El jurado popular más… ¿’fashion’?
La pequeña pantalla y los front rows apuestan por los personajes del colorín para hablar, opinar y protagonizar eventos relacionados con la moda. ¿Beneficia o perjudica a la industria?
Escoger las principales tendencias de las colecciones de moda y las últimas líneas en materia de cosmética, maquillaje y tratamientos de belleza son las tareas de la hija de Isabel Pantoja en el programa». Así describe Mediaset el papel de Isabel Pantoja junior, quien, desde hace dos semanas, aparece cada lunes y miércoles (a razón de 900 euros por noche) en el magazín Cazamariposas, un formato de entretenimiento nacido en el canal Divinity que saltó al prime time de Telecinco este verano.
El revuelo en torno a la incorporación de la nueva aprendiz de it girl –también conocida como Chabelita o Isabel II, apodo que le proporcionó Jorge Javier Vázquez–, la sección del mismo programa llamada Asamblea Fashion –en la que se analiza incisivamente, con cierta sorna intencionada, el look de los famosos– y la aparición de personajes del mundo del corazón en varios front rows de la última pasarela madrileña –como Belén Esteban en el de Davidelfin o Ana Obregón en el de Hannibal Laguna– han reabierto una discusión: la de qué significado y valor se le da a la palabra moda y, por extensión, a este sector y a esta industria, en nuestro país.
Al margen de las opiniones de todo tipo que ha generado el nuevo trabajo de Isabel Pantoja hija –«Todo el mundo se merece una oportunidad para demostrar su talento», ha defendido la bloguera Miranda Makaroff, o «Mejor formarse primero en un centro y después practicar con un profesional o con algún medio de comunicación que sea conocido», le ha aconsejado el diseñador Roberto Verino–, lo cierto es que su debut supuso una audiencia de 2.135.000 espectadores y un 12,8% de cuota de pantalla. La controversia se amplificó en las redes sociales: la etiqueta #YoTambienSoyIsa se convirtió en trending topic. «Ella es muy activa en Internet, sigue distintos blogs de moda y viste en función de lo que ve, por lo que es posible que en chicas de 14 a 18 años y hasta 20 genere empatía, algo positivo desde un punto de vista del marketing y la publicidad», comenta Juan Merodio, experto en Marketing Digital.
Núria Marín y Nando Escribano, presentadores de Cazamariposas.
Mediaset España
¿Es eso bueno, malo o regular para el mundo de la moda? «La cuestión (que no el problema) es que la moda ahora llega a todo el mundo. Es un lenguaje con el que se construye la identidad social a todos los niveles. Cuando se introdujo el low cost también para algunos sectores de esta industria representaba una aberración. Y, sin embargo, tiene una función social clarísima. El gran problema es que en España no hay una reflexión de la moda como fenómeno social», afirma Juan Carlos Santos, consultor de marketing y diseño y analista de tendencias. Según el experto, este tipo de fenómenos requiere una explicación mucho más compleja de lo que a priori podamos pensar: «Forman parte del proceso de masificación y vulgarización de la moda: el imaginario dominante (mediante el cual se institucionaliza un determinado modelo de sociedad) es el de la cultura del éxito y el materialismo, y está representado por el lujo de la marca como expresión de estatus. Además, se expresa a través de las celebridades». Actualmente, este modelo se encuentra en crisis, concreta Santos: «Y gente que pertenece a segmentos medios de la sociedad está explorando nuevos valores, como la humanización o el compartir la información».
Por su parte, Pedro Medina, responsable de publicaciones del Centro Superior de Diseño IED Madrid, puntualiza: «La palabra celebridad tiene el mismo origen que celeridad. Es decir, pertenecerían ambas al mundo de lo efímero donde la moda, por definición, es la reina. Me gustaría pensar que ese gusto tiene una relación filológica, pero, tristemente, me parece que no es más que un golpe de efecto, fatuidad y superficialidad en un mundo donde el estilo no es más que parte de un gran espectáculo sin voluntad de construcción positiva de la realidad».
Carmen Lomana
Mediaset España
Poder catódico. De todos los medios en los que este tipo de personajes se prodiga hablando o participando de eventos relacionados con la moda, la televisión es el que ejerce mayor influencia en la población. «La pequeña pantalla tiene un gran impacto en la forma en la que la gente percibe la industria», advierte el sociólogo Frédéric Godart. «Para muchos, lo que ven es lo que piensan que es». Y, por tanto, comenta: «Por un lado, los famosos pueden divulgar la importancia del sector o desacreditarlo por completo al obviar el trabajo duro que hay detrás».
