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El vestido de Lacoste de Margot Tenenbaum, el mayor objeto de deseo del indie

La combinación del vestido con el clip con el que se sujeta el pelo, el bolso de Hermès y el abrigo de piel forma uno de los looks más imitados de la historia del cine.

Arte: Ana Regina García
Arte: Ana Regina García

Hace 20 años, el término peyorativo hipster aún no se había instalado en el lenguaje cotidiano, Gwyneth Paltrow todavía no vendía velas de aromas esperpénticos y Wes Anderson no había quemado el recurso de los planos cenitales. El director estadounidense estrenó The Royal Tenenbaums en 2001 y se convirtió en un clásico moderno de la cultura pop. Al menos para el público, porque a parte de la crítica profesional no le hizo tanta gracia y, aunque solo era su tercera película, ya señaló sus tics. Anthony Oliver Scott escribió en The New York Times: “[La película] provoca una admiración exasperante. Sí, sí, eres encantador, eres brillante. Ahora di buenas noches y vete a la cama”.

Pero Anderson sabía lo que le gustaba a su público y se lo dio todo condensado en menos de dos horas. Un reparto bien escogido –Gene Hackman, Anjelica Huston, Bill Murray, Ben Stiller, Gwyneth Paltrow, Luke Wilson, Owen Wilson–, banda sonora impecable, travellings, simetría, atrezzo que se convierte en protagonista, personajes disfuncionales pero no tanto (todos blancos, pijos y de Nueva York) y amor complicado. Dramedia con gotas de ironía y estética retro.

En esa bolsa de caramelos también estaba el vestuario, por supuesto. Esencial para la estética global de la película y para definir a sus personajes, posiblemente la ropa que aparece en The Royal Tenenbaums sea la que más impacto ha tenido, tanto en el público como en el propio mundo de la moda. La boina roja que Jason Schwartzman llevaba en Rushmore (1998) o el uniforme de Bill Murray en su siguiente película, Life Aquatic (2004) también son referentes, pero nada que ver con el chándal rojo de Adidas de Ben Stiller y sus hijos y el vestido de Lacoste de Gwyneth Paltrow.

La estética de Margot Tenenbaum (la escritora de obras de teatro a la que da vida Paltrow cuando es adulta) se planeó al detalle. La propia diseñadora de vestuario Karen Patch, que ya había trabajado con Anderson en sus dos primeras películas Bottle Rocket (1996) y la mencionada Rushmore, explicó el proceso en una entrevista en la revista Elle.

Según Patch, Anderson le pidió que, en la medida de lo posible, no comprase nada para componer el armario de la distante y reservada hija adoptada de la familia. Deseaba piezas originales. Para esta película tenían un presupuesto más elevado que para las anteriores –25 millones de dólares– aunque acordó con Anderson que estuviese disponible en cualquier momento “porque no tenía suficiente tiempo o dinero para cometer errores. Varias noches a la semana, él venía a mi oficina y revisábamos todo”.

Margot lleva la misma ropa desde que es una niña de 11 años (interpretada por Irene Gorovaia) hasta que es una treintañera. Patch quiso que fuese así porque, según su percepción “ella sabe quién es desde de la infancia”. Además, los traumas que arrastra durante dos décadas la mantienen en un limbo entre la infancia y la madurez que se refleja en su imperturbable indumentaria.

El vestido de rayas de Lacoste que tiene en varias gamas de color –sale vestida de azul o granate, aunque hay una escena en la que se ve el interior de su armario y se atisban más combinaciones– se convirtió en objeto de deseo de todas las jóvenes amantes de lo retro y lo pop. Que entre finales de los 90 y principio de los 00 Las tiendas de segunda mano empezaron a aflorar por España más allá de la capital y los mercadillos se llenaron de indies en busca de prendas vintage a precios de saldo.

