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Jessica Chastain: «Hay algo ‘sexy’ en el espionaje»

De deslumbrar en la alfombra roja con modelos de Alexander McQueen a vestirse de agente de la CIA para rodar en Oriente Medio La noche más oscura. La pelirroja de moda promete seguir dando mucho que hablar en 2013.

Jessica Chastain

Jessica Chastain podría pasar por flor de un día. De hecho, esta californiana de 35 años tiene un aspecto delicado. Como buena pelirroja, es muy pálida de piel. Además, es muy recatada, tanto en su tono de voz como en su presencia. Lo último que se piensa al verla con su pelo largo y lacio, recogido en una coleta nada seductora, y vestida con un traje de corte japonés, que hace poco por resaltar su figura, es que ella es una estrella. Su nombre empezó a sonar de la noche a la mañana hace un año con películas como La deuda (2010) y títulos como «la nueva musa de Terrence Malick» en El árbol de la vida (2011). Así hasta conseguir la candidatura al Oscar a la mejor actriz secundaria por Criadas y señoras (2011). Su año fue 2012. Pero el éxito, lejos de desvanecerse, como ha pasado con otras, parece ir a más; y con una nueva candidatura en sus manos, la posibilidad de que en 2013 consiga la estatuilla a mejor actriz por su trabajo en La noche más oscura (2012) es casi una certeza. Sin embargo, Chastain sigue pasando desapercibida en la realidad. Los vestidos McQueen, Elie Saab o Gucci los reserva para la alfombra roja; y su genio –como demuestra en el papel de ese operativo de la CIA cuyo tesón llevó a la muerte de Osama Bin Laden– lo deja para la pantalla.

«Lo más divertido de mi trabajo es que no tengo nada que ver con el personaje que interpreto. Maya es lo menos parecido a mí que puedes encontrar», asegura Chastain. «Para empezar, soy de lo peor guardando información confidencial. Algo inaceptable si eres agente secreto. Además, soy vegetariana. Tampoco voy por ahí matando gente. De hecho, cualquiera que me conozca sabe muy bien que soy una persona alegre que disfruta de la vida y de estar rodeada de mi familia y amigos. Todo lo contrario a Maya, siempre absorta en su trabajo, sin perder de vista su meta».

¿Cuál fue entonces su interés por formar parte de una de las películas más polémicas del año?

Trabajar con Kathryn Bigelow [primera mujer en ganar el Oscar a la mejor dirección por En tierra hostil (2008)], alguien con una inteligencia increíble y una fortaleza aún mayor. Sabe perfectamente lo que quiere, pero nunca pierde ese toque personal que la hace sentir cercana. Conocer a Mark Boal, el guionista, con quien aprendí tanto del mundo en el que vivimos que fue como volver al colegio. Interpretar una historia que me habría roto el corazón perderla… Son tantas las razones que, desde que supe que había conseguido el papel hace como un año, quería gritarlo a los cuatro vientos. ¡Y no podía decir nada! ¡Ni a mi familia!

¿Conoció a la verdadera Maya?

Nunca llegué a verla en persona, aunque sé cosas de ella que no puedo contar. Es irónico que algún día pude haber estado con ella sin saberlo o que ella esté viendo mi trabajo sin que nos conozcamos. Protegemos la identidad de todos aquellos a los que hace referencia la película porque muchos todavía son miembros en activo de la CIA. Según el libro de Mark Owen [pseudónimo de Matt Bissonnette, agente de las fuerzas especiales que llevaron a cabo el asalto contra Osama Bin Laden y autor de No Easy Day], se llama Jen y se refiere a ella en los mismos términos en los que nosotros hablamos de Maya. Con todo lo diferentes que podamos ser, sé que la entiendo.

¿Cuáles serían sus puntos en común?

Si nos ponemos frívolos, creo que yo sería una buena espía (risas). Porque me encanta poner voces, impostar acentos, disfrazarme, cambiar de peinado… Vamos, una perfecta Mata Hari a la hora de conseguir información, pero terriblemente mala a la hora de coger un arma.

Sin embargo, se ve en medio de algunas de las escenas de tortura más crudas mostradas en cine (dada su atención al detalle).

Sin duda, ha sido el trabajo más duro de toda mi carrera; y tuvo su precio. Es un placer interpretar un personaje como Celia Foote, de Criadas y
señoras
. Alguien a quien no me importaría parecerme en la vida real o al menos conocer. Maya es otra cosa.

¿Cómo puede olvidarse por completo incluso de ella misma con tal de perseguir un objetivo?

