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Sienna Miller o el caso de las mujeres que pagan con su carrera las infidelidades de sus parejas

La actriz de 40 años ha sido incapaz de replicar en el cine su predicamento como icono de estilo, lastrada por el acoso y derribo que sufrió por la prensa cuando Jude Law le fue infiel. Pero no es la única en sucumbir al escrutinio machista.

A sus 40 años, Sienna Miller sigue siendo todo un referente sobre las alfombras rojas.
A sus 40 años, Sienna Miller sigue siendo todo un referente sobre las alfombras rojas.Getty (Getty Images)

Son numerosos los motivos por los que una gran promesa del cine puede ver cómo los brillantes pronósticos sobre su carrera se acaban desvaneciendo. Una desacertada selección de proyectos, una vocación menguante, un carácter difícil de gestionar hasta por el director más paciente, alguna controversia pública que convierta su currículo en material dañado para el departamento de marketing… En el caso de Sienna Miller, actriz conocida por películas como Alfie y, sobre todo, por haber sido una de las mujeres más influyentes sobre la alfombra roja en las últimas dos décadas, las razones de su malograda conquista de los cielos hollywoodienses no responden a méritos o deméritos, sino a los pecados de una prensa tan insaciable que acabaría deglutiendo hasta el prometedor futuro de la actriz.

El detonante del voraz escrutinio fue la relación sentimental que mantuvo con Jude Law desde 2004. Su compañero de reparto en Alfie era una de las mayores estrellas de cine del momento, una actualización del galán británico que combinaba éxitos de crítica y público (El talento de Mr. Ripley, Camino a la perdición, Cold Mountain) con títulos como el de “hombre vivo más sexi” otorgado por la revista People. Ella, que a sus 23 años –nueve menos que él– ya despuntaba en el teatro londinense, solo llegó a estar comprometida con él cinco meses antes de que uno de los escándalos más bochornosos protagonizados por los tabloides británicos, en la cúspide del frenesí sensacionalista de principios de siglo, dinamitara para siempre su imagen pública.

El calvario vivido por la actriz, que celebró este 28 de diciembre su 40 cumpleaños y que más de 15 después sigue siendo preguntada al respecto, arrancó cuando los medios supieron que Jude Law le había sido infiel con la joven Daisy Wright. Wright era la niñera de los tres hijos de Law, fruto de su anterior relación con la también actriz Sadie Frost, y la prensa sensacionalista no dudó en convertir a Miller, que triunfaba sobre las tablas con la adaptación de la shakesperiana Cómo gustéis, en la ‘cornuda’ oficial de Inglaterra, opacando su brillante proyección profesional. “Con ese nivel de exposición pública tras mi ruptura, tener que salir de la cama para ponerte delante de 800 personas cada noche es lo último que quieres. Estaba en un shock tremendo tras todo aquello. Fue un momento dificilísimo”, contó la intérprete a The Daily Beast, asegurando que es incapaz de recordar con exactitud lo que sucedió durante esas seis semanas.

El episodio tuvo lugar en los instantes más frenéticos y despiadados de los tabloides británicos que, despojados de escrúpulos o regulaciones normativas, vieron en ella a una nueva Diana de Gales a la que exprimir y culpar por la deslealtad de su pareja. No solo la seguían cada noche, obligándola a abandonar el teatro rodeada de guardaespaldas y con una manta tapando su cabeza; también le hackearon el móvil y accedieron a sus conversaciones privadas, publicando como exclusivas los mensajes de su buzón de voz. Unos delitos denunciados por ella ante los tribunales y que el tabloide News of the world, propiedad de Rupert Murdoch, acabó admitiendo.

De esta guisa tenía que abandonar el teatro tras cada función la intérprete por el acoso de los fotógrafos.
De esta guisa tenía que abandonar el teatro tras cada función la intérprete por el acoso de los fotógrafos.Getty (PA Images via Getty Images)

El acoso llegó hasta el punto de que una redactora de The Sun accedió a sus informes médicos y se enteró de que la joven estaba embarazada antes incluso de que ella lo hubiera comentado con su pareja o familiares. La periodista, una Rebekah Brooks entonces todavía desconocida para el gran público, llamó a su representante para discutir la publicación de la información y Miller, presionada por la situación como ella misma aseguró, acabó abortando. Por último, en una muestra más de la misoginia que ha dominado esta industria durante décadas, en el juicio se supo que los representantes de Jude Law no solo habían aprobado este espionaje, sino que habían pedido al periódico que se inventara que la actriz había sido infiel a su representado con anterioridad para así salvar la imagen pública de este. “Cuando miro atrás me preguntó cómo conseguí sobrevivir a eso… pero lo hice”, explica Miller.

