300 euros por un jersey con el lema ‘Time’s Up’: ¿negocio o solidaridad?
Firmas como Lingua Franca venden prendas de lujo para apoyar la causa. A pesar de que donan una parte de los beneficios a la organización, el debate está servido.
Las últimas semanas las redes sociales se han llenado de jerséis negros en los que puede leerse ‘Time’s Up’. La firma responsable es la neoyorquina Lingua Franca. Meryl Streep, Tom Hanks, Reese Witherspoon o Eva Longoria son solo algunos de los nombres internacionales que pasean sus diseños. También la actriz Connie Britton lució en los Globos de Oro una de sus piezas con la frase «poverty is sexist» («la pobreza es sexista») bordada sobre fondo negro. «Hicimos los suéteres de Time’s Up el mismo día que anunciaron la creación de la organización. El sábado anterior a los Globos de Oro la mismísima Reese Witherspoon nos contactó directamente y nos encargó varias unidades para que los lucieran las fundadoras del movimiento», cuenta a S Moda Rachelle Hruska, fundadora de la marca, que ya mostró su compromiso social popularizando lemas en cashmere contra Trump.
La firma vende sus jerséis ‘Time’s Up’ por 380 dólares (unos 300 euros) y dona 100 dólares de cada venta a la organización, que lucha y defiende legalmente a las mujeres víctimas de abusos y acoso sexual tanto dentro como fuera de Hollywood. A pesar de que una cantidad importante de cada venta se destina a este fin solidario, algunas voces apuntan al elevado precio de las prendas y tachan a esta y otras marcas con productos similares de mercantilizar el movimiento. En la propia web de Time’s Up es posible hacerse con merchandising (como el que ha lucido Natalie Portman) a precios mucho más asequibles, cuyas ventas se destinan al 100% a la organización.
«No se trata de vender jerséis a las masas», defiende Rachelle Hruska de Lingua Franca. «No estamos interesados en la moda rápida. Nuestras prendas están confeccionadas en cashmere sostenible por una empresa que se preocupa por el comercio justo y la calidad y utiliza energía no contaminante. Cada pieza es cosida a mano por un grupo de mujeres en Nueva York (actualmente tenemos 50 bordadoras) que cobran 25 dólares la hora. Estamos comprometidos con pagar un salario justo y digno», añade. El objetivo de Lingua Franca es abrir el debate en torno al feminismo y crear conciencia en el mercado de las firmas de lujo, puesto que sus diseños se venden en las mismas plataformas online que los de Gucci o Prada.
No es la única que ha decidido plasmar el nombre de estos movimientos en camisetas. Tres modelos vestidas de negro abrían el desfile de la diseñadora Juana Martín celebrado hace unos días en Madrid. Lo que a priori parecían tres sudaderas lisas llevadas a modo de vestido, dejaban un potente mensaje cuando las modelos se dieron la vuelta. En la espalda podía leerse ‘Me Too’ y ‘Time is Up’, en clara referencia a los movimientos feministas contra el acoso sexual en Hollywood. «Teniendo en cuenta que tengo un escenario ideal para lanzar mensajes como es MBFWM, me pareció el momento para utilizarlo de altavoz y mostrar mi postura y mi apoyo a cualquier desigualdad que se cometa contra las mujeres», cuenta la diseñadora a S Moda. A diferencia de Lingua Franca, no tiene pensado comercializar las sudaderas ni obtener ningún beneficio económico. «Simplemente quise utilizar mi desfile para que el mensaje pueda llegar a un mayor número de personas. Es importante que la moda se implique en todo. La relevancia cultural y social que tiene la compromete a pronunciarse», afirma la cordobesa.
Al igual que ocurre con las camisetas repletas de lemas feministas que, desde hace unos meses se venden en toda clase de marcas, el debate está servido. ¿Ayudan estos mensajes al feminismo o se apropian de él para generar ruido y ventas? Para muchos la clave está en que los valores de la firma en cuestión sean acordes al movimiento. Otros, como la escritora Jessa Crispin, rechazan de plano que las empresas de moda y belleza comercialicen estos lemas. «Creo que es válido que algunos piensen que estamos mercantilizando el movimiento. Sabemos que no somos perfectos y estamos dispuestos a mejorar. Dicho esto, creo que es mejor que no hacer nada», responden desde Lingua Franca.