Pero ese símbolo de identidad de Margot no iba a aparecer por ningún lado. Además de ser piezas únicas elaboradas en exclusiva para el filme, la marca ni siquiera tenía en su catálogo vestidos estampados. “En aquel momento, Lacoste solo hacía vestidos monocolor. Les pedí que me enviasen algunas telas de rayas para poder escoger las que quería usar para hacer los vestidos. Necesitaba su aprobación porque Wes realmente quería utilizar el logo del cocodrilo”.

La combinación del vestido con el clip con el que se sujeta el pelo y los mocasines de G.H. Bass que lleva durante toda la película, casan más con la niña que con la adulta (aunque hay que decir las integrantes de la tribu del pop de la época no tenían ningún reparo en vestirse así en la vida real). El toque de madurez se lo dan el abrigo de piel y el Birkin de Hermès que también lleva durante todo el filme.

Con el abrigo sucedió algo parecido. “Había visto una vieja película de Peter Sellers, llamada The World of Henry Orient (se tradujo al castellano como El irresistible Henry Orient), en la que una niña pequeña usa un abrigo de visón para recorrer Nueva York”, comentó Patch. Así que hizo unos bocetos de cómo quería que fuese el modelo, tradujo sus notas al italiano y las envió a Fendi para preguntar si le harían la pieza. Y respondieron que sí.

“Nos lo prestaron durante seis meses, y también hicieron uno para la pequeña Margot. Quería que tuviera una sola solapa y que se pudiese anudar a la cintura. También hubo otros detalles. Me enviaron pieles y revisé todos los colores caramelo”. Todo el conjunto que representa al personaje se aprecia a la perfección en el momento en el que se baja del autobús en el que llega para recoger a su hermano adoptivo y amor secreto Richie (Luke Wilson).

Con la canción These Days de Nico como acompañamiento, se puede ver a Margot –que llega tarde, como siempre– en toda su plenitud a cámara lenta: la media melena rubia y recta con el clip, los ojos maquillados de negro, el abrigo, el vestido, el bolso y los mocasines. Uno de los momentos álgidos de la película.

La sombra alargada de Anderson

La relación de Wes Anderson con la moda va más allá del cuidado del vestuario de sus películas. Por ejemplo, mantiene una estrecha relación con Prada para la que ha realizado varios ‘fashion films’. La primera colaboración, que compartió con Roman Coppola, fue una campaña de tres vídeos inspirados en la película de Truffaut Jules et Jim para promocionar el perfume Candy L’Eau en 2013.

La siguiente fue el corto titulado Castello Cavalcanti, también dirigido con Coppola y protagonizado por uno de sus actores fetiche, Jason Schwartzman. La película, que se presentó en el festival de cine de Roma, formaba parte del proyecto Prada Classics, que se inició con un cortometraje de Roman Polanski titulado Una terapia. Además, en 2015 la firma le pidió que diseñase el Bar Luce del recinto de Fundación Prada.

Pero más allá de sus trabajos personales para la industria, en ese mismo año, toda la prensa especializada señaló su influencia en la pasarela de otoño/invierno. Varias marcas como Lacoste, Gucci o Miu Miu ‘cogieron’ elementos propios de los vestuarios de sus películas y los usaron en sus colecciones. En 2017, Alessandro Michele pareció dedicarle un tributo en la colección de primavera para hombre de Gucci –supuestamente inspirada en los viajes de Marco Polo– incluyendo el estampado de zebra del papel de pared de la habitación de Margot, que utilizó para uno de sus vestidos.

Posiblemente, el mejor medidor del peso de un personaje de película en el imaginario colectivo sea su presencia en los disfraces de Halloween. Puede que la hija adoptada de la familia Tenenbaum no haya sido tan imitada como Morticia Addams, pero solo hay que pasearse un poco por Instagram para comprobarlo. Hasta celebridades como Nicole Richie, Kelly Osbourne y recientemente la princesa Mette Marit (acompañada por su marido el príncipe Haakon vestido de Richie) apostaron por Margot. Ellas seguramente tuvieron fácil lo de encontrar el abrigo de piel.

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