Los 30 son los nuevos 20
La moda, la especialización profesional y el aumento de la esperanza de vida han provocado que la generación que nació hace 30 años disfrute de una segunda adolescencia.
“Vivimos y vestimos como veinteañeros y si no compárate con tus padres”, comenta una compañera de la redacción antes de empezar a escribir este artículo. Y razón no le falta. A la edad en la que muchos jóvenes están ahora encontrando su sitio en el mercado laboral o viajando a un país extranjero en busca del MBA que les salve del paro, nuestros progenitores ya contaban con el libro de familia numerosa e incluso habían disfrutado de un ascenso en su empresa. A más de uno le sonará una de las frases comunes de madre: “A tu edad yo ya te tenía y trabajaba”.
Pero ¿por qué se produce este fenómeno en la sociedad actual? “Al igual que en la medicina, también hemos evolucionado en los aspectos socioeconómicos y socioculturales. Ahora tenemos muchas más posibilidades para aprender idiomas y especializarnos, lo que nos lleva más tiempo de preparación y cierra otras posibilidades como las de formar una familia”, nos cuenta por teléfono José Carrión, psicólogo especialista en Psicología Clínica de Cinteco. “Esta evolución ha provocado además que ahora estemos tratando a jóvenes de entre 25 y 30 años con trastornos adaptativos de inmadurez que antes presentaban pacientes adolescentes”.
Justin Barthe, Matthew McConaughey y Bradley Cooper: un grupo de amigos sin responsabilidades en la película Novia por contrato.
Éste era el caso de Matthew McConaughey en la película Novia por contrato, en la que interpretaba a un treintañero incapaz de abandonar el hogar materno y cuya única preocupación era la de practicar una docena de deportes junto a sus amigos. “Aunque no hay que generalizar, los denominados jóvenes adultos buscan la satisfacción y viven el día a día sin compromisos ni expectativas de una manera individualista e incluso hedonista. La falta de espectativas para mejorar no provoca la necesidad de salir de casa y genera problemas generacionales con los padres”, apunta José Carrión.
Por su parte, Jeffrey Jensen Arnett, profesor de psicología en Clark University y autor de Emerging Adulthood, intenta explicar esta fase en base a los cinco elementos que caracterizan a lo que llama “adultez emergente” y que son: exploración de la identidad, inestabilidad, concentración en sí mismo, sensación de vivir en un estadio intermedio entre la adolescencia y la madurez, y sentimiento optimista en cuanto a las posibilidades de su futuro. O lo que es lo mismo, vivir en base a la libertad de elección: viajar o no, trabajar o no, salir el fin de semana o no…
La opinión del soltero
Sin embargo, Alberto Moreno, treintañero y director de contenidos de la web de GQ, no cree posible que este caso se deba al "peterpanismo" de estos jóvenes: “ Nadie con recursos suficientes prefiere quedarse en casa y verse obligado a aguantar ese refranero agresivo pasivo de `si eres mayor para trasnochar, también lo eres para madrugar´, tener que pisar las baldosas de parqué no demasiado ruidosas los días de jarana, hacer malabarismos logísticos para encamarse con jóvenes doncellas de tanto en tanto y esconder el porno”.
Los diferentes roles de esta generación se describen perfectamente en la serie de televisión Cómo conocí a vuestra madre, que reúne en un mismo grupo de amigos al ligón incapaz de comprometerse, la chica que antepone su carrera a cualquier aspecto de la vida y que parece tener alergia al compromiso, la pareja fiel y casi responsable y el chico romanticón que busca sin éxito la mujer sus sueños. “El ser humano es polígamo por naturaleza y si en algún momento se planta es porque quiere garantizarse que le soporten con sus gorduras y sus calvicies. El que nuestra generación se vaya hasta los 30 a la hora de amancebarse en vez de a los 20 se debe a que ahora nos importa mucho menos lo que digan de nosotros, además de porque hay cosméticos mucho más avanzados y peluquines que ni se notan”. Y es que si los abuelos parecen cada vez más jóvenes ¿Por qué no iban a ser los padres cada vez más mayores?
Ellas quieren vestir como niñas
Que los 30 puedan ser los nuevos 20 no se percibe únicamente en el comportamiento de las personas, también se refleja en su aspecto. No es difícil encontrar esta temporada a más de una treintañera con la estética de Zooey Deschanel, que ante las críticas recibidas en Estados Unidos por sus looks infantiles afirmó recientemente en una entrevista que “vestir como una niña no tiene nada de malo”. La actriz de 32 años ha proyectado su personalidad inocente en la serie New Girl convirtiéndose además en icono de las jóvenes adultas que desean lucir estampados naïf, peinados de trenzas y minivestidos baby-doll.
En la ficción, Zooey Deschanel vive con amigos sin intención de madurar.
La firma española Kling es un claro ejemplo del éxito de este fenómeno psicológico trasladado a la industria de la moda. La marca, que cuenta ya con 9 tiendas además de 500 puntos de venta y una boutique online, satisface la demanda de una clienta de entre 26 y 32 años a base de minivestidos y accesorios de estética infantil que nada tiene que ver con la imagen de la mujer madura, trabajadora y madre de hace un par de décadas.
En el campo de la belleza se está produciendo un caso similar, según nos cuenta por e-mail Gema Cabañero, propietaria del centro de estética que lleva su nombre: “Nuestras clientas treinteañeras quieren aparentar 20 años, estar delgadas, morenas y con un aspecto general más aniñado”. Y aunque la piel por ahora, si carece de manchas, no les molesta tanto (todavía no han experimentado las tan temidas arrugas), sí “se preocupan por la piel de naranja y el acolchamiento de los tejidos producido por la mala alimentación: exceso de azúcar unido a tensiones emocionales y estrés”.
Y ante tanto cuidado estético y retraso de las responsabilidades no nos queda más que esperar un efecto dominó que confirme que los 40 son los nuevos 30, los 50 los nuevos 40… y así hasta que uno encuentre su sitio y actúe acorde a su edad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.