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Jane Fonda: “No entiendo por qué el sexo de las mujeres de mi edad se toma a broma»

A sus 81 años, la veterana actriz defiende el sexo en la edad madura. Su objetivo: desmontar tabúes gracias a la serie Grace and Frankie, junto a Lily Tomlin.

Jane Fonda.
Jane Fonda.Getty

“A nuestra cultura no le gusta que las personas con arrugas hablen sobre sexo. A los niños tampoco les gusta pensar que sus padres lo practican. Pero el grupo demográfico de más rápido crecimiento en el mundo son las mujeres mayores y muchas de ellas lo hacen de forma placentera”. La que habla es Jane Fonda (Nueva York, 1937) que reivindica la arruga y el sexo entre las personas mayores de 70 años (ella tiene 81) en la mesa redonda anual de actrices de comedia convocada por The Hollywood Reporter. En el último número de la publicación, se destaca la entrada triunfal de la actriz a la sesión de fotos, anunciando a su llegada que tenía un pelín de resaca. Realidad y ficción parecen mezclarse en su vida. En la divertida Grace and Frankie, de la que Netflix ya ha anunciado sexta temporada para el año que viene, lo único que come su personaje (Grace) son las aceitunas de sus habituales Martinis. Para sus compañeras de reportaje, entre ellas, Phoebe Waller-Bridge –la brillante creadora de Fleabag y Killing Eve–, la Fonda es un mito viviente, un ave fénix a la que la plataforma de streaming le dio la oportunidad de protagonizar su propia serie junto a Lily Tomlin (Frankie). Dos mujeres que, tras divorciarse de sus respectivos maridos, al salir estos del armario y confesarles su relación, comienzan a vivir juntas y juntas hablan, claro está, de las relaciones sexuales que siguen manteniendo a su avanzada edad.

“La sexualidad femenina de las mujeres de 70 y 80 años ha sido objeto de broma o simplemente ignorada en el cine y la televisión”, explica la actriz, que acaba de estrenar también la película Book Club (se puede ver en Movistar+), junto a otras incombustibles, como Diane Keaton, Candice Bergen y Mary Steenburgen, en las que un grupo de amigas comparten opiniones sobre la erótica saga Cincuenta sombras de Grey. Y fue de su propia experiencia de la surgieron muchas de las ideas para la serie. La actriz decidió escribir un libro tras entrevistar a personas de hasta 90 años y descubrió que, si bien se pierde la espontaneidad con el tiempo, las mujeres maduras conocen mejor sus cuerpos y ya no tienen miedo a pedir en la cama lo que les gusta. Ese texto se lo entregó a los guionistas. “Cuando tenía más de 40 años me dije que antes de morir quería poder representar en la cultura a mujeres mayores. A Lily y a mí nos comentan muchas mujeres mayores que les damos esperanza, y a las que no son tan mayores, que ahora ven otra manera de avanzar en la vida”. La ficción no debería contar la mitad de la historia (la de los hombres maduros), pero poco a poco el tema está dejando de ser tabú y nos iremos encontrando con más películas donde veremos a personas mayores mantener relaciones sexuales.

Cuando The Hollywood Reporter le pregunta cuál es la mayor diferencia a la hora de interpretar a una mujer mayor, Jane Fonda es rotunda: “No podría haber hablado de sequedad vaginal en Barbarella”. La película dirigida por Roger Vadim en 1968, que la catapultó como mito erótico, incluía un striptease galáctico. En el documental Jane Fonda in Five Acts, de Susan Lacy, que se presentó en el pasado Festival de Cannes, explicó que Vadim, su pareja y con el que hizo seis películas, fue un depredador y que la mítica escena la rodó estando borracha. De nuevo, el alcohol. Más positiva fue su relación con el empresario Ted Turner, con el que estuvo 10 años “maravillosos”, pero al que dejó porque “si seguía con él hubiera dejado de ser auténtica”. A los 60 entendió que podía estar sola, remarca en el documental. Contó que tomaba testosterona para llevar una vida sexual cuando la libido disminuía. A los 70 comentó que su aspecto físico se debía en un 30% al sexo (otros 30 a los genes, otros 30 al deporte y 10 a la cirugía). Tras su última relación con el productor Richard Perry a finales de 2017, la Fonda confesó durante la promoción de Book Club que no tenía intención de salir con nadie más (“He cerrado la tienda ahí abajo. Tengo 80 años y estas cosas acaban cuando tú lo decides”). En la ficción, Grace sí mantiene un romance con el atractivo Nick, interpretado por Peter Gallagher, de 63 años. Y en lo profesional desmonta otro gran tema tabú al reinventarse con su amiga y crear unos consoladores para mujeres de su edad que son un rotundo éxito.

A pesar de su veteranía, la actriz no oculta que sufrió una crisis a la hora de afrontar el personaje de Grace. “Tuve que volver a terapia y empezar a tomar Prozac. Me costó entender mi relación con Grace. Tuve una crisis nerviosa y descubrí que se debía a que en el primer episodio nuestros maridos nos dejan después de 40 años de casados y que se casan entre ellos. Eso provoca el abandono. No me di cuenta de que un personaje de comedia podía desencadenar algo tan profundo”. Tras meterse en su piel, acabó amando a Grace y aprendió a aceptarla. Y de ahí surgieron las páginas sobre sexo a la edad madura que entregó a los guionistas. De hecho, en la serie Grace decía tener 10 años menos (70 en vez de 80), un detalle que sirvió en una de las tramas de la quinta temporada, el momento en el que Grace deja de fingir y se acepta tal y como es, con sus años incluidos.

Además de las relaciones sexuales a una edad madura, el reportaje plantea otras interesantes cuestiones. La relación madre hija, por ejemplo. Jane Fonda se ve reflejada en la infancia de la actriz Maya Rudolph, cuando ésta cuenta que creció sin madre y que se sintió como una imitadora femenina toda su vida. La madre de Jane Fonda, Frances Seymour, se suicidó a los 42 años y su padre Henry Fonda le hizo creer que había sido un accidente. Cuando otras actrices comentan que sus padres creían que eran marimachos, la Fonda también se suma: “Ellos también creían que yo era un chico”. Y termina admitiendo que ganar su primer Oscar (por Klute, en 1972) fue un error y que a la hora de elegir a sus personajes no le fue siempre del todo bien. Por ejemplo, con Confidencias de mujer (1962), drama basado en el Informe Kinsey sobre la sexualidad femenina abordando diferentes perfiles de mujeres. “Yo quería interpretar a la prostituta, pero el director George Cukor me eligió para ser la fría viuda”.

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