«Creo que siempre habrá cierto cinismo cuando lo comercial se junta con lo político. Sin embargo, me pregunto si es mejor utilizar mi negocio y mi voz como un canal para hacer algo bueno o sería mejor sentarme y no hacer nada. En el entorno político en el que vivimos, no podemos arriesgarnos a permanecer en silencio». Quién sostiene estas palabras a S Moda es la firma Kule, famosa por sus camisetas de rayas y, que hace unos días, acaparaba titulares en la prensa estadounidense tras su último lanzamiento: un pequeña colección estampada con la fecha 1973, el año en el que se legalizó el aborto en Estados Unidos. Sus camisetas reivindicativas cuestan 118 dólares (unos 95 euros) y destinan el 30% de cada venta al National Institute for Reproductive Health, organización que lucha para proteger el derecho a elegir de las mujeres. «A fin de cuentas somos una marca de moda. Fabricamos productos hechos a mano y de alta calidad, por lo que nuestros precios tienen que reflejar eso. Somos conscientes de que muchas personas no pueden pagar nuestras camisetas, pero si esta colaboración aporta visibilidad a organizaciones tan increíbles como el NIRH, vale la pena. Vestir nuestra camiseta abre un debate y, aunque no debería ser la única forma de involucración, puede ser un buen comienzo», consideran.
Antes de crear este diseño, la firma ya era conocida por sus prendas con connotaciones políticas e incluso lanzaron una camiseta con el lema ‘Love’ para apoyar a la ACLU (American Civil Liberties Union) y luchar contra las políticas migratorias de Trump. «Estamos en un momento en el que la gente quiere apoyar a marcas que representen algo. Hemos perdido ciertos clientes que están en desacuerdo con nosotros políticamente, pero los que se han quedado están mucho más comprometidos», aseguran desde Kule. Para ellos, como para Juana Martín o Lingua Franca, «la moda siempre ha tenido un elemento y compromiso político. En qué inviertes tú dinero y qué llevas puesto son formas de expresar tus valores», consideran.
Cada vez son más las firmas que utilizan su ropa como un altavoz de lo que ocurre en la sociedad, ya sea por verdadero convencimiento, por aumentar las ventas o por ambas. El gigante cosmético Hard Candy (más conocido en Estados Unidos que aquí), creó bastante polémica después de registrar la marca #MeToo unos pocos días después de que naciera el movimiento contra el acoso sexual. Según publicaba TMZ, la empresa solicitó el registro el 20 de octubre y no sería de extrañar que en cuanto esté aprobado asistamos a una plaga de pintalabios y lacas de uñas bautizados con el hashtag #MeToo. Desde la compañía confirmaron a la publicación que su intención sería donar parte de los beneficios a causas de apoyo a las mujeres pero, aunque desde S Moda hemos intentado contactarles, no hemos recibido respuesta.
Mientras que la moda de las camisetas feministas ha llegado a toda clase de marcas y en contadas ocasiones donan parte de los beneficios (algunos diseñadores sí lo hacen pero no ocurre lo mismo en grandes cadenas), en el caso de los movimientos #MeToo y Time’s Up, el componente solidario es indispensable. Cada vez más etiquetas, sobre todo, en Estados Unidos, se suman a visibilizar estas organizaciones y aportar su granito de arena a la causa. Y de paso aumentan su popularidad en redes sociales y captan a nuevos clientes interesados en transmitir su compromiso social y político a través de lo que visten. A pesar de las voces más críticas, «siempre es positivo crear conciencia y ayudar económicamente a las asociaciones que promueven estas acciones», considera Juana Martín. Y termina: «Qué mejor que algo que llevamos puesto para mandar un mensaje al mundo sobre lo que creemos de forma clara y concisa».
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