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Gilda, la marca española que ha nacido de la fiebre de las joyitas de cristal

La marca se puso en marcha durante el confinamiento y apuesta por divertidos y arriesgados diseños inspirados en la figura de nuestras abuelas realizados en cristal. Esta es su historia.

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Cortesía de Gilda

Dicen que a lo largo de la historia, las grandes ideas han surgido en las grandes crisis. Y fue hace un año, en el momento en que el coronavirus irrumpía en nuestras vidas, cuando Elvira Goicoechea esbozaba los primeros trazos de lo que se convertiría en Gilda, su firma de joyas made in Spain que recupera el pasado en diseños coloristas con aires setenteros. “La creatividad nos hace libres. En el confinamiento, cuando estaba encerrada, me liberé un poco por ese camino y de ahí nació Gilda”, desvela Elvira en una conversación con S Moda.

Licenciada en Publicidad y con un máster de Brand Management en el prestigioso Instituto Marangoni de Milán, Elvira trabajaba en el grupo Shiseido como responsable de marketing de la firma cosmética NARS cuando en marzo del año pasado el coronavirus colapsó el mundo. El resultado del confinamiento, la rutina impuesta y el teletrabajo, despertó el instinto creativo de esta joven madrileña sumergiéndola en el universo del crochet. “Tenía abalorios de cristal en forma de guindilla de un viaje a Vietnam que hice hace siete años y empecé a coserlos en los bolsos que diseñaba”, cuenta. De manera más fortuita que planificada, Elvira trasladó paulatinamente los abalorios sobrantes a pendientes y collares que meses después darían lugar a Gilda. “Salí del confinamiento con las orejas llenas de pendientes con frutas y bolsos de crochet”, bromea. Tras comprobar que sus diseños causaban furor entre sus conocidos, el pasado enero y con el empujón definitivo de sus amigas –y desde entonces socias– Lucia Páramo y Ana Riestra, decidió lanzarse y probar suerte.

Al hilo del gran momento que viven las joyas de cristal y tomando como punto de partida piezas de acero inoxidable “con un baño especial para que no pierdan el dorado y sean más resistentes”, Elvira instaló en su propia casa el taller donde fabrica cada uno de los diseños, contactó con artesanos que fabricaran piezas de cristal ideadas por ella misma y empezó a tejer su propia red de proveedores de diferentes partes del globo. Así, fruto de la combinación de llamativos charms con personalidad y apostando por una producción limitada, a principios de año veían la luz sus primeras y coloridas “joyas”. “La gente me dice: ‘No son joyas, ¡es bisutería!’. Pero no, para mi el proceso artesanal y la historia que esconde cada uno de mis diseños las convierte en joyas”, aclara.

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Esas piezas hablan de generaciones pasadas y aluden a las grandes divas de la época dorada del cine estadounidense. “Gilda es una mezcla de muchas cosas; busca recuperar el valor inspiracional de nuestras abuelas como referente y sus actrices favoritas, así como el fervor de los años 60 y 70”, recalca Elvira. De ahí que el icónico personaje de Rita Hayworth diera nombre a la marca. “Cuando era pequeña, mi abuela me hablaba de Gilda, su actriz favorita, y la reivindicaba como un icono”, añade. Sin embargo, el espíritu emprensarial y crativa lo hederó de su madre.

«Ella emprendió con 50 años y yo estoy haciéndolo con 29”. Hija de la editora Eva Serrano (fundadora de la editorial Círculo de Tiza), Goicochea recuerda su estancia en Milán como el lugar donde prendió la chispa de su instinto creativo que años después la ha conducido a emprender su recién estrenado proyecto. “Milán es el sitio donde más he desarrollado mi visión y capacidad estética. Recuerdo como decían que era una ciudad fea comparada con Roma. Yo no lo entendía y mi madre me decía: “Elvira, Milán es un sitio para la gente que sabe mirar al cielo”. Y es verdad, porque vas andando y te fijas en las azoteas, en los jardines, los rincones… y descubres un mundo que, a primera vista, no ves”.

¿Cómo es la mujer a la que se dirige Gilda? “A lo largo de mi trayectoria profesional, he visto como las grandes empresas cometemos el error de caracterizar al consumidor. Yo no podría establecer un target específico para mi marca. He visto como puede funcionar en chicas de 18 años o mujeres de 70”, apunta. Lo importante para lucir sus diseños no es la edad, si no la actitud. “Son mujeres con un mood concreto de enfrentarse a la vida; de arriesgar y de ponerle un poco de locura al día a día”.

Con vistas a futuro, la joven emprendedora no descarta retomar lo que hace un año fueron los primeros pasos de Gilda. “Por una cuestión de nostalgia, la evolución de la marca camina hacía los bolsos de crochet. Ahora, con tantas personas en paro, hay muchas vías para poder hacer algo de manera responsable y en consonancia con nuestro modelo de negocio”.

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