Y Dios creó a Beyoncé: el fenómeno de las misas cristianas inspiradas en la estrella del pop
El halo de la artista de Houston ha inspirado un servicio religioso que se sirve de su vida y éxitos para predicar el mensaje cristiano y que ya ha llegado a ciudades como Nueva York, Los Ángeles o Lisboa.
El ambiente era propicio. Pocos días antes de que la reverenda Yolanda Norton decidiera subirse al altar por primera vez, Beyoncé había hecho lo propio en su púlpito particular, el escenario del festival de Coachella, ante unas cuantas decenas de miles de personas más. El 14 de abril de 2018, vestida como una diosa egipcia, la artista se alzó como la primera mujer negra en liderar el cartel del prestigioso certamen desplegando un espectáculo tan apabullante que incluso su legión de fieles pidió que la cita se rebautizara de ahí en adelante como Beychella. El suyo fue un concierto digno de convertir en beatos a los ateos. Literalmente. Solo nueve días después, más de mil personas se agolpaban la tarde de un miércoles en una catedral de San Francisco –que apenas suele reunir a medio centenar– para rendir culto a la cantante en una misa convertida a día de hoy en fenómeno global.
Los Beyoncé Mass son servicios que se inspiran en la vida, letras y música de la estrella para reflexionar sobre la influencia del género y la raza en la fe cristiana, especialmente con respecto al papel de la mujer negra dentro de ella. Los Hosanna en el cielo y los Qué alegría cuando me dijeron han dejado paso a los Survivor, Halo o Listen, éxitos de la cantante tejana que como el góspel ejercen de catalizador e hilo conductor de la ceremonia. La de San Francisco, en la Grace Cathedral, fue la primera en celebrarse con Yolanda Norton, profesora especializada en el Viejo Testamento, como creadora y predicadora. Malcolm Clemens, decano de la institución, explicaba así cuál era el objetivo del servicio que iba a tener lugar entre sus sagradas paredes: “Dios está en todas las cosas y Beyoncé ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. La Iglesia no ha tratado de forma justa a las mujeres negras y es hora de afrontar esa verdad”. No es la primera vez que la congregación se atreve con metáforas de este calibre ya que en los años 60 ofrecieron una que tenía como figura central a la leyenda del jazz Duke Ellington.
Norton ya había impartido un taller al respecto titulado Beyoncé y la Biblia Hebrea en el seminario en el que trabaja, pero ni ella misma podía imaginarse el éxito de un proyecto que ha recorrido medio mundo para oficiarse en ciudades como Los Ángeles, Nueva York o Lisboa. Además del sermón ofrecido por Norton, la ceremonia se basa en la lectura de diferentes episodios de las sagradas escrituras que establecen paralelismos con las letras o acontecimientos vitales de la artista, mientras que un coro y un grupo de bailarines interpretan algunos de sus éxitos más reconocibles. “Es empoderador y liberador para todas las que no somos Beyoncé permitirnos sentir las cosas que sentimos, sabiendo que esta mujer que parece tenerlo todo también ha pasado por los mismos traumas e infortunios que nosotras”, asegura la reverenda en The New York Times.
Las Beyoncé Mass se han enfrentado a las críticas de los creyentes más fundamentalistas que afirmaban que el servicio veneraba a la intérprete de Crazy in love por encima del mismísimo Jesucristo. A pesar de las amenazas a través de redes sociales, correos electrónicos y llamadas telefónicas, cada ceremonia se ha celebrado con éxito y en tranquilidad, congregando a un sorprendente número de personas no practicantes. “El mensaje que escucho cuando vengo a la misa es que aquí hay espacio para todo el mundo. Siendo una persona transgénero, la Iglesia no ha sido nunca un lugar seguro o cordial conmigo”, explica Andy, un estudiante que toca el bajo en la misa. “Lo importante es que han puesto a las mujeres negras en el centro de la conversación, y no es algo a lo que estemos acostumbradas. Pero lo más gratificante es ver a gente de todas las edades, colores y tamaños juntarse para adorar y hablar”, añadía Ayana, natural de Oakland, en el San Francisco Chronicle.
La ceremonia se califica como womanist (mujerista), un movimiento que, sostienen, se diferencia del feminismo por la mayor identificación de este último con las mujeres blancas. “El mujerismo reconoce y celebra las vidas, belleza, cultura, espiritualidad y experiencias de las mujeres negras y está comprometido con la supervivencia, bienestar y la integridad de todo el mundo”, conceden. En su página web ofrecen la posibilidad de contratar la celebración de estos eventos en cualquier comunidad, congregación, seminario u organización no gubernamental.
La ganadora de 22 premios Grammy todavía no se ha pronunciado públicamente sobre qué le parece este culto divino hacia su persona, pero no es la única gran estrella del mundo de la música en tener a toda una iglesia a su servicio. Kanye West, rapero y amigo íntimo del matrimonio formado por Beyoncé y Jay-Z, oficia desde hace meses una misa dominical ante un selecto grupo de invitados en los que conjuga la música góspel con la espiritualidad y la experiencia sensorial. En la larguísima lista de asistentes célebres encontramos nombres como los de Brad Pitt, Katy Perry, Sia y, por supuesto, todo el clan Kardashian. West fue explícito sobre qué es lo que mezcla ambos elementos: “El hip-hop es, en cierto modo, una religión y los raperos son los predicadores, la música las escrituras… Vas a un concierto, levantas tus manos en el aire, cantas canciones y sí, pagas algo de dinero. Es como ir a la iglesia”.
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