasta la extenuación. Si hay un sentimiento que hayan levantado los miembros de esta especie de tribu urbana ha sido el de rechazo: tanto es así que cuesta encontrar a una persona que decida referirse a sí misma como hipster.
Esa pasión que desatan entre el público general (que, por supuesto, nunca se considera parte de ese grupo al que critica sin piedad) es más que llamativa. La búsqueda “odio a los hipsters” ofrece 234.000 resultados (en 0,31 segundos) en Google y entre ellos se encuentran entradas de blogs, artículos periodísticos y hasta vídeos de Youtube en los que sus protagonistas explican detalladamente qué es lo que les saca de quicio de esos jóvenes modernos que visten como ancianos y llevan gafas de pasta (al principio de los tiempos sin cristal, hecho que crispaba especialmente a muchos de sus detractores).
Este rechazo a lo relacionado con lo hipster surge, generalmente, prácticamente a la vez que el producto que lo genera. Hace ya dos años las redes sociales se encendieron con comentarios negativos acerca de la campaña que Luis Venegas realizó para la firma Loewe protagonizada por algunos de los jóvenes más modernos del momento como María Rosenfeldt, hija de Ouka Leele y diseñadora de la marca Herida de Gato o Lorena Prain, ilustradora y modelo ocasional, entre otros. El anuncio no estaba hecho precisamente para pasar desapercibido pero la respuesta ofrecida por el público superó con creces las expectactivas iniciales: “Se ha conseguido lo que pretendíamos y más”, explicó en su momento la propia Rosenfeldt.
Hace apenas una semana el periodista Vincent Ferre y el fotógrafo César Segarra lanzaron su nuevo proyecto llamado Hipsters from Spain, una web en la que se retrata en sus casas o estudios a personas creativas nacidas o residentes en España. Entre los primeros protagonistas se encuentran la periodista y escritora Luna Miguel, el presentador televisivo Johann Wald o la pareja formada por la diseñadora Brianda Fitz James Stuart y el fotógrafo Falkwyn de Goyeneche, entre otros. “El objetivo es crear un ‘quién es quién’ en la comunidad de profesionales creativos en España. Nos gustaría que la web actuara como referencia nacional e internacional para saber quién está haciendo proyectos interesantes en nuestro país”, declaran sus creadores.
Johann Wald.
Hipsters from Spain
Como era de esperar ante un proyecto de tales características, los comentarios surgieron en las redes sociales prácticamente al momento de lanzarse la web. Algunos a favor, muchos completamente en contra, aunque Vincent y César se muestran satisfechos: “Estamos muy, muy contentos con la repercusión que HfS ha tenido en su primera semana. Las personas que protagonizan los perfiles que hemos publicado nos han felicitado; nuestros colegas de profesión nos han transmitido una opinión casi siempre positiva -¡y hemos escuchado las críticas!- y nuestras familias y amigos están encantadas, claro”.
Una de las reacciones más virulentas ante el proyecto pudo verse en Facebook, con la página Adopta un hipster español. Creada pocos días después de que la web original saliese a la luz, en ella se ironiza sobre las personas retratadas en Hipsters From Spain. Su creador, Óscar Sáenz, se presenta a sí mismo como “cómico de stand-up” y según comenta, no es la primera página sarcástica que crea. “Puede ser que por deformación profesional esté acostumbrado a ver el lado ridículo de las cosas y esta vez le ha tocado a HfS”, aclara.
La página apenas llega a los cien fans por el momento, aunque la posibilidad de que su repercusión llegue a ser más alta y los comentarios alcancen a sus protagonistas no parece preocuparle a su autor. Según Sáenz: “Supongo que salir en HfS implica cierto nivel intelectual y un cierto grado de seguridad en uno mismo como para reírse de lo que yo pueda decir. Si tienes la suficiente autoestima como para dejarte fotografiar con la misma camisa que tu pareja, o subida encima de una cómoda o con una gorra vieja de Port-Aventura y demás, significa que deberías saber reírte de ti mismo y eso es algo por lo que quitarse el sombrero”.
En ese último punto ambas partes coinciden y es que según César y Vincent, en su web intentan retratar: “El talento de la gente que vive en España –y de los españoles que están fuera–, y queremos celebrar su existencia. Promocionar y comunicar que, a pesar de noticias nefastas y pésimas percepciones, el potencial humano existe y es inagotable”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.