Sara Carbonero: «Nunca comprendí por qué me criticaron en el Mundial de Sudáfrica»
A punto de poner un pie en Brasil para cubrir el Mundial y dejando a su bebé en casa, Sara Carbonero es la nueva imagen para España de la firma de chanclas flip-flops Ipanema.
Aparece Carbonero, el personaje, la nueva imagen para España de la firma de flip-flops Ipanema (tras los pasos de la brasileña Gisele Bündchen, ahí es nada); la pareja del guardameta de la selección y del Real Madrid, Iker Casillas; la reciente madre (su hijo Martín acaba de cumplir cinco meses). Pero nos sentamos ante Sara, la periodista de 30 años de Corral de Almaguer, Toledo. La mujer a la que la cadena para la que trabaja, Telecinco, ha convocado para un segundo Mundial. La que dejará el próximo fin de semana a su hijo en España para marcharse a Brasil. La que se mueve inquieta en la silla y se toca de forma incesante el pelo, largo, rebelde, oscuro, en contraste con unos labios anchos carmesí y unos ojos tan azules que parecen irreales, hasta que, harta, se lo recoge en una coleta. Una entrevistada que confiesa, sin dudar, que el día más feliz de su vida lo vivió en un hospital, cuando nació su bebé; que responde con cortesía y que sabe, como dice, que «los periodistas no debemos tener ningún tipo de censura y que la noticia es la noticia». Y ella, hoy, vuelve a serlo.
Hay quien le diría que lo de ser periodista y hacer publicidad podría estar reñido.
¡Pues mira cuántos periodistas hay haciendo anuncios en televisión! La clave, y lo que yo defiendo, es identificarme con marcas que no perjudiquen mi credibilidad. Además, me dedico al periodismo deportivo, quizá sería diferente si hiciera un informativo general. El deporte, al final, es un juego.
Pero también es una información seria.
Por supuesto. Por eso digo que soy muy selectiva. Y creo que lo que he escogido hasta el momento no ha sido incompatible con mi profesión ni con mi profesionalidad. De todos modos, si lo hubiera sido, se encargarían de decírmelo, porque yo lo consulto todo con mi cadena.
¿Quién es un ejemplo para usted en este sentido?
Me gusta Susanna Griso. O Ana Rosa Quintana. Son periodistas que vinculan su imagen a revistas, marcas o perfumes, pero que luego se meten en un plató y son consideradas profesionales serias. Saben compaginar perfectamente las dos cosas.
¿Con qué criterios elige para qué marcas trabaja, aparte del factor económico?
No todo es dinero. De hecho, son más las ofertas que rechazo. Solo hago aquello con lo que me siento cómoda, no haría publicidad de algo que nunca utilizaría. En el caso de Ipanema, evoca un look de playa juvenil con el que me veo, no me siento disfrazada. Además, es una colaboración larga, me gusta la estética de la campaña y que esté vinculada a Brasil.
Y a Gisele Bündchen. ¿Cómo se enfrenta a las comparaciones?
Sin comparaciones: saldría perdiendo (ríe). Pero me gusta que trabajemos para la misma marca, ya que ella me encanta. Es espectacular, carismática y solidaria.
¿Qué es lo que más le atrae de esta otra faceta suya?
Siempre me ha gustado el mundo de la moda, desde que era niña. Y las sesiones de fotos son divertidas. Para mí es un halago que haya mujeres que quieran vestir como yo. Si les sirves como referente, eso siempre es positivo. Pero no me obsesionan las tendencias, no las sigo mucho. Llevo las prendas con las que yo me veo bien y son bastante básicas. Por eso creo que hay mucha gente que se identifica con mi estilo. En un futuro también quisiera unir estas colaboraciones de moda con alguna causa benéfica y así aprovechar su potencial.
Camisa de Hermès, pantalón de Massimo Dutti y chanclas de Ipanema.
Richard Ramos
Sara Carbonero se hizo periodista, explica, porque le gustaba «escribir y comunicar». Recuerda que de pequeña escuchaba siempre la radio. Lo del deporte fue algo accidental. Lo veía y lo practicaba, sobre todo tenis y baloncesto, pero llegó a él porque en segundo de carrera, tras haberse estrenado ya un verano en la SER en Tarancón con la información local –«desde agricultura, pasando por encuestas en la calle hasta las ofertas del supermercado»–, la cogieron como becaria en Radio Marca. «Y ahí me di cuenta de que me gustaba muchísimo. El deporte no aburre, es apasionante y además es un periodismo bonito», describe. Después pasó a La Sexta, cuando nacía la cadena. Y en 2009, a Telecinco. Entonces conoció a Casillas. Y llegó el Mundial de Sudáfrica de 2010, la victoria de la selección y el famoso beso en directo. Y ya nada volvió a ser igual. Ahí, Sara Carbonero, la famosa, multiplicó las solicitudes de las marcas y las revistas, vio cómo los rankings la situaban entre las mejor vestidas y copiadas y hasta cómo su sonrisa era la más codiciada en los resultados de una seudoencuesta realizada por una clínica dental.
Ha pasado en poco tiempo de estar de un lado al contrario, de preguntar a ser preguntada. ¿Qué ha descubierto de cada bando?
