La fiscal que no pudo con O.J. Simpson (y se convirtió en icono feminista)
Sarah Paulson gana el Emmy interpretándola y rehabilita la figura de Marcia Clark, que en los noventa tuvo que aguantar que la llamasen fea, incompetente o mala madre.
– ¿O.J. Quién?
La fiscal Marcia Clark no era aficionada al fútbol americano. Ni a las películas de la saga Agárralo como puedas. Así que no tenía ni idea de quién era O.J. Simpson el día que le cayó el juicio de su vida.
Sus compañeros no daban crédito y le explicaron cómo de rico y famoso era aquel tipo pero ella, de entrada, enfocó el caso por los hechos que tenía delante: una mujer y su amigo aparecen brutalmente asesinados. El ex marido de ella, único sospechoso lógico del crimen, había sido ya condenado por propinarle una paliza –condena a ejercer servicios sociales que saldó con una donación a la Fundación Ronald McDonald– y tenía un largo historial de denuncias por violencia de género. Se encontró un guante ensangrentado en la escena del crimen y el otro guante del mismo par en casa del ex marido, cuyo coche también estaba manchado de sangre. Había huellas de unos zapatos del ex marido, zapatos que, luego se supo, él tenía y que pertenecen a una exquisita marca italiana que solo fabrica 100 pares al año. Ah, y el ex marido tenía la mano derecha lesionada y se contradijo a la hora de explicar esa lesión. Las evidencias se amontonaban, aquello tenía que ganarse solo, sería cuestión de unir los puntos.
Pero Clark no contaba con dos tótems inquebrantables: la celebridad y el sexismo. Durante los 11 meses que duró el juicio de O.J.Simpson, un espectáculo televisivo que se considera el embrión de la reality tv, y en realidad durante muchos años después, la fiscal se vio cuestionada, ninguneada y ridiculizada hasta límites difíciles de creer. Se hicieron millones de chistes sobre su corte de pelo, el juez la amonestó por llevar faldas demasiado cortas, su ex suegra filtró fotos de ella en top less al National Enquirer, los periódicos sensacionalistas dedicaron portadas a llamarle “mala madre” y cubrieron la batalla judicial por la custodia de sus hijos. La defensa la llamó “quejica” y “demasiado emocional” dentro del tribunal sin que el juez se inmutase. Por último, el abogado de la defensa la tachó de “histérica”, ese clásico de la misoginia de hoy y de siempre.
Clark perdió el juicio, como todo el mundo sabe. El 3 de octubre de 1995 el actor y deportista era declarado inocente del asesinato de su ex mujer, Nicole Brown- Simpson y del amigo de ésta Ron Goldman. Pero la fiscal (que sufrió una violación cuando era adolescente y flirteó con la Cienciología) ha añadido un inesperado tercer acto a su historia. Dos décadas más tarde, se ha visto reivindicada y convertida en algo parecido a un icono feminista gracias sobre todo a dos productos televisivos: la docuserie The O.J.: Made in America del canal ESPN, en la que ella es una de los muchos entrevistados que recrean el caso, y la ficción The People vs O.J. Simpson, de FX. Sarah Paulson podría hacerse el domingo con un Emmy por una recreación de Clark especialmente empática y nada casual.
https://youtu.be/nAyn1gDBc7s
Cuando Ryan Murphy decidió decidió dedicar una temporada de su serie American Crime Story al que en los noventa se conoció como “el juicio del siglo” sabía que quería reescribir la narrativa en torno a Marcia Clark, que en el mejor de los casos se había perpetuado como una mala profesional que dilapidó todas las pruebas que tenía a su favor –incluso en la primera temporada de Unbreakable Kimmy Schmidt, del año pasado, Tina Fey insistía en ese estereotipo– y en el peor, como una arpía. Uno de los seis capítulos de la serie se titula Marcia, Marcia, Marcia y se centra por completo en ella, en la sucia batalla por la custodia de sus hijos que le presentó su ex marido, el trato machista que recibía incluso dentro de la sala (el juez Ito pidió al jurado que no se distrajese por las faldas demasiado cortas de la fiscal) y el brutal escrutinio mediático.
