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Elle Fanning, la adolescente que triunfa en Hollywood

una actriz respetada. Sofia Coppola y J. J. Abrams elogian sus dotes y las firmas apoyan su estilo fresco y atrevido.

Elle Fanning

Ser la hermana pequeña tiene sus inconvenientes. Especialmente dentro del mundo del cine, cuando se intenta despuntar con 16 años. Pero en el caso de Elle Fanning, quizá por ser aries o porque parece una cabezota encantadora, haber nacido tres años después que Dakota no ha sido un problema. Quitando el apellido y la genética que comparten –ojos claros, pelo rubio, piel blanquísima–, existen pocas similitudes entre estas dos hermanas que han sabido labrarse sus carreras con estilos completamente diferentes. Aunque es la pequeña quien ha dado forma a los trabajos más adultos (Somewhere, de Sofia Coppola) y sensuales (Super 8, dirigida por J. J. Abrams), sacando además tiempo para convertirse en un icono de estilo (participó en el montaje teatral que Spike Jonze y Jonah Hill idearon para el presentación de Opening Ceremony en la pasada semana de la moda de Nueva York) mientras deslumbra en las alfombras rojas vestida de Oscar de la Renta, Marc Jacobs o Rodarte.

Tras protagonizar Maléfica con Angelina Jolie, ahora pone voz a Winnie en Los Boxtrolls, una película de animación que llega a las pantallas el 31 de octubre. En Estados Unidos, acaba de estrenar Young Ones, un drama apocalíptico juvenil dirigido por Jake, el hermano de Gwyneth Paltrow. Ella enumera los títulos sin darles importancia. Tampoco a la fama o a los paparazis. Su lema es negarse a crecer antes de tiempo.

¿De dónde saca el tiempo para calificar su trayectoria de «normal»?

Es que para mí todo esto es normal, porque es mi vida. Cuando hago películas, es como ir al trabajo; pero, además, me divierto. Ruedo un par de meses, quizá tres o cuatro, y vuelvo a casa y al colegio, y a pensar en los deberes. Me daría miedo que fuera de otra forma.

¿Por qué decidió ser actriz si no le gusta la vida de Hollywood?

Me parece divertido imaginar personajes, interpretarlos, crear otras vidas. No sé si me apetece obsesionarme con el resto… las fiestas y eso. Supongo que también lo hizo para seguir la estela de su hermana. Ella fue la primera. Montaba números en casa y mi madre se dio cuenta de que lo mejor era apuntarla a teatro. Tenía cinco años cuando consiguió su primer papel protagonista. Allí empezaron a decirle a mi madre que tenía que llevarla a Los Ángeles o a Nueva York. Las dos se fueron a vivir al sofá de la casa de mis tías en Los Ángeles. Cuando Dakota consiguió 10 anuncios en una semana y la seleccionaron para Yo soy Sam, mi padre y yo nos mudamos con ella. Yo tenía dos años, no era cuestión de tener celos.

¿Y ahora? ¿Se pelean por los mismos papeles?

¡Qué va! ¡Somos superamigas!

¿Ni tan siquiera hay un poco de competencia amistosa?

Nunca hablamos de cine. Sabemos que es otra parte de nuestras vidas y tenemos estilos diferentes. Nunca leemos los guiones que le han ofrecido a la otra. Eso es cosa de cada una. No hay mal rollo entre nosotras. Y espero que nunca lo haya.

Tengo entendido que las peleas vienen por otras cosas, como la ropa…

Eso ocurría cuando éramos más pequeñas, porque me gustaba meterme en su armario y quitársela. Lo hacía a hurtadillas, ¡y siempre me pillaba! Lo peor fue el día que me puse un sombrero, unos zapatos y un vestido suyo. Me cazaron los paparazis y Dakota me llamó furiosa desde Nueva York porque me vio en Internet. ¡Me echó una bronca! Ahora me porto mejor y ella me quita algunas cosas cuando viene. Eso sí, siempre pide permiso.

Hablando de armarios, ¿qué estilo le gusta?

Me encantan las pastorcitas góticas que se juntan en Harajuku, una zona de Tokio que me fascina. Es un look totalmente diferente, muy difícil de encasillar. Tienen mi admiración.

Pero en su día a día es más conservadora…

No sé si conservadora, pero no me visto así, eso seguro [ríe]. Quizá en Halloween… Aunque me he comprado muchas cosas inusuales en Tokio.

¿Como cuáles?

Una funda de iPhone con orejas de oso que encontré en un restaurante lleno de robots de lo más extravagante.

¿Y en cuanto a ropa?

