Playa o montaña, electrónico o pop: dime a qué festival vas y te diré como vestirte
Si algo ha defendido Zalando desde sus comienzos es que los festivales son el mejor escenario para presumir de estilo y marcar tendencia. Inaugurada la temporada, la plataforma de moda nos acerca las claves para adaptarnos a cada una de nuestras próximas citas veraniegas.
El fan de las primeras filas, el estratega de los horarios, el nostálgico de las pequeñas citas, el VIP… Los festivales de música son un universo en sí mismos, con sus personajes extravagantes, sus reglas no escritas y esos pequeños rituales que nos recuerdan que aunque todo vaya regular, allí podemos ser quién más nos apetezca. Porque la música y la moda tienen ese poder liberador.
Lo sabe muy bien Zalando que desde sus inicios ha luchado por derribar las fronteras entre estilo y cultura. Conscientes de que los festivales son la mejor pasarela para marcar actitud y presumir de ‘pikete’, tras dos años de demasiado silencio, la plataforma de moda nos da las claves para afrontar con éxito la temporada.
Un festival ‘Solar Power’
Los festivales en la playa aúnan los dos elementos que llevan alimentando nuestras fantasías y recuerdos veraniegos: la música y el mar. Porque todo se disfruta de otra forma con la arena sobre la piel –»es un nuevo estado de ánimo», asegura Lorde en Solar Power–, en nuestra maleta no puede faltar una prenda de baño, a partir del cual iremos construyendo nuestro look. No será difícil, teniendo en cuenta que ha sido uno de los destinos escapistas de la pasarela, capaz de convertir las redes de pescar, el famoso tejido ‘fishnet’, en una de las tendencias más llamativas y versátiles de la temporada. Nos gusta la propuesta de Zalando de trasladar las botas vaqueras del Lejano Oeste a pie de playa, logrando un atrevido contraste a prueba de pisotones.
Más allá de la red, el imperturbable crochet y demás tejidos de evocación artesana; vale la pena zambullirse en el armario surfer y rescatar las prendas cómodas y un tanto ingenuas de las Coconut Girls. En palabras de Carrera Kurnik, cultural strategist del portal de tendencias Fashion Snoops, «la estética se inspira en gran medida en la nostalgia por el año 2000, y es una mezcla coqueta de pasteles maximalistas y un toque juvenil». Con nombres y apellidos, una Coconut Girl sería Mischa Barton en la serie The O.C., Kate Bosworth en Blue Crush o Phoebe Tonkin y sus amigas sirenas en H2O. Un vestuario en el que conviven las prendas técnicas para coger la gran ola y ese aspiracional y despreocupado estilo californiano, rebosante de estampados tie-dye y flores tropicales. ¿Dónde estrenarlo? El Low Festival se celebra del 29 al 31 de julio en Benidorm, la ciudad que embotelló el sol e impulsó el bikini cuando todavía no estaba permitido.
El verano del amor
«Cuando llegamos a Woodstock /seríamos medio millón /por todas partes había canciones /y celebración», canta Joni Mitchell acerca del festival por antonomasia, el único capaz de crear una poderosa mitología alrededor de una caótica congregación hippy. «Fue una chispa de belleza», recordaría la artista. Woodstock fue también el Big Bang, tanto a nivel musical como estético –qué hay más inspirador que saber que alguien, sin tener mucha idea de cómo, fue capaz de mover a miles de jóvenes desganados hasta una granja perdida a las afueras de Nueva York para oír a Janis Joplin y Jimi Hendrix–. Aunque no se volverá a repetir –los organizadores abandonaron la intentona en su 50 aniversario–, muchos de los festivales de este verano, como el Paredes de Coura (del 16 al 20 de agosto, Portugal), comparten ese eclecticismo en el cartel.