Paulson se reunió con Clark y le dijo que pretendían cambiar esa imagen, ella le contestó con incredulidad y le pidió disculpas por el corte de pelo que iba a tener que llevar la actriz durante el rodaje. “Corte de pelo” sigue siendo una de las primeras opciones que ofrece el autocompletador de Google cuando se busca su nombre, debido a los miles de artículos que se escribieron sobre el tema, todos negativos por supuesto. Clark ha explicado que se hizo una permanente porque así se ahorraba el secado y planchado. Con dos hijos menores de cinco años, no le sobraba el tiempo. Su aspecto se ridiculizó tanto que un compañero le aconsejó cambiárselo (también tuvo que ver a un “consultor de imagen” que le recomendó ser más suave, hablar más flojo, tener maneras más dulces). El día que apareció con el pelo alisado, el propio juez le recibió con la siguiente frase: “Buenos días, señora Clark…creo”. Y los tabloides le dedicaron titulares como Veredicto para el pelo de Clark: CULPABLE.
Las dos series no solo sirven para rehabilitar la imagen de la fiscal en clave feminista –revisando la prensa de la época, es innegable que sufrió un trato sexista– sino que reenmarcan todo el caso O.J. Simpson como lo que nunca dejó de ser, un crimen brutal de violencia de género. La defensa, liderada por Johnnie Cochran, hábilmente enfocó el caso exclusivamente desde el ángulo racial, aludiendo a la historia reciente de brutalidad policial y racismo en la policía de Los Ángeles (con casos como el de Rodney King o el de Latasha Harlins, una adolescente negra tiroteada sin motivo alguno por una dependienta coreana que fue absuelta) y pintando al millonario Simpson –alguien que siempre había rechazado cualquier tipo de implicación con el movimiento de los derechos civiles o con cualquier causa afroamericana– como un negro más, víctima del sistema.
En un giro clave para el caso, el llamado “Dream Team” de abogados de a defensa, en el que estaba también Robert Kardashian, el fallecido patriarca de las Kardashian, encontraron las llamadas “Furhman tapes”, las cintas de una joven guionista en las que se oía perfectamente al detective que detuvo a Simpson, Mark Fuhrman, decir “nigger” (negrata) hasta 41 veces. Hacia el final del juicio, el 70% de los estadounidenses afroamericanos creían que Simpson era inocente y un porcentaje similar de blancos lo juzgaba culpable. Los porcentajes seguían intactos si se hablaba de hombres y mujeres. La conversación se había trasladado por completo al terreno racial y de pronto el hecho de que un hombre hubiese presuntamente asesinado a la madre de sus dos hijos parecía secundario.
De hecho, el jurado que absolvió a Simpson tenía una abrumadora mayoría femenina: diez mujeres y dos hombres, de los cuales nueve eran afroamericanos, dos blancos y un hispano. Las mujeres negras detestaban especialmente a Marcia Clark, como queda patente en el documental O.J.: Made in America, que consiguió entrevistar a dos de ellas. La mayor de ellas, ya septuagenaria, Carrie Bess, simplemente gira el pulgar hacia abajo cuando oye el nombre de Clark (quien, con cierta arrogancia y desconocimiento pensaba que las mujeres negras eran su especialidad en los jurados). Bess también admite en el documental que dejar libre a Simpson era para ella “la revancha por Rodney King”, un correctivo a la América blanca.
¿Hubiera sido distinto hoy ese juicio? Probablemente, cree incluso la propia Clark. También ella hubiera recibido un tratamiento distinto, defienden algunos artículos, que argumentan que por cada portada machista anti-Clark ahora la menos habría un furor en Twitter y unas docenas de artículos en webs feministas. En 2016 es difícil hacerse a la idea del poco tirón mediático que tenía cualquier atisbo de feminismo en los 90. ¿Merece la sociedad una ronda de aplausos colectiva por esta evolución? No tan rápido. La que durante el juicio a O.J. Simpson era Primera Dama, Hillary Clinton, podría volver a la Casa Blanca en dos meses, esta vez con las llaves en la mano. Se sigue criticando su tono de voz, se la somete a un estándar mil veces más alto que a su rival y un periódico publicó esta misma semana que su hija, Chelsea Clinton, era una mala madre por no acompañar a su hija en el primer día de colegio, igual que le pasaba a Marcia Clark. Eso sí, cada vez que pasa algo de eso, Twitter se indigna.
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