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Así ha sido el regreso virtual de Chanel a las semana de la alta costura en el nuevo escenario pandémico de la moda

Por primera vez en su historia, una colección de Chanel no está inspirada en la vida de Coco, sino en la de Karl Lagerfeld. Virginie Viard, actual directora creativa de la casa, demuestra que se puede hablar de exceso a través de prendas nada excesivas. Y que la maestría que subyace a la Alta Costura se puede exhibir sin necesidad de diseños artificiosos.

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¿Es Chanel una marca de moda? Puede parece una pregunta absurda, pero no lo es tanto al considerar que Chanel es la única marca de moda que no pasa de moda. Sus códigos (el tweed, la bailarina, el bolso 2.55, el vestido negro…) llevan reformulándose durante un siglo entero, hasta tal punto que resulta más adecuado hablar del ‘uniforme’ Chanel que del mero ‘estilo’ Chanel. La clave está en el cambio en la indumentaria que generó Coco. Tan revolucionario que sobrepasa lo estético para adentrarse en lo social. Por eso su carisma ha sido fuente de inspiración constante, y cada episodio de su biografía el punto de partida para una nueva colección, pasada o presenta, como sucedió en la pasada Alta Costura, la abadía de Aubazine, donde ella pasó su infancia, fue la base sobre la que Virginie Viard, actual directora creativa de la casa, construyó una celebrada colección que rezumaba austeridad y rigor en un entorno, la costura, que suele redundar en el exceso y la ostentación.

Esta vez, sin embargo, la colección de alta costura que Chanel acaba de presentar (otoño-invierno 2021) sienta un precedente inédito: es la primera vez que la inspiración no es su fundadora, Coco, sino Karl Lagerfeld. «Pensaba en Karl yendo a Le Palace acompañado de aquellas mujeres tan sofisticadas y a la vez excentricas», cuenta Viard sobre su colección. Le Palace fue, durante los ochenta, algo así como el homólogo parisino al Studio 54. Con todo lo que el término ‘parisino’ implica, esto es, actores e intelectuales mezclados con aristócratas desmelenados y burguesía de apellido compuesto que buscaba ver y ser vista. Por allí se paseaba Lagerfeld de la mano de sus amigos, Anna Piaggi, Antonio López, Pat Cleveland o Inés de la Fressange y observaba con deleite y siempre desde la distancia las extravagancias de los ricos y famosos, que ahora Viard define como «princesas punk».
Le Palace y toda su idiosincrasia hedonista ha inspirado a innumerables firmas que tienen esa estética rockera de lujo en su ADN. En principio puede resultar impensable que Chanel, tan riguroso, delicado y, sobre todo, consciente de sus códigos, recurra al mítico club como fuente de inspiración. Pero de eso se trata.»Me gusta trabajar así, yendo en la dirección opuesta a la que tomé la última vez. Quería complejidad», explica Virginie Viard. Y, sin embargo, el resultado es tan novedoso como clásico.

Viard, mano derecha de Lagerfeld durante años, conoce mejor que nadie tanto los talleres y el saber hacer de la casa como los juegos de pirotecnia pop que hicieron de Karl un genio. Ella, sin embargo, demuestra en sus diseños un ejercicio de contención magistral, con prendas exquisitas, respetuosas con la historia de la firma y, al mismo tiempo, tan funcionales que resultan innovadoras. El suyo es una especie de glamour riguroso que gusta a todo el mundo, como si el mantra de hacer parecer fácil lo difícil estuviera en su mente todo el tiempo, incluso cuando reinventa la idea de princesa punk y se aventura a combinar el tweed con una tiara.

La situación ha hecho que la presentación se haya hecho a través de un video, una filmación austera, muy lejos de los imponentes e instagrameables escenarios marca de la casa. De esta forma, el envoltorio no ha influido sobre el contenido y se ha centrado, casi también por primera vez en las 30 piezas de esta colección de Alta Costura, con su maestría exquisita, su demostración del saber hacer artesano (de Lesage, Montex, Lemarié, etc) y su atención a los pequeños detalles. Hay referencias a la grandilocuencia de los vestidos del XVIII y el XIX que, tras pasar por su mano, se convierten en actuales. Juegos con el tweed, el elemento por antonomasia de Chanel, trabajados como si fuera tafetán o algodón o vestidos cuajados de pedrería cuyo corte y tratamiento los hace, sin embargo, parecer versátiles. La Alta Costura lleva aún asociado el prejuicio de la ostentación y lo ‘imponible’, pero la Costura del siglo XXI no necesita (o no debería) demostrar la exquisitez del hecho a mano a golpe de artificio.

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