La guerra de botas de agua por la duquesa de Cambridge

Nunca llueve a gusto de todos. Mientras la península ibérica sufre una ola de calor sofocante, las islas británicas esperan que la lluvia no les chafe los planes veraniegos. Con el aire acondicionado en el cogote suena raro, pero algo tan invernal como las botas de goma sigue siendo actualidad en algunos rincones de este hemisferio.

Desde que en 2005 Kate Moss se dejó ver en el festival de Glastonbury con unos mini vaqueros y unas Hunter negras (y por supuesto sin chubasquero), la popularidad de estas botas de agua no ha hecho más que crecer. El look, una aquiescencia de la borrasca, es el uniforme festivalero por excelencia.
 

Rachel Bilson con las Hunter diseñadas por Jimmy Choo

Gtresonline

El éxito cambió el habitat de las Hunter. Pasaron de un reducido ambiente campestre a las calles de ciudades con escasos mililitros de precipitaciones anuales; después tiempos difíciles, la marca anunció en 2010 beneficios de 19 millones de euros.  Esta empresa hoy estadounidense que produce en China continúa siendo uno de los emblemas del estilo tradicional británico y en su mercado no hay quien le haga sombra.

Pero los propietarios de Hunter no contaban con el efecto Kate . La futura reina de Inglaterra se marchó de acampada con unas botas Le Chameau y desde ese momento Hunter tiene competidor. 

Las Hunter, con su perfil de Facebook, fans famosas y colaboración con Jimmy Choo son el urbanita con que olvida sus orígenes rurales;  en cambio Le Chameu, de sempiterno color verde y con una web anticuada, son un aristócrata que disfruta en la granja. Caras, sobrias y funcionales, se fabrican en el norte de Francia desde hace ocho décadas. Un par puede llegar a costar la friolera de 370 euros.

Le Chameu son las botas elegidas por el príncipe Harry, el chef Jamie Oliver y hasta la otra Kate (Moss) cuando quiere hacer un guiño a sus vecinos  los Cotswolds de toda la vida. Lady Di, como tantos británicos con casa de campo, utilizaba habitualmente Hunter. La elección de la duquesa de Cambridge, aunque fuera subconsciente, entraña un deseo de afirmar su individualidad.