La verdadera y trepidante historia de Betty White, la Chica de Oro que ni era ingenua ni de «senolaf»
La actriz falleció el 31 de diciembre de 2021, a los 99 años. Ahora su legado ha salido a subasta. El documental ‘Betty White: La Primera Dama de la Televisión’, hizo un repaso a su extensa trayectoria, en la que rompió moldes.
*Este artículo se publicó originalmente en la web de S Moda el 20 de marzo de 2021.
“Es auténtica, encantadora, inteligente y divertida. Puedes poner a alguien tan polifacética como Betty en cualquier situación y, precisamente, por ello, siempre será importante y será alguien actual. Por eso es tan especial”, cuenta el actor Ryan Reynolds en el documental Betty White: La Primera Dama de la Televisión, que este domingo se estrena en Movistar+. El título de la cinta, por muy altilocuente que pueda parecer, está más que justificado. La actriz, comediante y presentadora se ha colado en los hogares de varias generaciones de estadounidenses durante ocho décadas. Y lo más llamativo es que, pese a haber cumplido 99 años el pasado enero, todavía continúa en activo. De hecho, en 2013, el Libro Guinness de los Récords la reconoció como la mujer con la carrera más longeva de la televisión. “He sido bendecida con buena salud, así que cumplir 99 no es tan diferente de cumplir 98”, explicó a principios de año en la revista People. ¿Cuál es su secreto? Tal como señaló en esa misma publicación, “el sentido del humor” y no tomarse en serio a sí misma han sido sus mejores armas para resistir tanto tiempo en la industria.
Cierto es que en los años treinta ya hizo sus pinitos en la radio. Pero no sería hasta 1949 que, de la mano del popular disc jockey Al Jarvis, debutaría en la pequeña pantalla copresentando Hollywood on Television. Dicho show de variedades, desde luego, fue su mejor escuela. No solamente se emitía seis días a la semana, sino que en cada jornada tenía que enfrentarse a cinco horas y media en directo sin guión. Por entonces dejó claro que era una artista todoterreno y un animal de la improvisación, ya que además de actuar, entrevistar o cantar sin perder nunca su sonrisa, también se encargaba de realizar todos los anuncios. Sin embargo, en 1952 dio un paso más allá con la sitcom Life with Elizabeth, la cual le reportó su primer Emmy. White, aparte de protagonizar la serie, hizo historia convirtiéndose en una de las primeras productoras al mando de un programa.
No es de extrañar que con estos antecedentes la NBC picara a su puerta en 1954 y le propusiera llevar a cabo su propio espacio de entrevistas, The Betty White Show. La cadena le dio total libertad creativa y, como era de esperar, no desaprovechó la oportunidad: una de las primeras decisiones que tomó como productora fue contratar a una directora. “Fue tan anterior a los movimientos de las mujeres que ni siquiera lo pensamos. Ni se me ocurrió pensar que era de otro género”, dice en el documental. Asimismo, en el filme se destaca la polémica que hubo entonces por el fichaje del bailarín afroamericano Arthur Duncan. Los estados del sur, al ver a un hombre de color en la televisión nacional, pidieron la cancelación inmediata de The Betty White Show. Ella no sucumbió a la presión; al contrario. Su respuesta a todos aquellos racistas fue: “Lo siento, se queda y tienen que aceptarlo”.