Antes llevaba faldas y blusas con cuello de encaje, tipo las que usa Winnie Portley-Rind, mi personaje en Los Boxtrolls. Ese aire de niña me gustaba. Pero ya tengo 16 años y estoy evolucionando. El otro día me puse carmín y fue un shock, aunque me gustó el cambio. Cada uno tiene que vestirse según se sienta ese día, porque la ropa es la mejor forma de expresar quién eres.

¿Le resulta difícil diferenciar entre la adolescente que va al colegio y el personaje que interpreta?

A veces hay mucho de mí en los papeles que interpreto. Como Winnie, soy de las que se alegran por todo. Y cuando quiero algo, no paro hasta conseguirlo. Además, me gusta superar mis propios miedos, aunque soy un poco menos melodramática que muchos de mis personajes. Tengo mucha energía y la mente muy abierta, estoy dispuesta a probarlo todo.

¿Nunca pensó en dedicarse a otra cosa?

Mi madre fue tenista profesional y le habría gustado que mi hermana y yo siguiéramos sus pasos. Lo intentó. Primero con Dakota y luego conmigo. Pero entre lo pálidas que somos y que no jugamos muy bien, lo cierto es que no funcionó. Mi hermana lo odiaba. Yo soy más atlética que ella, pero prefiero el voleibol.

¿Se llevaron una decepción sus padres?

Ellos siempre nos han apoyado en lo que queremos hacer. Mi madre se viene conmigo a todos los sitios, y Dakota y yo hablamos mucho con mi abuela. Somos una familia muy unida, nos apoyamos. Ahora echo de menos a mi hermana, porque se encuentra en Nueva York estudiando. Pero que no viva en casa también tiene sus ventajas, por ejemplo, tengo el cuarto de baño para mí sola.

Ya sé que no hablan de los guiones que les ofrecen, pero ¿y de chicos? ¿Dakota le da consejos?

Está claro que es mi hermana mayor, así que charlamos de las cosas de las que hablan todas las chicas. Además, ella también fue a mi escuela, conoce a mis amigos y siempre me está preguntando por ellos. Es de lo que conversamos, pero no me da muchos consejos. Al menos que recuerde ahora…

¿Los Boxtrolls es su primer trabajo en el campo de la animación?

No del todo. Interpreté un personaje, el de Mei, en la versión en inglés de Mi vecino Totoro, de Miyazaki. Pero no creo que aquello cuente, porque estaba muy nerviosa. Era muy pequeña, lo grabé con mi hermana y no recuerdo mucho cómo transcurrió todo. Solamente que quería poner toda la emoción en los ojos, en la cara, y eso en realidad es algo que da igual, porque nadie te va a ver. Lo que importa es tu voz. Esta vez me he sentido mucho más cómoda.

En este aspecto surge otra coincidencia más, ya que Dakota puso voz a la protagonista de Los mundos de Coraline, del mismo estudio que Los Boxtrolls.

¡Tenía muchas ganas! Cuando ella hizo Coraline, el rodaje de la película se alargó y tuve la oportunidad de acompañarla para ver cómo lo hacían, de visitar los increíbles estudios Laika, en Portland. Suena grandilocuente, pero puedo decir que crecí allí y aprendí de todo: cómo se hacían los filmes de stop motion, la paciencia que tienen los artistas… ¡Me encantó! Así que cuando me preguntaron si quería ser Winnie, la respuesta fue el sí más rotundo que he dado nunca, porque adoro a esta gente. Además, me regalaron una muñeca que ahora tengo en mi habitación. En su día, le dieron una de Coraline a mi hermana. He puesto las dos en mi cuarto y se hacen compañía.

¿Cuál es la primera película que recuerda?

No es de animación. O fue Grease o La tentación vive arriba. La última la he visto mil veces. Me dejó tal huella que sigo enamorada de Marilyn Monroe.

¿El siguiente plan?

Acabo de estrenar Young Ones y tengo pendiente la presentación de Low Down. Además, estoy rodando Trumbo, la historia de un guionista perseguido durante el macarthismo, con Bryan Cranston, en Nueva Orleans. El resto del tiempo voy al colegio y salgo con mis amigos.

Cuando está trabajando, ¿qué es lo que más extraña de su vida normal?

¿Me pongo seria o prefieres a la Elle frívola? Por supuesto, no podría vivir sin mi familia ni mis amigos. Pero, a la hora de la verdad, lo que echo más de menos cuando estoy lejos de casa es el calendario que tengo en mi cuarto. Ya sé que puede parecer algo tonto, pero soy una obsesa de los calendarios. ¡Y el que tengo ahora es de Barbie! Ahí está escrita toda mi vida. Si vinieras a mi habitación, podrías ver que hoy pone: «Entrevista a las 10». Así que ya puedo volver a casa y tacharlo. Ya sabes, ¡manías!

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