Cuando estoy en el lado del periodista, sé perfectamente hasta dónde puedo llegar. Si a una persona le puede incomodar cierto tema, me pongo en su piel y sé cómo debo trasladarle la cuestión. Porque hay maneras y maneras de preguntar. Y cuando me toca responder, me planteo: ¿Sara, tú harías esa pregunta? ¿Sí? Pues entonces responde, aunque sea con una sonrisa.
¿Ha dejado de dar alguna noticia por conflicto de intereses?
No. Jamás he tenido ningún problema ni he dejado de decir nada. Presento un informativo de cinco minutos, así que me limito a dar titulares, sin opinar. Si hiciera otro tipo de programa, como una tertulia deportiva de cuatro horas, quizá sí tendría alguna dificultad. Pero no es mi caso.
¿Qué se preguntaría a sí misma?
Cosas facilitas y agradables (risas). Ya me han hecho todo tipo de preguntas, ¡más de las que se me podrían ocurrir! Pero supongo que ahora es lógico hablar del bebé, porque estoy muy pesada con ello y todo lo relaciono con él. Hablaría sobre la maternidad y por ese antes y después que supone.
¿Es cierto eso de que cuando se tiene un hijo se relativiza todo más?
Sí, te cambia el orden de las prioridades. Yo siempre digo que el bebé me ha dado libertad, aunque la gente no lo entienda. Con ello me refiero a que te libera de otras cosas que antes tenías en la cabeza, de cargas, pesos… Ahora lo más importante es centrarse en él y eso te hace sentirte mejor, más positiva. A lo que antes le dabas vueltas un día entero, ahora, con solo ver al niño, se te olvida.
Top y falda, ambos de Céline; y sandalias de Ipanema.
Richard Ramos
La periodista también cuenta que ha aprovechado su baja maternal para preparar la cita deportiva brasileña: «España puede ganar de nuevo, pero no se lo van a poner fácil. Es la campeona y, por tanto, el principal rival. Además, el primer partido es contra Holanda: justo se vuelven a ver las caras los dos equipos que jugaron la final en Sudáfrica. Empezamos con un plato fuerte. Y no olvidemos que Brasil juega en casa». Es consciente, además, de que los espectadores más críticos y los objetivos más indiscretos también pueden querer convertirla a ella en noticia. Aunque ya, asegura, no es la misma Carbonero que apareció en la portada de The Times, durante la pasada Copa, acusada de ser la responsable de «desestabilizar» a Casillas, tras la derrota de España ante Suiza, por estar situada cerca de la portería. «Me han criticado en otras ocasiones por equivocarme, pero aquello sigo sin comprenderlo. De todos modos, si me ocurriera ahora, hasta me reiría», dice. Han pasado cuatro años, y aunque muestra cierta timidez (con una mirada esquiva o por cómo gesticula mientras agita sus pulseras de plata), hoy, afirma, tiene «mayor seguridad, tranquilidad y experiencia».
Da la impresión de que a Sara Carbonero o se la ama o se la critica fácilmente.
Sí, a veces también tengo esa sensación. Durante el Mundial de Sudáfrica yo me coloqué siempre donde decía la FIFA que debíamos estar los periodistas a pie de campo. Puedo llegar a entender que nuestra relación se comentara en corrillos, pero en la portada de The Times…
Usted, que tiene una gran exposición pública, ¿cómo evalúa o establece los límites de lo que quiere contar y hasta dónde está dispuesta a mostrar?
A mí no me gusta esa exposición ni ser perseguida. A nadie le gustaría, porque es todos los días, las 24 horas, y agobia. De alguna manera, te quita libertad. Pero lo asumes, claro, porque mi vida es diferente a lo que sale en las revistas. Y así, incluso, algunos días hasta consigues olvidarte de ello. Lo que he decidido mostrar de mi intimidad lo hago de forma desinteresada. Por ejemplo, decidí abrir un blog para devolver el cariño que recibía de la gente y poder corresponderles de alguna manera. O Iker colgó la foto de nuestro bebé en Instagram para que todo el mundo pudiera verlo.
Afirma que su mayor virtud es la sensibilidad.
Y la paciencia. A veces la sensibilidad también tiene su lado negativo, porque todo te emociona o te afecta demasiado.
¿Estos años en los que ha incrementado su fama le han hecho más insensible?
No, sigo igual. Eso no se puede cambiar. Si eres así, si eres de las que te implicas mucho, es difícil que eso cambie. Aunque ahora creo que soy sensible con las cosas que de verdad lo merecen. De las otras, paso.
Una de sus aficiones es la música, ¿hay alguna estrofa de alguna canción que crea que la define bien?
Quizá las letras de Fito y los Fitipaldis. La canción Antes de que cuente diez. Pero no me voy a poner aquí a cantar ahora.
Bueno, si quiere hacerlo…
¡No! (Risas). La de Fito dice: «No voy a sentirme mal si algo no me sale bien, he aprendido a derrapar y a chocar con la pared, que la vida se nos va como el humo de ese tren, como un beso en un portal antes de que cuente diez». Toda la canción va de que la vida es un suspiro y hay que relativizar. Busca luego la letra entera en Google. Es de las que escuchas y te pones a cantar.
Vestido de Chloé y sandalias de Ipanema.
Richard Ramos
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