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Ir al baño o abrir el preservativo: momentos mundanos del sexo que nunca salen en las películas

Hay momentos del sexo real que se eliminan de la ficción y que quizás, de mostrarlos, ayudarían a romper mitos y visibilizar cuestiones importantes.

Una escena de James Bond 'GoldenEye', 1995.
Una escena de James Bond 'GoldenEye', 1995.Getty

Mucho se habla del daño que hace el cine porno a nuestra sexualidad. Crea falsas expectativas en cuanto a tiempos, tamaños, intensidad de los orgasmos…. Pero ojo, que no solo el cine porno afecta a nuestro imaginario colectivo. Películas románticas, novelas eróticas e incluso vídeos musicales también ofrecen escenas sexuales bastante alejadas de la realidad. Escenas en las que todo fluye, los ritmos son perfectos, los protagonistas siempre están excitados y con ganas de más, y además a nadie se le corre el maquillaje ni tiene un contratiempo.

Todos entendemos que la ficción no siempre retrata todo lo real, pero mostrar esos momentos mundanos quizás ayudaría a eliminar mitos y a visibilizar cuestiones, sobre las que es importante avanzar. Estos son algunos ejemplos:

Echarse un poquito de lubricante

Las escenas de sexo siempre suelen tener un ritmo rápido. Se excitan, se besan y casi segundos después están pasando a la penetración. En el cine y la televisión esto tiene sentido porque el tiempo en pantalla debe concentrarse. Pero a la vez tiene una repercusión: pensamos que cuando una pareja inicia la relación en seguida están excitados. Y no es así. “Además de que la penetración no es la única práctica que existe, para esta hay que haber estimulado antes otras partes del cuerpo, para que todo fluya mejor.  Y aun así hay veces que, aunque se realicen otras prácticas eróticas previas, se necesita un extra de lubricación y es totalmente normal. Para eso tenemos los lubricantes”, explica la sexóloga y presentadora de + que Sexo Daphne Bastet. De hecho, el lubricante suele ser una pieza clave en la mesilla de noche o como monodosis en el bolso, pero esta falta de visibilidad hace que aún haya quien crea que solo se usa en casos de sequedad vaginal. Por ejemplo, durante la menopausia. La realidad es que hay múltiples tipos de lubricantes, para sexo oral, anal, vaginal, para usar con juguetes o con preservativos, que pueden hacer del sexo algo mucho más fluido.

Ponerse el condón

Otro de los grandes ausentes en las escenas de ficción suele ser el preservativo. Sobre todo, cuando en la escena salen personas adultas y no jóvenes o adolescentes. Ese momento de empotrarse contra la puerta, ponerte encima de la mesa del salón o sobre la encimera de la cocina llega lo justo para enseñar como se bajan los pantalones y la ropa interior. Pero no para ver cómo buscan un preservativo, lo desenrollan, lo colocan con cuidado y ya inician el coito. Y como no vemos nunca ese momento como algo sexy, no sabemos cómo llevarlo con naturalidad en la vida real.  “El momento de ir a por el preservativo o el momento de colocarlo puede ser un momento crítico por varias cuestiones: por cortar el rollo, porque te quedas ahí tirada/o en la cama sin saber qué hacer o dónde mirar, o por levantarte y pasearte desnudo/a por la habitación, etc.”, señala a sexóloga Ana García de Pongámonos Cómodos. Así, la propuesta de la experta es mostrar este momento en las películas como una oportunidad de seducción y no como un corte de rollo. Algo que visualmente puede resolverse tan fácilmente como una mirada pícara o de un baile sexy para colocarlo, sin tener que sacar un primer plano.

El momento coleta

Si en las pelis de acción se criticaba a los “héroes” que salían sin despeinarse de una explosión o de un edificio en llamas (hasta que llegó Bruce Willis), en las escenas eróticas aún no hemos superado ese mito. Nadie se despeina, pese a llevar el pelo suelto, a nadie se le corre el maquillaje y todo el mundo se levanta con una camisa blanca super seductora, que nunca sabemos de dónde ha salido. Por eso hay quién se mira al espejo tras una buena sesión de sexo y se siente quizás algo más vulnerable por la visión que ofrece a su amante. “En pleno acto sexual es totalmente normal que se te enganchen los pantalones, se te escape un pedo (anal o vaginal) o necesites recogerte el pelo en una coleta, para que no se te meta en la boca (todos y todas sabemos que esto puede pasar). Dejemos de vivir estos actos con vergüenza y disfrutemos de ellos. Muchas veces son momentos graciosos que el sexo nos da y que pueden ayudar a crear un clima de confianza con la otra persona”, apunta como contrapunto Daphne Bastet. Como dijo Woody Allen “el sexo sólo es sucio si se hace bien”.

“Es que hoy esa postura me molesta”

El sexo no debería de doler. Pero la realidad es que nuestro cuerpo no siempre reacciona igual ante los mismos estímulos. El ciclo menstrual puede hacer que la vagina o los pezones estén más sensibles un día que otro. Y a veces eso que tanto te gusta, ese día te molesta. Pero nunca veremos en una película decir a la protagonista: “Espera, que es que en esta postura me molesta un poco, ¿cambiamos?”. O quizás: “Hoy no me apetece nada que me estrujes los pezones porque estoy premenstrual”. Una vez más, como no visualizamos ese diálogo con naturalidad, podemos sentirnos más cohibidos para expresar nuestras necesidades en la vida real. “Una penetración no tiene por qué ser siempre placentera: si penetramos sin lubricación, antes de tiempo, o demasiado tarde, las sensaciones provocadas son muy diferentes.  Desmitifiquemos también las posturas sexuales: no siempre y no todas son cómodas. Hay veces que ciertas posturas son difíciles, molestas o sencillamente imposibles. Todo esto tiene una fácil solución: la comunicación”, resume Ana García. Si en las películas viéramos la comunicación como algo sexy, más allá de tener que intuir todo por la intensidad de los gemidos, evitaríamos muchos y a veces muy desagradables malentendidos.

El momento después y la importancia de ir al baño

La pareja empieza a besarse, vemos unos planos de su piel desnuda con una luz tenue y tras volver a enfocar a sus rostros concentrados entre sombras, pasamos directamente al momento de después. Abrazados, en la cama, felices y enamorados. Y sin ninguna de necesidad de ir un momento, según acabas, a limpiarte y recolocarte al baño. Algo que no solo es habitual, sino que de hecho es totalmente recomendable. “Lo más normal es tener que limpiarse, ir por algo de beber para recuperar fuerzas y necesitar ir al baño”, recuerda Daphne Bastet. Como insiste la experta, “ir a orinar es muy importante sobre todo para las personas con vulva para evitar infecciones”. No obstante, orinar después de una penetración ayuda a eliminar las posibles bacterias y por lo tanto previene infecciones, como la cistitis. Más allá de romanticismo, en el sexo, como en la vida, la salud siempre es lo primero.

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