Y como mujer, al principio me asustó verme en un mundo donde la tortura es una realidad. Igual que me sentí intimidada en los lugares en los que rodamos, a unos 200 kilómetros de la frontera con Pakistán, en una verdadera prisión de Jordania, donde todos los días tenía que pasar delante de los guardas, hombres que sabían cómo hacerse notar. O llegar a un restaurante en Amán donde solo traían platos para mis compañeros de rodaje, hombres, y nada para mí. Me sentí amenazada, mentiría si digo otra cosa, pero soy alguien que no deja que el miedo domine su vida.

¿Le sorprendió que fuera una mujer quien dio caza al hombre más buscado del mundo?

¡Como a todos! En las películas estamos acostumbrados a ver que, si hay una mujer espía, todo lo que consigue es por medio del sexo; pero aquí tenemos a una agente real de la CIA, a una mujer que logra el objetivo gracias a su cerebro y a su ordenador. Una historia que debería servir de ejemplo.

Aunque también nos muestra lo atractivas que son las mujeres de la CIA.

Hay algo en esto del espionaje, de moverse en un mundo lleno de secretos, que los hace más sexy… ya sean hombres o mujeres (risas).

Con un año que acaba de empezar y que no podría ser más prometedor, ¿cuáles son sus deseos para 2013?

Solía ser un lince con esto de los propósitos de año nuevo. De hecho, siempre cumplía mis objetivos. Pero ahora que mi vida es un sueño hecho realidad no sé qué decirte. ¿Pasar más tiempo con mi familia? Los últimos dos años apenas he parado y he visto poco a los míos. Menos en Navidad, que hemos acabado todos juntos apiñados en mi apartamento de Nueva York, con algunos miembros de la familia durmiendo en colchones inflables y cosas así. Pero no hay nada más divertido que recibir el año en medio de Times Square.

¿No le ha dado tiempo a cambiar de casa?

Me acabo de comprar el apartamento en Nueva York. Es perfecto porque vivo a dos manzanas de Washington Square y estoy trabajando en Broadway, interpretando La heredera, una obra basada en la novela Washington Square de Henry James (risas). Me encanta el sitio y tanto mi familia como yo estamos acostumbrados a vivir en espacios reducidos. Nos gusta estar juntos. No nos criamos en ningún palacio.

¿Algún regalo memorable en estos días?

Lo primero que me viene a la cabeza es un reloj de mi abuela que recibí hace años y que es como un colgante. Está roto –y no funciona– pero es una de mis joyas preferidas. Aunque recientemente recibí un reloj de Harry Winston del que me he enamorado.

¿Se puede saber de quién es el regalo?

No, en eso sí me parezco a Maya. En la discreción. Me gusta ser conocida por mi trabajo, no por mi vida privada. Me prometí a mí misma que nunca saldría con un compañero de trabajo –llámele actor o director–; y que mantendría mi vida privada en secreto. Y quiero que siga así.

Sin embargo, a nadie se le escapa la ironía de que su hermano menor está en el ejército.

Es más divertido todavía porque coincidimos con unos cuantos militares en Jordania que hicieron de extras en la película y que eran de la misma promoción que mi hermano. Seguro que luego le tomaron el pelo por mi culpa. De hecho, siempre me pide que no hable de él porque lo llaman Mr. Hollywood y no le hace nada de gracia.

Y además de amante de la familia, ¿cómo es la Jessica de a pie?

Me encanta cocinar. Soy una tonta con los animales, los adoptaría a todos. Y disfruto pasar el tiempo libre, cuando lo tengo, con mi familia y amigos, yendo al cine, al teatro o al ballet.

¿Y a la hora de viajar?

Como ya he dicho, el mejor regalo para este año, y mi propósito, es tener algo de tiempo libre porque llevo dos años sin parar. Bueno, me tomé unas pequeñas vacaciones justo antes de empezar en Broadway. ¡Mis primeras vacaciones en años! Fui a Niza y allí coincidí con unos amigos para ir en barco por Saint Tropez, Cannes, Portofino, Cinque Terre… Suena maravilloso, ¿verdad? Y seguro que lo fue. Pero al segundo día me atacaron unas anginas que me dejaron baldada. Mis amigos me dijeron que era normal, que cuando uno finalmente echa el freno después de trabajar tanto las defensas se relajan y es muy fácil caer enfermo.

¿Es otra de sus supersticiones? Porque tengo entendido que es algo supersticiosa…

Solo a la hora de volar, pero las hay peores que yo… ¡Que se lo digan a Isabelle Huppert! Ella es de las que se pone a gritar dentro del avión si le da el ataque de pánico. Yo no lo llevo tan mal. Eso sí, tengo que tocar el exterior del avión y poner los dos pies a la vez en la puerta cuando entro. Así me siento segura aunque sé que es algo complicado de explicar a las azafatas de vuelo.

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