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El mantón de Manila, un símbolo de poder, elegancia y migración

La exposición ‘La ruta del Mantón. La feliz unión entre Asía, Hispanoamérica y España’ hace un recorrido por la historia de esta prenda por tres continentes y su evolución en la moda

Manton de manila
Detalle de uno de los mantones expuestos.d.r.
Lucía Franco

El mantón de Manila es poder. De China a España pasando por México, esta prenda ha recorrido miles de kilómetros en el Galeón de Manila hasta convertirse en el complemento perfecto de millones de vestidos de mujeres en todo el mundo, en especial en España. “Sin embargo, desconocemos su origen, aunque sirva para adornar desde los trajes de las flamencas hasta a las mujeres que bailan chotis o van a los toros”, asegura el director general de Casa de América, León de la Torre Krais, en el marco de la inauguración de la exposición La ruta del Mantón. La feliz unión entre Asía, Hispanoamérica y España. Esta hace un recorrido por la historia de esta prenda por tres continentes y su evolución en la moda.

“Es una prenda con cuerpo asiático, colorido y exuberancia hispanoamericana y alma española”: así lo describe la autora del libro La ruta del mantón de Manila y curadora de la exposición, Verónica Durán, que lleva más de 20 años obsesionada con coleccionar, aprender y entender el mantón de Manila. No obstante, más allá de tratarse de una oda a la belleza, que también, a Durán le interesa el proceso migratorio de ciertos objetos, su mestizaje y la costura de una unión que culmina en un objeto bordado de un carácter y una belleza estética excepcional, que traspasa las fronteras y consigue inspirar a las mujeres del mundo entero. “Hoy en día hay tanto que nos divide que es mágico encontrar una prenda que simboliza la unión de todos”, afirma Durán, que no ve apropiación cultural alguna en el uso del mantón de Manila.

Verónica Durán, comisaria de la exposición.
Verónica Durán, comisaria de la exposición.d.r.

A través de los siglos, el mantón ha cambiado su tamaño y el tipo de seda, ha desarrollado sus flecos y ha explorado diversos diseños. “Las representaciones chinas de los peces carpa, de los murciélagos, de los ocho inmortales taoístas y sus símbolos, como el nudo eterno, han sido reemplazados por otras flores más del gusto occidental como la rosa, el girasol y la orquídea”, cuenta la colombiana. Además, se han transformado los colores de los tintes a gusto de la demanda, que estaba influenciada por la moda de la época. “En España las glicinas fueron sustituidas por uvas, y los chinos y sus pagodas por toreros y plazas de toros. La peonía pasó a ser una rosa y la pink china se convirtió en tulipán”, explica la curadora.

Durán se enamoró del mantón de Manila en una boda a la que asistió hace 22 años en Madrid y, desde entonces, nunca ha podido dejar de coleccionarlo. “Lo vi y me obsesioné. Necesitaba entender de dónde venía aquel mantón símbolo de elegancia y seducción”, cuenta mientras que recorre una sala con más de 50 mantones de más de 100 años.

Cártel, con mantón de Manila, de las Fiestas de Primavera de Sevilla en 1930.
Cártel, con mantón de Manila, de las Fiestas de Primavera de Sevilla en 1930.d.r.

La experta explica que las primeras en enamorarse de estas sedas bordadas fueron en realidad las mexicanas. “Las importaban y encargaban a China según sus gustos en colores y patrones. Asimismo, la artesanía local cayó rendida ante el delicado y bello refinamiento chino, con exquisitos bordados de animales mitológicos y magníficas flores. Era un mundo exótico nunca antes visto, y naturalmente comenzaron a dibujar, bordar y tejer su propia fauna y flora en textiles, cajas y papel”, explica Durán.

Llegaban en barco a Acapulco, México, desde el puerto de Manila, en Filipinas, en la ruta del Galeón de Manila. “Se convirtió en una de las grandes rutas de transmisión cultural entre Asia, América y España. El Galeón partía del puerto de Manila cargado de porcelana, jade, especias, biombos y lacados, abanicos, seda, mantones de Manila y otros bienes. Una vez en Acapulco, se desplazaba la mercancía por tierra hasta el puerto de Veracruz, donde se embarca a España junto con otros productos mexicanos como semillas y plantas”, asegura el libro La Ruta del Mantón de Manila.

Detalle de uno de los bordados.
Detalle de uno de los bordados.d.r.

En su viaje por los distintos continentes, el mantón de Manila fue asimilando características de cada lugar, volviéndose casi un objeto vivo. En España, esta prenda femenina tuvo su apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX en la sociedad más castiza. “En España, la sedería china tuvo una acogida especial. Con el tiempo, el mantón de Manila se convirtió en parte de la identidad cultural española, integrándose en la indumentaria regional tradicional de gran parte de su territorio y convirtiéndose en una prenda muy valorada que pasaba de una generación a otra en los ajuares de las mujeres. Aún hoy adorna las grandes festividades”, reflexiona la comisionada.

El mantón de Manila poco a poco se fue independizando de China. Las mexicanas dejaron de usarlo y las españolas se lo apropiaron. “En un principio, las sedas se bordaban en China, principalmente en Cantón, pero luego, y en la medida que crecía la demanda debido a su popularidad, fueron exportados a España y a Hispanoamérica con el fin de que la producción no solo dependiera de China, se abaratan los costos, implantando la producción en España y México”, cuenta el libro.

El mantón de Manila
d.r.

Una muestra pionera en España

“Buscamos reforzar los lazos entre los dos continentes, y esta exposición nos da la posibilidad de ir más allá. El mantón de Manila explica el fenómeno más antiguo de globalización comercial”, cuenta De la Torre. La exposición, que está organizada por la Comunidad de Madrid, estará en la Casa de América hasta el 17 de mayo. La muestra se divide en tres salas con más de 50 objetos entre mantones de Manila antiguos de distintos tipos, procedencias y antigüedad, cajas de mantón de Manila, artesanías mexicanas y piezas inspiradas en el mantón de destacados diseñadores de moda, como Antonio Alvarado y Juan Duyos.

En la primera habitación se pueden ver las cajas originales. Son cuadradas, miden entre 80 y 65 centímetros y en ellas empaquetaban los mantones de Manila en China. “El mantón iba envuelto en papel de seda dentro de una primera caja de cartón ricamente pintada, y esta caja, a su vez, va dentro de otra caja de madera lacada”, explica Durán.

En las otras dos salas se pueden ver la evolución de los mantones y las escenas cotidianas que se muestran en sus bordados. “Los mantones de Manila contienen escenas cotidianas o de la naturaleza que tienen distintos patrones que se repiten y que incluyen pabellones, poblados campesinos, flores y plantas, aves e insectos y animales reales y mitológicos”. Además, como motivo iconográfico y simbólico, los animales forman parte de los bordados más antiguos. Por ejemplo, destaca el dragón como el emblema del emperador que simboliza el Este, el agua y la primavera. Este mismo dragón cuelga hoy de la espalda de Durán durante la presentación de la exposición.

El mantón se lleva sobre distintos trajes regionales españoles.
El mantón se lleva sobre distintos trajes regionales españoles.d.r.

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Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.
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