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Megan Ellison, la salvadora (millonaria) del cine independiente

Con sólo 26 años, la heredera de la sexta mayor fortuna del planeta está llamada a ser la futura Harvey Weinstein de Hollywood gracias a un cultivado gusto por el buen cine.

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“Le daría un Oscar a Joaquin Phoenix por su trabajo en The Master sólo por el trailer”, twitteó hace unos días la actriz Kirsten Dunst. Si hay alguna película que esté llevando a límites insospechados la expectación ante su estreno, es el último proyecto del director Paul Thomas Anderson (Magnolia, Pozos de ambición). El film, en el que un carismático intelectual (Philip Seymour Hoffman) inicia una religión  bautizada como “La Causa”, tiene demasiadas similitudes con la iglesia de la Cienciología. La trama es contemporánea a los inicios del movimiento, Hoffman se parece sospechosamente a su fundador, Ron L. Hubbard –su esposa en el film (Amy Adams) se llama igual que una de sus mujeres–, y tal y como ocurrió con la Cienciología, parte de la expansión del movimiento se da en la travesía de un barco. Hasta Tom Cruise, figura visible de la organización, frunció el ceño cuando Anderson le mostró en privado parte del metraje hace unos meses.


Dejando de lado los problemas que Cruise haya podido tener con el film, la película se estrenará en octubre gracias al talonario de Megan Ellison, una joven de 26 años que ha pagado de su propio bolsillo los 40 millones de dólares que ha costado la cinta. Ellison no sólo ha logrado sacar adelante una película que parecía estancada tras el rechazo de Universal y del productor de El árbol de la vida. También se ha comprometido a financiar el próximo proyecto de Anderson, que estará basado en la novela Vicio Propio de Thomas Pynchon. La nueva mecenas de Hollywood no quiere ser flor de un día. Su productora, Annapurna Pictures, se ha hecho con los derechos de la quinta parte de Terminator (previo pago de 20 millones de dólares), estrenará próximamente el thriller de la oscarizada Kathryn Bigelow sobre la caza y captura de Bin Laden (Zero Dark Thirty), financiará la peli de terror que preparan Spike Jonze y Charlie Kaufman y será la productora ejecutiva del homenaje a las artes marciales que Wong-Kar Wai dirige en The Grandmasters. Proyectos arriesgados para una industria demasiado pendiente del box office y que ya le han hecho valerse con el título de la “salvadora” del cine entre los mentideros de Hollywood. 

¿Cómo una chica que no ha acabado sus estudios puede hacerse con proyectos que incluyen en sus castings a estrellas de la talla de Brad Pitt, Joaquin Phoenix o James Gandolfini? Heredera de la sexta mayor fortuna del planeta según Forbes, el padre de la productora de la que todo el mundo habla es Larry Ellison, CEO del imperio de software Oracle y dueño de una isla del archipiélago de Hawaii, valorada en 500 millones de dólares. La heredera, que mantiene un perfil bajo, no posa en las alfombras rojas y nunca ha concedido una entrevista, reúne todos los ingredientes  para convertirse en la mujer que derrocó a la tiranía de los blockbusters del siglo XXI. Sabe de cine porque pasó su infancia compartiendo yate con David Geffen (cofundador de Dreamworks) y su casa era un reguero continuo de personalidades de los estudios o genios de Silicon Valley –Steve Jobs era íntimo de su familia–. Con la estabilidad que da saber que tu padre tiene en el banco la friolera de 36.000 millones de dólares, Ellison se ha lanzado a la producción de películas por las que nadie apostaba un céntimo y en apenas tres años ha logrado que la industria la sitúe como digno reemplazo del temido Harvey Weinstein. Tal y como sucede con el fundador de Miramax, la heredera cuenta con el apoyo de su hermano, David, que también está en la industria, pero más especializado en superproducciones como Misión Imposible 4 o, increíble pero cierto, la secuela de Top Gun. Ambos fueron productores ejecutivos de Valor de Ley, el western de los Cohen que les dio más de una alegría en taquilla.

Michael Benaroya, Randall Emmett, Megan Ellison y Brandon Grimes en el Festival Internacional de Toronto.

Getty Images

Aunque podía haber seguido la estela de otras herederas millonarias a lo Paris Hilton, Ellison huye del cliché de party girl  sin armar escándalo, twitteando citas de Ayn Rand, y conduciendo su Aston Martin por Hollywood con camisetas de Led Zeppelin. Lo hace ahora, escarmentada tras padecer las consecuencias de los efectos de internet. En 2007, cuando dejó los estudios y se dedicó a viajar por el mundo, la hijísima no escapó al fenómeno virtual del momento, la red social Myspace. Las webs de cotilleos se hacían eco de sus actualizaciones, como indicar en su perfil que era bisexual o colgar fotos de sus borracheras. En una de ellas, con una copa de cristal en una mano y un teléfono en la otra, escribió al respecto: “En París, llamando a papá borracha tras tres botellas de Dom (Perignon)”.


Tras reparar su imagen con un silencio sepulcral, Ellison acoge a todo director indie con caché artístico que se precie en el cuartel base de su productora, en las colinas de Los Ángeles. Un compound valorado en 33 millones de dólares, con piscinas y vistas a la ciudad. Una base de operaciones que combina con la supervisión de sus producciones, porque no hay nada más cool que callejear por Shanghai con Spike Jonze, o acompañar a Bigelow hasta la India para rodar una de las películas del año.
“A todos los recién llegados: sólo tengo una regla. Todo el mundo lucha. Nadie abandona”, twitteó hace poco, citando una frase de Starship Troopers. Un aviso para navegantes que demuestra que ambición y ganas, no le faltan.

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