Rihanna inyecta adrenalina a la ‘fashion week’ con un espectáculo de motocross
La artista de Barbados aprieta el acelerador con un show que irónicamente es una metáfora de la velocidad, el riesgo controlado y el modelo de apropiación que están transformado la industria de la moda
¿Podríamos preguntarnos cuál es la función de un director creativo? La idea romántica de que un diseñador sigue cogiendo las tijeras para cortar él mismo los patrones es una ilusión anacrónica que solo cobra sentido de nuevo cuando hablamos de un couturier como Alaïa. Rihanna no es diseñadora. «Pero tiene muy buen ojo», señaló Alexa Chung a S Moda en una entrevista cuando la de Barbados acababa de presentar su primera colección al frente de Fenty x Puma. Nadie lo duda. Su fichaje ha disparado las ventas de Puma. Rihanna es una bestia escénica, teatral y sexual. Lleva más de una década mamando el lenguaje del artificio, aquel que provoca y sorprende sobre el escenario y en videoclips, y arrasa en internet. Quizá solo tenga 29 años, pero en 2016 empató con Michael Jackson como tercera artista con más éxitos de ‘top ten’ en Estados Unidos en toda la historia de la música.
Anoche Rihanna trasladó esa potencia nuclear a la pasarela, con una producción que incluía elementos recurrentes en su imaginario, arriesgado y sexualizado. La localización era la misma que había elegido el miércoles Tom Ford: el Park Avenue Armory, en el Upper East Side. Pero si el tejano había montado una pasarela tradicional, la artista había creado una plataforma circular de gradas para los invitados que rodeaban un desierto de arena con dunas de color rosa. Un escenario que gritaba «hazte un selfie» y que se convirtió en el telón de fondo de cientos de imágenes en las redes. Podría parecer que Maria Antonieta (inspiración de la colección de hace un año) había hecho las maletas para trasladarse a un oasis. Sin embargo, con el rugido atronador de las motos, aquello se convirtió en una exhibición de enduro indoor. El escaparate perfecto para mostrar sus productos en acción y ante cientos de invitados. Tras una serie de cinco saltos extremos, uno de los pilotos dio una vuelta al pabellón con la modelo que abría el desfile.
La colección era una extensión del espectáculo de motocross… y del guardarropa contemporáneo, más urbano y deportivo, que desarrollan firmas como Yeezy, Y/Project o Maria Ke Fisherman y que la propia Rihanna lleva en su día a día. Había monos de carreras, sudaderas, leggings, bañadores inspirados en los años 80, piezas de neopreno, chubasqueros gigantescos, bandas elásticas, parkas con cintas industriales (las mismas que Off White utiliza en sus bolsos), mangas infinitas (descendientes de la familia Vetements), estilismos que beben del mismo chandalismo de boudoir que presentó Alexander Wang hace justo un año (cuando sorprendió con su colaboración con adidas), pantalones amplios con múltiples bolsillos (que dejan la ropa interior a la vista)… Y además de zapatillas (las que lanzó hace un año se agotaron en 35 minutos), esta vez incluye opciones más extremas e igualmente populares: de botines calcetín (el must de Balenciaga) a botas que compiten en tamaño con las que firma Manolo Blahnik para Vetements.
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