El armario perdido de Frida Kahlo sale de su escondite
Las posesiones de la artista permanecieron ocultas durante 50 años. Una exposición fotográfica las saca a la luz y nos recuerda por qué Frida sigue ejerciendo de musa para la moda.
Cuando murió Frida Kahlo en 1954, Diego Rivera colocó todos sus objetos personales en el baño de la casa de ambos en México. Cerró la puerta y dio instrucciones de que no se abriera durante los próximos 15 años. Pasaron cincuenta. Nadie entró el cuarto hasta 2004, cuando se cumplía medio siglo de la muerte de la pintora y la entonces nueva directora del museo Frida Kahlo Hilda Trujillo se encontró con los enseres en la conocida como Casa Azul. Había cartas, fotografías, ropa y documentos. Trujillo los clasificó e invitó a la artista japonesa Ishiuchi Miyako a fotografiarlos. Ishiuchi, que no conocía la historia personal de Frida, realizó el encargo con luz natural y una Nikon de 35 mm, pero sobre todo con respeto y delicadeza. Este encuentro de dos mujeres artistas resultó un proyecto que actualmente se expone en la galería londinense Michael Hoppen.
Las fotografían revelan el armario perdido de Frida, las prendas coloridas y barrocas que admiramos en autorretratos y fotografías. Y en un plano más personal confirman el poder sanador que la pintora otorgaba a la ropa y al adorno. Entre estas reliquias inéditas hay detalles de mujer coqueta como gafas de sol a la moda de la época, esmalte de uñas, trajes de baño y medias remendadas, que conviven junto prótesis y corsés. Kahlo padeció polio de niña y a los 18 años sufrió un accidente de autobús que le dejó graves secuelas. Su famosa imagen, de flores en la cabeza, vello sin depilar y vestidos tradicionales de Tehuana además de un alegato político, era una manera de sublimar sus lesiones. Según sus amigos más cercanos, a medida que sus facultades físicas disminuían, sus atuendos se volvían más elaborados. Decoraba sus escayolas y corsés con la misma exuberancia con la que elegía su ropa, y de esta manera las elevaba y dejaban de ser tristes necesidades médicas. En la muestra es especialmente conmovedora la imagen de una prótesis, que Frida llevaba cuando se le fue amputada la pierna, con una bota adornada con bordados chinos y una campanilla. Su estilo fue la bella expresión de una herida.
Gafas de sol, botines de ante rosa y pierna ortopédica encontradas en el baño de la casa de Frida.
Cortesía de la galería Michael Hoppen
Según Michael Hoppen, dueño de la galería que acoge la muestra, estas fotografías nos hacen conocer mejor a la artista. “Ishiuchi ha amplificado de manera bellísima la vida de Frida Kahlo, ofreciéndonos una visión privilegiada de su segunda piel, es decir sus posesiones”, asegura a S Moda Hoppen. “Mediante estas imágenes vemos lo que Frida vio cada día y cómo estaba decidida a convertirse en una mujer extraordinaria a pesar de la gran carga médica que tuvo que soportar a lo largo de su vida”.
Seis décadas después de su muerte, seguimos obsesionados con Frida Kahlo. Su imagen vende calcetines e inspira a diseñadores como Jean Paul Gaultier, Marc Jacobs, Rei Kawakubo o Dolce & Gabbana. Como recordó una exposición dedicada al su estilo en la casa museo de la pintora, Riccardo Tisci le dedicó toda una colección de alta costura de Givenchy en 2010. Kahlo es una musa eterna, y el mejor recordatorio de que la moda no tiene por qué ser superficial. Esta mujer, no olvidemos que fue protagonista de la portada del Vogue en 1937, se vestía para continuar viviendo. No hay nada menos superficial que eso.
Vestidos de Frida Kahlo que estuvieron 50 años escondidos en un baño de su casa de México.
Cortesía de la galería Michael Hoppen
Cuanto más problemas físicos tenía más elaboradas eran sus vestimentas.
Getty
Bañador que perteneció a Frida Kahlo.
Cortesía de la galería Michael Hoppen
Frida demostró que la moda puede ser todo menos superficial.
Getty
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