Joe Alwyn, mucho más que el «precioso» novio de Taylor Swift
El actor británico, musa de las letras de la cantante, deja atrás la coletilla de ‘pareja de’ con el estreno consecutivo de hasta cuatro películas con ambición de Óscar y el favor de firmas como Prada.
En el estribillo de Gorgeous, sencillo promocional de su último álbum Reputation, Taylor Swift es explícita: “Eres tan precioso que ni siquiera puedo hablarte a la cara. Te miro y me enfado contigo por hacerme sentir así”. El título de la ópera prima de Jonás Trueba, Todas las canciones hablan de mí, se cumple de forma literal en el caso del británico Joe Alwyn, pareja pública de la cantante desde principios de 2017 y que ha inspirado hasta una decena de temas del segundo disco más vendido en todo el mundo el pasado año. El joven de 27 años, en cuyos «ojos azules como el océano» Swift asegura ser capaz de “ahogarse y morir”, ha cosechado en los últimos tiempos una popularidad ajena a los frutos de su trabajo como intérprete. Alwyn parece dispuesto ahora a alejarse cuanto antes de la sombra que proyecta la repercusión global de su pareja con una de las agendas más saciadas y estimulantes de lo que resta de curso cinematográfico. El festival de Cannes anticipó este pasado mayo su inminente explosión otorgándole el prestigioso trofeo Chopard al talento revelación masculino del año y las grandes firmas de lujo ya se han fijado en él. La coletilla de ‘novio de’ tiene fecha de caducidad.
Este “tipo majísimo” –en palabras de Ed Sheeran– ha intentado por todos los medios emancipar su carrera profesional de la mediática relación sentimental. Admirador del cine de Paul Thomas Anderson y del difunto Philip Seymour Hoffman, llevó en secreto durante toda la infancia sus deseos de ser actor y ahora repite actitud con la que podría ser una de las parejas más mediáticas de la industria desde que fuesen presentados en la gala MET de 2016. Ella era la mayor estrella sobre la alfombra roja aquella noche; él, un completo desconocido, el ‘más uno’ de su compañero de reparto Garrett Hedlund. Swift se mudó a Londres durante casi un año para acompañar a Alwyn en sus rodajes, integrándose como una más en su círculo de amistades, mientras este residía aún en el hogar familiar. Ahora la pareja vive en California, donde la cantante prepara su gira internacional y Alwyn la promoción de los trabajos venideros. Lejos de la fama de los anteriores romances de la cantante, el también intérprete Tom Hiddleston o el dj Calvin Harris, las contadísimas imágenes que se tienen de ellos los sitúan disfrutando de la noche londinense o haciendo senderismo en Malibú.
Durante el último cuatrimestre del año, este londinense de 1,85 cm de altura y porte heredado de los galanes clásicos del cine británico como Laurence Olivier o Michael Caine, tiene pendiente de estreno hasta cuatro filmes con opciones serias de luchar en la carrera hacia los Óscar. Si hay una presencia fija en la alfombra roja este año es la suya, y quién sabe si por primera vez posando junto a su célebre pareja. El primer photocall que deberá enfrentar es el de Operation Finale, filme protagonizado por Oscar Isaac y que narra la caza del militar nazi Adolf Eichmann por parte un grupo de espías israelíes en la década de los 60. En The Favourite, un drama de época ambientado en la Inglaterra del siglo XVIII, comparte cartel con Rachel Weisz y Emma Stone, a quien varios medios señalan como la celestina de la pareja. Dirige Yorgos Lanthimos, celebrado cineasta de obras como Langosta.
Alwyn tomará el relevo de contemporáneos como Timothèe Chalamet o Lucas Hedges, que en la pasada edición de los Óscar contaron con varios filmes en la puja por hacerse con la estatuilla, como figura omnipresente en los patios de butacas. El actor no abandona los libros de historia para meterse en la piel del consejero y amante de la reina Isabel I de Inglaterra, interpretada por Margot Robbie, en Mary Queen of Scots, que aborda el enfrentamiento de la monarca con su «prima» María Estuardo (a la que da vida Saoirse Ronan). Por último, el londinense dará la réplica al mencionado Hedges (Manchester frente al mar) en Boy Erased. Esta adaptación del best-seller autobiográfico de Garrard Conley cuenta la historia del hijo homosexual de un pastor bautista que se ve obligado a acudir a un campamento de reconversión sexual. Dos primeras espadas como Nicole Kidman y Russell Crowe dan vida a los padres del personaje protagonista.
El mundo de la moda también forma parte de su agenda. Ha sido imagen de la colección primavera 2018 de Prada, objetivo de la cámara de Mario Testino junto a Gigi Hadid (otra miembro ilustre del clan Swift) para Vogue y se ha dejado ver en el front row de firmas como Lanvin o Burberry. Comprometido con la realidad social, al ser preguntado en The Hollywood Reporter por el problema más acuciante que debía resolver la industria, Alwyn fue claro: “el abuso de poder por parte de los hombres y la igualdad de género, especialmente a raíz de lo que hemos visto en las noticias en los últimos tiempos”.
Su filmografía hasta la fecha ha sido tan meteórica como agridulce. Hasta hace poco menos de dos años jamás se había visto a sí mismo en una pantalla grande. Tanto es así que su primer viaje a Estados Unidos fue el concertado por la directora de casting del filme que le reportó su primer trabajo como actor en Billy Lynn, película dirigida por Ang Lee (La vida de Pi). Alwyn todavía era un estudiante de arte dramático cuando tuvo la oportunidad de dar vida al militar estadounidense que regresa de la guerra de Irak para realizar una gira promocional por su país. “Desde su primera lectura, desde la mitad de la primera escena, no había duda; es un talento de altísimo nivel”, declaró a Indiewire el dos veces ganador del Óscar al mejor director, al que solo le preocupaba que el actor fuera “demasiado guapo” para el papel.
La llegada de Billy Lynn a los cines fue seguida de un tremendo batacazo en taquilla, según la revista Forbes, uno de los veinticinco peores estrenos de la historia para un filme de lanzamiento masivo (de más de mil salas). Buena parte de la crítica culpó del fracaso a su formato de grabación experimental de 120 fotogramas por segundo, casi cinco veces la velocidad estándar, y récord para un largometraje comercial. La hiperclaridad lucía más artificial para el ojo humano, tanto en las texturas de los escenarios como en la gestualidad de los intérpretes. Siendo la cabeza visible del cartel, pocos logran recuperarse de un palo así en la industria; menos aún cuando supone la primera entrada en tu perfil IMDB. A tenor de los proyectos futuros ese no será el caso de Joe Alwyn, mucho más que una cara “preciosa”.
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