Casarse con un vestido antiguo
Subastas, anticuarios, tiendas especializadas y ferias. Las mejores direcciones e ideas para encontrar un traje de novia irrepetible y, en ocasiones, mucho más barato.
"No iba a comprar una camiseta del Madrid, sino un vestido de novia», razona Begoña Roy. «Y en las tiendas me daba la impresión de que todos los vestidos eran parecidos y, sobre todo, muy aparatosos». Como esta leridana de 42 años, algunas mujeres no se sienten identificadas con el estilo de novia de cadena de producción que se exhibe en los escaparates de las tiendas especializadas. Quieren diseños personales, prendas que encierren una historia, joyas de anticuario, piezas únicas de coleccionista. ¿Por qué comprar un vestido tipo años 20 cuando puedes tener un diseño auténtico de esa época? A Begoña la había conquistado el traje que llevó Carolyn Bessette en su boda con John F. Kennedy Jr. «Era de raso, muy sencillo; parecía un camisón». Se lo comentó a su madre y, enseguida, surgió la idea: «Me enseñó los camisones bordados a mano que mi abuela había comprado para su noche de bodas». Eran dos: uno largo y otro corto. «Con el corto hicimos unos volantes para darle más caída al camisón largo. Las tiras bordadas que sobraban sirvieron para decorar un velo de tul que sujeté con un broche también de mi abuela, con pendientes a juego». Solo necesitó la ayuda de una modista. Mientras un vestido convencional cuesta de media unos 1.200 euros, el suyo salió por unos 500 euros y encerraba parte de su historia familiar. «Mi abuela estaba muy emocionada».
Begoña Roy se hizo el vestido con dos camisones de su abuela.
No en todas las casas hay piezas que se puedan aprovechar para llevarlas como vestido de novia, pero cada vez existen más opciones. Hace unos meses la compañía de subastas Dreweatts vendió en Bristol el prototipo del traje nupcial de la Reina Madre de Inglaterra, que data de 1923. Aunque se estimaba que se adjudicaría por entre 600 y 860 euros, finalmente, el comprador pagó 3.950 euros. Por supuesto, también hay trajes aptos para bolsillos menos prolíficos. Todos los años salen a subasta en torno a 15 piezas únicas. Encontrarlas y seleccionarlas es tarea solo recomendable para quienes esconden alma de Indiana Jones.
La aventurera tendrá que navegar entre trajes de novia desde la época victoriana hasta los años 90, con volúmenes inspirados en los de la era de Jane Eyre. El paso del tiempo y los ajustadísimos corsés de entonces, en cambio, hacen que los trajes más antiguos sean más aptos para posar en un museo que para vestir a una novia del siglo XXI. Las piezas más prácticas son las que datan del siglo XX. De la primera década –la época edwardian, por Eduardo VII de Inglaterra–, se puede encontrar chantillí español o encaje belga, pero también bordado irlandés, que aparece tanto en prendas nupciales como en vestidos de té, algo más sueltos e informales.
De los años 50 proliferan los Dior y los Balenciaga, piezas disputadas por los cazajoyas, lo que puede subir considerablemente el precio. Es por eso que conviene fijarse un presupuesto para el vestido y ser fiel a él. Si la puja sube por encima de las posibilidades, es el momento de dejarlo. Las casas que tienen más material son Kerry Taylor Auctions (en el Reino Unido) y Augusta Auctions (en EE UU). Aunque la experiencia es recomendable, no es necesario estar en la sala durante la subasta para poder pujar. Sus webs especifican las opciones para participar a distancia: por representación del director de la subasta –al que se indica cuánto es lo máximo a lo que se está dispuesto a subir–, por teléfono o por Internet. La página web
www.artfact.com permite ver los catálogos de una buena parte de las principales casas del mundo y pujar en directo.Un vestido de 1910 puede salir por 300 euros.
Si la búsqueda es demasiado estresante, Posh Girl Vintage, www.antiquedress.com, The Frock, Cherished Bride, www.vintagewedding.com y Woodland Farms Vintage venden online su propia selección por décadas. Los precios dependen de la complejidad de los encajes, pero por lo general son más bajos que los de los vestidos nuevos de temporada.
Las que no pueden renunciar a visitar la tienda, probarse la pieza, ponerle unos alfileres y jugar con los complementos para vivir el resultado final más allá de las pocas horas que dura la fiesta, también cuentan con direcciones especializadas. En España, L’Arca de L’Avia (en Banys Nous, 20, Barcelona) suele tener alrededor de 20 vestidos antiguos, de todas las épocas. La dueña, Carmen Viñas, tiene una colección propia que expone cada año con Lorenzo Caprile en la Feria Vintage de Madrid. También pueden encontrarse algunos vestidos en las tiendas de antigüedades de la madrileña calle del Carnero y aledañas que integran El Rastro, y en la Feria de la Amoneda que se celebra cada abril en Ifema (Madrid).
En Londres, hay más oferta. The Vintage Wedding Dress Company –que solo se puede visitar con cita previa– es una de las más reconocidas boutiques de vestidos de novia antiguos. Más direcciones: Elizabeth Avey, Vintage Emporium, Charlotte Casadejus, Lovely and Vintage, Days of Grace, ‘I do’ Vintage, Heavenly Vintage Brides y Glory Days. También hay anticuarios pequeños en los mercados cerrados de Portobello Road y de Alfie’s. Casi todos se reúnen en la feria de novias vintage que se celebra cada año en varias ciudades del Reino Unido(www.vintageweddingfair.co.uk), a la que también acuden modistas de arreglos, expositores de decoración vintage, fotógrafos y hasta pasteleros con aires retro. El listado completo está en su página web.
La tendencia vintage se extiende también a las nuevas producciones y ya se fabrican vestidos a medida con telas antiguas. Lo hacen L’Arca de L’Avia en España y The Vintage Wedding Dress Company en Londres. Una opción que abre el campo a todas las tallas: el problema de los vestidos más antiguos es que hacen imprescindible el uso de corsé.
Vestido de Christian Dior couture de 1955. Se vendió por 3.650 €
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