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Liberace, el pianista ‘kitsch’

La vida y milagros del excéntrico músico ha sido llevada a la televisión por Steven Soderbergh, quien ha conseguido que Michael Douglas se meta en el personaje envuelto en un visón blanco y botas de lamé.

Liberace, el pianista ‘kitsch’
Cordon Press

El 22 de noviembre de 1963, Estados Unidos se vistió de luto. El asesinato de JFK obligó a cancelar todos los espectáculos previstos para esa tarde. Pero Wladziu Valentino Liberace tenía sus propios planes. Para matar el tiempo en su habitación de hotel, no recurrió a los servicios de un gigoló (demasiado peligroso) ni tampoco releyó el resumen de sus apariciones en prensa. En lugar de eso se puso a planchar y a frotar algunas manchas de maquillaje que habían ensuciado el cuello de uno de sus peculiares trajes con los que salía a escena.

La carrera de este divo del piano sufrió una ligera caída tras 1957 –fecha en la que salió a la luz en la revista Confidential un escándalo de agresión–. Después de la tormenta, The Candelabre Kid –como lo apodaba la prensa de la época– puso todo lo que estaba en su mano para volver a brillar. Con mucha fuerza de voluntad y dejando atrás algunos malos recuerdos en Las Vegas, reconquistó a su público actuando incluso en los clubs más oscuros.

Fue en ese hotel de Monroeville, en las afueras de Pittsburgh –la misma ciudad donde George A. Romero rodaría años después La noche de los muertos vivientes–, donde el destino le golpeó de forma casi tan dura como a JFK, pero con la diferencia de que casi nadie se enteró. ¿Hay algo peor para un personaje famoso que morirse el mismo día que una estrella de mayor dimensión? Eso fue lo que le ocurrió a Liberace. Atiborrado de anfetaminas, incapaz de dormir, deprimido por las imágenes del atentado que monopolizaban la emisión en televisión, decidió coger su gran bote de tetracloruro y comenzó a limpiar su ropa con un cuidado obsesivo. «El presidente ha muerto», repetían sin cesar los altavoces. Y de repente, un hombre voluminoso envuelto en una bata de estar por casa se derrumbó sobre la moqueta. Tetracloruro, anfetaminas y cansancio: una mezcla narcótica que prolonga el desvanecimiento. Unas horas más tarde despertaba en diálisis. 

Liberace en su bañera de mármol durante un especial de televisión.

Cordon Press

Todas las personas amparadas por un gran destino experimentan, en algún momento de su vida, un milagro o una intervención divina. Y así, en lugar de salvar a JFK, la Virgen de la Misericordia se interesó por este otro católico italoamericano. Wladziu murió –o casi– y resucitó con la visita de un enviado celeste, como relata en su autobiografía, modestamente titulada, The Wonderful Private World of Liberace [El maravilloso mundo privado de Liberace]. 

Wladziu Valentino Liberace –pronunciado Libératchi– nació el 16 de mayo de 1913 en West Allis, Wisconsin, un barrio oscuro de Milwaukee. Su progenitor, Salvatore, era un inmigrante italiano, su progenitora era de origen polaco. Liberace es, como Elvis Presley y Salvador Dalí, el único superviviente de una pareja de gemelos. Su padre también tocaba en una banda, era un as de la tuba. Su madre, extremadamente protectora, no lo abandonó jamás hasta su muerte en 1980. Wladziu se descubre muy pronto como un niño prodigio, toma lecciones de piano con el famoso compositor y virtuoso Ignacy Paderewski y desde muy joven comienza a dar conciertos.

Su inclinación por la ropa estrafalaria tampoco se hizo esperar. En su época de universitario, Lee –como le llamaban sus íntimos– fue objeto de burla por gran parte de sus compañeros debido a su extravagancia. Su debut como artista del exceso llegó en 1943, cuando firmó su primer contrato de compromiso con la capital del juego. Tres años antes, en 1940, sobriamente enfundado en un traje clásico negro, actuaba bajo la dirección del famoso director de orquesta, Hans Lange, en el Concierto para piano nº 2 de Liszt en el Pabst Theatre de Milwaukee. De su severa formación clásica mantuvo la disciplina y, por añadidura, una cierta rigidez que escondía bajo sus trajes festivos.

Michael Douglas interpreta a Liberace en Behind the Candelabra.

Cordon Press

El final de la Gran Guerra marcó un cambio de rumbo para Liberace, que atravesó el desierto de Mojave para convertirse en una leyenda de Sunset Strip –la parte de Sunset Boulevard que pasa por West Hollywood– con actuaciones en las dos discotecas de moda de Hollywood: Le Ciro’s y Mocambo. En 1950 llegó su consagración, cuando tocó para el presidente Truman en la Casa Blanca. En 1954 lo hizo en el Madison Square Garden de Nueva York. La superestrella kitsch de Estados Unidos aseguraba que su auténtica patria era Las Vegas y el hotel Riviera (famoso por la película Casino, de Scorsese, y Showgirls, de Paul Verhoeven). Su caché en la época fue de 50.000 dólares a la semana (unos 37.500 euros). La televisión le servirá de apoyo y le permitirá enriquecerse aún más. No dudó en aceptar colaboraciones bizarras como la de embajador de una compañía de pompas fúnebres. La mayor dificultad que encontrará en su carrera, como muchos de los artistas de la época, fue la necesidad de esconder sus inclinaciones sexuales. El escándalo de Confidential le haría sufrir los estigmas de la homosexualidad en aquellos tiempos.

Poco después de que Liberace denunciase a la revista, su madre fue agredida por dos hombres enmascarados en su casa de Sherman Oaks, una vivienda estilo île de France, que contaba con una piscina en forma de piano de cola. Fue saliendo a escena en el Moulin Rouge de París, el 19 de julio de 1957, donde se enteró de la terrible noticia. Mamá Liberace se salvó gracias a que los aros de su sujetador le protegieron su pecho. Y es que las elecciones amorosas del pianista no fueron muy perspicaces y, con el paso del tiempo, los chantajes se multiplicaron. Su último error en materia de hombres ha sido inmortalizado en la película de Soderbergh: Behind the Candelabra. En ella se ve cómo el villano seductor Scott Thorson acabó por envenenar la vida del artista antes de que el sida se lo llevara en 1987. El filme, que se presentó en la última edición del festival de Cannes, no encontró financiación para estrenarse en las salas de cine. Fue el canal de televisión HBO el que decidió estrenarla. En nuestro país, Canal + la emitirá durante septiembre y octubre. Crítica y público se han rendido a la cinta –tuvo más de 3,5 millones de espectadores el día de su estreno– y ha sido nominada a 15 premios Emmy. El propio Elton John ha anunciado que mañana en la gala le rendirá homenaje.

Paradójicamente, el museo Liberace en Paradise (Nevada) –dedicado a sus capas de visón y a sus coches con aplicaciones doradas– cerró el 17 de octubre de 2010. La crisis pudo con él y los últimos visitantes se encargaron de expoliar sus tesoros.

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