¿Cómo trasladar el verano del amor a nuestro armario? La filosofía es la misma: encontrar el equilibrio en medio del caos. Zalando nos envuelve en la atmósfera new age a base de estampados lisérgicos de flores, pasley o geometría retro. La clave está en elegir una prenda que atraiga todas las miradas –un pantalón fluido, una falda midi o un largo vestido de crochet…–, y rebajarlo con prendas básicas o de colores lisos. La osadía se deja para los accesorios y esa capacidad única de reforzar la idea, como un bolso luna o unas plataformas para ganar altura sin perder comodidad.
Vestirse para el ‘beat’
Imagina una rave noventera en Rotterdam, a ritmo de percusiones machaconas y beats con revoluciones imposibles de seguir; un club atestado de jóvenes con ropa brillante y pupilas dilatadas, moviéndose de forma tan arrítmica como hipnótica. Los gabbers –un término que en yidis significa «colega»–, están más vivos que nunca. Aquella subcultura urbana y muy fugaz, que maduró a ritmo de la experimentación electrónica –un cóctel a 200 bpm con influencias del hardcore, acid house o el techno de Detroit–, inspira el vitamínico armario de esta temporada. Una píldora de color y energía.
Porque la comodidad manda en el armario gabber y, en consecuencia, las prendas deportivas adquieren una relevancia especial: chándales, leggings, camisetas deportivas, zapatillas para gastar pista y mucho tejido técnico. La premisa es que remitan a los noventa y estén teñidas de colores ácidos: rosas, naranjas, verdes, amarillos… sampleados sin ningún tipo de rigor. El resultado es un look extremo, para estrenar bajo el parpadeo de los neones. ¿Cuándo? Solo decimos que el Dekmantel se celebra del 3 al 7 de agosto en Ámsterdam.
Prepararse para el ‘efecto 2000’
¿Fueron los 2000 la década más denostada e incomprendida de la historia? En las últimas temporadas, la moda y TikTok –la nostalgia debería estar reservada única y exclusivamente a la generación Z–, están reivindicando tanto su valor musical como estético. Toxic, de Britney Spears, 1,2 Step de Ciara y Missy Eliott, Get the party started de P!nk, Don’t Cha de Pussycat Dolls… Si algo tienen en común todos esos himnos es su capacidad de levantar una fiesta y un atrezzo inspirador para sobrevivir a la temporada festivalera. Tanto si estás sobre el escenario, como coreando los estribillos en primera fila.
La tendencia Y2K es un pastiche pop en el que todo tiene cabida, el punto de unión entre lo sexy y lo infantil, entre lo retro y lo tecnológico. De la cabeza a los pies, Zalando nos acerca las prendas de deseo de la temporada que componen todo este ‘universo 2000’: una gorra de beisbol, un mini vestido lencero o, en su defecto, un crop top transparente o ‘cut-out’ –la máxima siempre es enseñar piel–; unos pantalones de tiro bajo, muchas minifaldas y unas zapatillas de suela contundente. Y recuerda: todo lo que necesitas para sobrevivir se lleva en una riñonera. Hazte esta pregunta: ¿Se lo pondría Dua Lipa? Si la respuesta es sí, es que estás lista para salir.
A prueba de lluvias
Si algo hemos aprendido de citas como Glastonbury o Coachella, es que a un festival se va por el cartel y se viste para el entorno. Porque estos eventos tienen también una capacidad única para atraer fenómenos atmosféricos inesperados. Teniendo en cuenta la ley de Murphy, lo mejor es crear un uniforme a capas, para transformarse, como la Rosalía, según las condiciones.
Lo primero es mantener los pies en la tierra y en este sentido, a unas botas de agua les sienta bien cualquier prenda, palabra de Kate Moss y Alexa Chung, que llegaron a combinarlas tanto con shorts desflecados como con vestidos de fantasía. Otra opción es abrazar la tendencia gorpcore y apostar por calzado trekking que se agarre bien al suelo. Lo segundo es una cazadora amplia, a prueba de los elementos, como un cortavientos, una parka o un chubasquero para blindar el outfit. El bucket no se discute: si se conoce como el gorro de pescador es por su capacidad de afrontar con gracia cualquier tempestad. El festival Sinsal, en la illa de San Simón (Redondela, Pontevedra), puede ser un buen lugar para ponerlo a prueba.
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