Vivir en la contradicción
Como la persona profundamente indecisa que soy, tengo tendencia, ante cualquier escenario, a pensar que la hierba crece más verde al otro lado de la cerca. Si tengo un trabajo a tiempo completo, creo que sería mucho más libre y más feliz si fuera freelance; si estoy soltera idealizo hasta la extenuación la tranquilidad de la vida en pareja, pero cuando he tenido relaciones serias suspiraba con las aventuras de soltería, y así sucesivamente. Aceptar mis propias contradicciones y que mis deseos y prioridades pueden cambiar de dirección es un trabajo en constante evolución.
En Lo mejor de la vida, Rona Jaffe describe las peripecias de un grupo de chicas en el sector editorial en el Nueva York de los años cincuenta. En este Mad Men en clave femenina, las protagonistas luchan por encontrar su identidad en un mundo dual: tienen que escoger entre casarse o ascender en sus carreras profesionales, seguir sus sentimientos o conformarse con encontrar un marido que les proporcione una vida tranquila. En una de las primeras escenas, un jefe de la editorial le dice a una de las chicas que ha rechazado a otras 15 candidatas muy cualificadas para ese puesto de trabajo, y seguidamente le pregunta: “¿Qué quieres hacer? ¿Casarte? ¿Convertirte en editora?”. A lo que April responde: “No lo sé… Todavía”. En los libros siempre he encontrado el espacio para plantearme todas las posibilidades que me abruman en la vida normal, y releyendo Lo mejor de la vida me vino de nuevo la sensación liberadora de que puedo no saber qué rumbo quiero tomar exactamente. Aunque a veces pueda parecer que tomar decisiones no deje espacio a muchas escalas de grises, la literatura siempre me recuerda que siempre hay matices.
Gran número de las autoras que más admiro vivieron vidas distintas, y encontraron su estilo y su lugar de formas variadas y originales: solteras, divorciadas, casadas en varias ocasiones, viviendo en la gran ciudad, aislándose, siendo mariposas sociales, viajando a lugares inhóspitos o escribiendo desde la tranquilidad del hogar. Son mujeres que emprendieron su propio camino para que años después pudiera ser capaz de imaginar diversos futuros para mí. La periodista Michelle Dean repasa en Agudas: Mujeres que hicieron de la opinión un arte la trayectoria vital de algunas de ellas: Renata Adler, Janet Malcolm, Nora Ephron, Dorothy Parker, Joan Didion, Mary McCarthy o Susan Sontag, un libro que pone el énfasis en que no hay una sola manera de vivir.
Después de la exitosa recepción que tuvo Lo mejor de la vida cuando se publicó, explica Rona Jaffe que recibió cartas de muchas chicas que, inspiradas por la novela, habían decidido dejarlo todo para ir a Nueva York a trabajar en el mundo editorial. La autora se sorprendió mucho, porque creía que su novela era una advertencia, no una invitación. “Pero por supuesto que una vida emocionante, por muy difícil que sea, es mejor que una aburrida, incluso si te cambia para siempre. Lo mejor de la vida es un documento sociológico, pero también es una historia sobre el cambio: cómo cambian tus sueños, cómo cambia tu vida, cómo cada cosa que te pasa cambia otra cosa”. No tengo forma de saber si el día de mañana querré algo completamente distinto a lo que quiero ahora mismo. Pero cuando la indecisión me paraliza pienso en las protagonistas del libro de Jaffe, y en todas las autoras que encontraron su lugar probando y cometiendo errores. Y trato de seguir la indicación del poeta Nicanor Parra: “Aprender a vivir en la contradicción, sin conflicto”.
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