Pero ¿debe caer toda la responsabilidad sobre la celebridad en cuestión? «Tenía entendido que se trataba de un programa en el cual ella es asesorada por expertos en cambios de look. Por tanto, quienes divulgan son los expertos. Si es así, se trata de un formato televisivo muy habitual y de éxito en Estados Unidos, que usualmente se realiza con personas anónimas. La diferencia con la versión española radica en el interés que despierta hoy la protagonista, un personaje mediático al que hasta hace poco no poníamos rostro. La moda es quizá la más utilitaria expresión cultural de nuestros días, ejerce una fascinante atracción y se sitúa en casi todos los ámbitos de nuestra vida. Lamentablemente, en el panorama televisivo nacional no abundan los programas con contenidos dedicados a la difusión cultural de la moda. Todo lo contrario: faltan. Si esta iniciativa consigue hacernos reflexionar al respecto, para mí es plausible», cuenta Laguna. Y añade: «Gracias a la revolución de las redes, tenemos nuevas heroínas de estilo. Los personajes siempre han existido, solo ha cambiado la forma de llegar a ellos. Pero, finalmente, es el público el que decide quiénes se convierten en mitos y quiénes pasan al olvido».
Tanto el diseñador como su colega David Delfín han sido muy citados en los últimos días en televisión por sus intervenciones en la pasarela Mercedes Benz Fashion Week de Madrid. Pero en lugar de destacar sus colecciones, las crónicas catódicas se han centrado en las personas que estaban sentadas en la primera fila de sus desfiles. La presencia de Belén Esteban ha sido especialmente polémica. Según ella misma explicó, le pidió a Delfín (quien no ha querido pronunciarse al respecto, harto de los comentarios) estar ahí, y éste, amablemente, accedió.
Nacho Montes
Mediaset España
Hannibal Laguna, quien invitó al suyo a caras conocidas como Ana Obregón y María Teresa Campos, explica que su sitting lleva mucho tiempo de organización, no es algo casual: «Se planifica desde nuestro departamento de prensa interno con un gabinete de comunicación. Un mes antes se realiza una rigurosa selección entre nuestras habituales clientas vips y celebridades, a quienes se envía una preinvitación. Luego se les reserva asiento por orden de confirmación». Ion Fiz es otro de los diseñadores que suele contar con amigas y famosas como Juncal Rivero, Carmen Lomana o Adriana Abenia. «Nuestros vips representan los valores de la firma. O bien son clientes potenciales o embajadores de la misma», apunta Fiz. Pero ¿es justo que un front row sea el resumen de un desfile? «La moda no son 15 minutos de espectáculo. La parte considerada frívola es muy pequeña y todo lo demás conlleva mucho esfuerzo», contesta contundente Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España.
Rozando el cotilleo. En el programa Cazamariposas, con un 13% de share, también existe una sección especialmente exitosa (se ha hecho hasta un spin-off para Divinity). En ella, blogueros, estilistas y periodistas analizan, en tono transgresor, la vestimenta de personajes tan dispares como Rafa Nadal, Esther Cañadas, Chicote o Madonna. «La moda es mucho más que unos gustos personales. Como nuestra labor es muy visible y subjetiva, se opina constantemente. Es duro ver a grandes profesionales sin trabajo mientras se llenan las teles de programas vacíos de contenido», opina el diseñador Nacho Aguayo. Lomba, por su parte, apoya esta misma idea: «Un diseñador no es solo un señor que dibuja y que combina muy bien el bolso con los zapatos. Este tipo de programas lo que hacen es confundir y animar a la gente a la que le gusta la moda a entrar en ese mundo por la puerta equivocada. Es como el tema de las modelos. Convertirte en una top reconocida requiere un gran esfuerzo personal y sacrificio durante una etapa de tu vida. No basta con unas atribuciones físicas».
Ana Obregón y María Teresa Campos, en el desfile de Hannibal Laguna.
Cordon Press
Hay, sin embargo, quien cree que existe espacio para todo y todos. Es el caso del periodista Nacho Montes, quien saltó a la fama en Telecinco con el reality sobre estilo Las joyas de la Corona y que en la actualidad cuenta con su propia sección de moda en el programa Sálvame, también de Telecinco: «El street style y las tendencias no se aprenden en una universidad. La moda es todo, es el low cost, ¡es lo que llevamos puesto! No solo la alta costura de París. No entiendo a los que critican este tipo de programas. Tranquilos, ¡que Chabelita no viene a dirigir Vogue América!».
Es muy posible que Montes comparta la opinión del mismísimo Jean Paul Gaultier, quien dijo una vez: «La vulgaridad no me molesta. Lo que me resulta muy vulgar es la gente obsesionada por la vulgaridad de los demás». Pero, sea como fuere, el debate sigue (y probablemente seguirá por mucho tiempo) ahí.
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