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André L.Talley: «Melania toma decisiones muy sabias a la hora de vestirse»

André L. Talley lleva años promoviendo la excelencia negra. Habla claro, pero sin gritar. Así analiza la industria desde la pasarela 080.

André Leon Talley en Barcelona.
André Leon Talley en Barcelona.Ane + Jose

Va vestido con uno de sus caftanes de Dapper Dan de Harlem («no de Dapper Dan para Gucci» especifica) y tiene sobre la mesa un libro de correspondencia de Tennessee Williams: se podría pensar que André Leon Talley es un bodegón en si mismo. El ex número dos de Anna Wintour en Vogue estuvo en la Ciudad Condal como invitado de la pasarela del 080 Barcelona Fashion y para presentar The Gospel According to André, un documental rodado a su mayor gloria que arranca en Carolina del Norte, donde se crio, y acaba, en una nota melancólica, con Talley viendo en la televisión la victoria de Donald Trump. En una escena anterior, se le ve el día de las elecciones comentando a una amiga, asesora de Clinton: «Dile a Hillary que me llame si necesita ayuda para vestirse en la investidura».

Uno de los fotogramas del documental.
Uno de los fotogramas del documental.Cortesía de Magnolia Pictures

Talley habla como si pasar del sur segregado a una universidad de la Ivy League y de ahí a comprarle el desayuno todos los días a Andy Warhol en la revista Interview (era el recepcionista) y ser el confidente de Diana Vreeland fuera lo más natural del mundo. Durante años, fue la única persona negra que se sentaba en primera fila de los principales desfiles, pero tardó en ver lo que eso significaba. Wintour lo comenta en la película, dice que durante mucho tiempo a Talley no le gustaba escribir sobre temas raciales, pero sí le enviaba a ella largas cartas manuscritas sobre el asunto.

En el 080 Barcelona Fashion (2018).
En el 080 Barcelona Fashion (2018).Domenec Fernández / 080 Barcelona Fashion

«No quería parecer que estaba abogando por esos temas, no quería ser un activista político, coger un altavoz y gritar. Mi idea es que es mejor hablar flojito y apoyar grandes ideas discretamente. Cuando experimentaba el racismo, me lo guardaba para mí. En los años setenta, una estilista en París me llamó Queen Kong; me lo dijo mi amiga Paloma Picasso y yo lo silencié durante 40 años, hasta que lo dije en la película».

Junto a Marina Schiano en Nueva York en 1980.
Junto a Marina Schiano en Nueva York en 1980.Getty Images. (Getty Images)

Hoy, sin embargo, destaca la importancia de tener a Virgil Abloh en Louis Vuitton y a Edward Enninful comandando la edición británica de Vogue. Si se le pide el nombre de una figura emergente, cita al joven afroamericano Laquan Smith, y cuando tiene que destacar algunos de los reportajes más importantes que ha producido en toda su carrera destaca la primera portada de Michelle Obama como primera dama, un editorial con Iman y la vez que hizo posar a Naomi Campbell como Escarlata O’Hara.

Con Naomi Campbell en el show de Versace (1991).
Con Naomi Campbell en el show de Versace (1991).Getty Images. (Getty Images)

¿Qué cambió?, ¿cuándo hizo clic? «Llegó un punto en que me di cuenta de que como un miembro prominente de la redacción era mi obligación promover la excelencia negra, ya fuera una modelo, un libro, una película o una obra de teatro». Ese término, ‘excelencia negra’, aparece también en el documental. Un amigo de la infancia cuenta que era ese el estándar que se les pedía en su escuela, 100% afroamericana, ser «mejores que el mejor». Eso jamás se le ha pedido a un hombre blanco heterosexual. «Pues sí, este es un mundo blanco y hay un doble rasero. Es triste, pero mejor no me lleve por ahí. Iman siempre lo dice. Ella tenía que hacer 14 trabajos mientras que sus colegas blancas conseguían lo mismo con solo tres».

En 2013, sorprendió su decisión de dejar Condé Nast después de tres décadas y fichar por «los rusos» (la edición rusa de Numéro). «Lo hice por el dinero –admite sin pestañear–. Nunca en la vida me habían pagado tanto. En Vogue me habían bajado el sueldo y quería mantener mi estilo de vida». Duró tan solo 12 números, en los que dice que firmó algunos de sus mejores trabajos y se dijo que abandonó en protesta por las leyes homófobas del país. «No voy a hablar de Rusia», zanja. ¿Y de Estados Unidos? Asegura que dos años después, sigue con la misma sensación de shock. Abomina la política migratoria de Trump («es antiamericana») pero mantiene su debilidad por Melania Trump: «Ella no está cautiva, qué tontería. Se casó con el hombre que quería. Es amable y generosa y toma sabias decisiones a la hora de vestirse».

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