En los sesenta, tal como pervive en la hemeroteca, Betty participó como invitada en prácticamente todos los concursos televisivos de la época. Sus más allegados afirman que, aún ahora, es una competidora nata y una adicta a los crucigramas y los juegos de palabras. Precisamente, en uno de ellos, Password, conoció en 1961 al presentador Allen Ludden. “Volé a Nueva York para hacer un par de cosas, y Password era una de ellas. Me enamoré, me encantó el concurso. El presentador era muy agradable, muy atractivo, y pensé: ‘¡Vaya!’. Había una compenetración y una calidez. Empezó a enviarme notas constantemente para conquistarme y, a finales de ese año, no me dijo ‘hola’, sino ‘¿te casas conmigo?’. Pensé que era una broma, sonó ridículo. Una noche fuimos a cenar y me dio una cajita. La abrí y había un anillo de compromiso. Era precioso, con diamantes. Me dijo: ‘Póntelo, vas a decir que sí tarde o temprano’. Como haría cualquier chica con sangre en las venas me enfadé, se lo devolví y le solté: ‘Olvídalo y deja de pedírmelo’. Vivía en California y no iba a mudarme a Nueva York. ¿Lo devolvió a la joyería? No, se lo puso en una cadena en el cuello. De modo que, si íbamos a la playa, ahí estaba el anillo”, narra. Él, a pesar de sus negativas, no se dio por vencido. “Cuando llegó la Pascua me envió un hermoso conejito de peluche con unos pendientes de rubí, zafiro y oro en sus orejas. Había una nota que ponía: ‘Por favor, di que sí’. Esa noche, cuando me llamó, no le dije ‘hola’; le contesté ‘sí’. Y después de eso él siempre decía: ‘Betty es la única mujer que no me dijo que sí por los pendientes’. La verdad es que le dije que sí por el conejito. Nos casamos en 1963 y viví en Nueva York cuatro años. Luego el programa pasó a grabarse en California y la vida era maravillosa”, recuerda sobre su gran amor. Hasta 1981, cuando Ludden falleció, indiscutiblemente fueron una de las parejas más admiradas de Estados Unidos. Aunque eso sí, a sus dos anteriores maridos, Dick Barker y Lane Allen, no les dedica ni una sola palabra en el documental.
Los setenta fueron un buen momento para ella. Su popularidad volvió a subir como la espuma gracias a aquella lasciva ama de casa llamada Sue Ann Nivens que encarnó en The Mary Tyler Moore Show (traducida como La Chica de la Tele en nuestro país). Y, una década más tarde, se metió en la piel de la ingenua a la par que inolvidable Rose Nylund en Las Chicas de Oro, su papel más recordado hasta el día de hoy. Gracias a ambas series White consiguió tres de los ocho Emmy que atesora en total. Sin embargo, pese a empalmar dos sonados éxitos televisivos, no sería hasta ya entrados al siglo XXI que su figura reflotaría de la forma más inesperada.
Jeff Witjas, su mánager desde 2001, confiesa que “decidimos hacer algunos cambios en su carrera y arriesgarnos”. Dicho y hecho. Lo primero que más llamó la atención a los telespectadores es que en 2006 accediera a participar en el roast de William Shatner emitido por Comedy Central. Por vez primera White dejó a un lado su imagen de entrañable abuela para sacar a relucir su vena humorística más sarcástica y viperina. Al público le fascinó esta nueva faceta. Y ya en 2010, aprovechando el escaparate de la Super Bowl, protagonizó un hilarante anuncio para Snickers que se viralizó de inmediato en las redes sociales.
Precisamente, también en 2010, un joven de Austin inició una campaña en Facebook para que White fuera la encargada de presentar Saturday Night Live. Más de medio millón de personas firmaron la petición, por lo que la NBC no pudo negarse. El 8 de mayo, con 88 años, White se convirtió en la famosa de mayor edad en ponerse al frente del célebre programa. “No sabía qué era Facebook, y ahora que sé lo que es tengo que decir que me parece una gran pérdida de tiempo. La gente me dice que es una excelente manera de conectarse con viejos amigos. A mi edad, si quiero conectarme con viejos amigos, necesito una tabla güija”, bromeó en el monólogo inicial. A pesar de su dilatada experiencia en la televisión en directo, aquella noche le supuso todo un reto. “El pánico escénico es muy incómodo, pero es un salvavidas porque el miedo que se te instala dentro hay que contrarrestarlo y tienes que poder manejarlo para hacer lo que te toca hacer. Así que el pánico escénico hace que te superes en una actuación”, confiesa sobre aquella experiencia.
Gracias a este renacer mediático, Betty White es considerada un icono pop en su país natal. En la hora que dura el documental todo son piropos y alabanzas hacia ella. Y lo mejor del asunto es que, lejos de retirarse, sigue al pie del cañón. En 2019, sin ir más lejos, puso voz a Bitey White en la cuarta entrega de Toy Story. “La gente ha estado conmigo durante tanto tiempo, ¡qué Dios les bendiga! Me han apoyado siempre, pero me sorprende que todavía siga en la televisión. Me dejaron volver. Y no lo digo con falsa modestia, lo digo en serio. Es un gran privilegio seguir trabajando en este negocio”, expresa justo en los títulos de crédito finales. Sin duda, se ha ganado a pulso ser una leyenda viva y una de las mujeres más queridas y admiradas de la industria.
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