Pero la lista de artistas damnificadas por el prisma machista de la prensa sensacionalista a la hora de abordar los episodios públicos de infidelidad es tan extensa como el propio Hollywood. La actriz Jennifer Garner vivió un episodio calcado al de Miller, cuando fueron públicas las noticias de que su ex Ben Affleck había mantenido relaciones sexuales con la niñera. Pese a que ya estaban separados cuando se publicó la exclusiva y no influyó en la decisión de su divorcio, Garner no solo fue involucrada en el escándalo, sino que tuvo que pronunciarse al respecto en numerosas ocasiones. Sobre la imposibilidad de desencasillarse de una narrativa mediática sabe más que nadie otra de las Jennifer célebres del show business, pero de apellido Aniston. Más de 15 años después de su separación de Brad Pitt, la protagonista de The Morning Show sigue siendo vista por muchos como la parte damnificada ante el mito de la “destruye hogares” encarnado por Angelina Jolie.

También el perfil profesional de Elizabeth Hurley se vio más afectado que el de su pareja por aquel entonces, Hugh Grant, cuando este fue detenido por la policía mientras mantenía relaciones con una prostituta, en uno de los mayores escándalos sexuales de la década de los noventa. Meg Ryan nunca pudo sobreponerse a la indignación que levantó en los tabloides su aventura con Russell Crowe, pese a que las infidelidades de su esposo Dennis Quaid eran de dominio público. Otras, como la británica Emma Thompson, han canalizado la experiencia para ofrecer algunos de sus mejores trabajos. Según confesó, para rodar la conmovedora escena de Love Actually en la que descubre que está siendo engañada por su marido, rememoró cómo se sintió cuando se enteró de que su pareja en la vida real, el actor y director Kenneth Branagh, se había enamorado de otra compañera célebre, Helena Bonham-Carter. Beyoncé, por su parte, concibió uno de sus trabajos más celebrados, Lemonade, tomando como detonante creativo e hilo narrativo el engaño de Jay-Z con la célebre “Becky la del buen pelo”.

En el caso de Sienna Miller, ella apenas necesitó 15 minutos en pantalla para convertirse en toda una revelación cinematográfica gracias a Alfie, la película que la catapultó a la fama. Con solo 23 años la encumbraron como it girl del momento: epítome y abanderada del boho-chic, invitada recurrente en cualquier fiesta y figura omnipresente en las portadas de las revistas de moda. El escándalo con Law, y la posterior batalla judicial, acabó con todo ese halo de misterio y magnetismo que emanaba su figura, aunque se ha mantenido como un referente estilístico y una invitada perenne a las galas Met. Tal fue su exposición pública fuera de los platós que, pese a haber trabajado con algunos de los cineastas más alabados de nuestro tiempo (Clint Eastwood o James Gray, entre otros), tanto directores de casting como académicos y espectadores parecieron olvidar que la primera profesión de la neoyorquina es la interpretación. Al mismo tiempo que Jude Law continuaba con su prolífica carrera sin mayores reticencias, Miller veía cómo la oportunidad de triunfar en Hollywood quedaba empañada por el escándalo.

La neoyorquina se convirtió en embajadora del estilo boho-chic.
La neoyorquina se convirtió en embajadora del estilo boho-chic.Paramount Pictures (©Paramount/Courtesy Everett Col)

Como confesó a Irene Crespo en esta misma revista, la artista “por fin ahora se siente cómoda” en la industria y, aunque fuera de la gran terna de actrices estrella de la meca del cine, anticipa un futuro profesional centrado en las labores de producción y dirección. Pero mientras llega su primera aventura como cineasta, Miller tratará de reivindicar su carrera interpretativa en 2022 con dos proyectos televisivos de primer nivel: la miniserie de suspense Anatomía de un escándalo, en Netflix, y Extrapolations, un drama sobre los estragos del cambio climático para Apple TV+ junto a Meryl Streep o Kit Harington.

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