Dueños del futuro: 5 ideas de ‘millennials’ españoles que han cambiado el mundo
La generación con peor fama no es la más pasiva de la historia. Tenemos las pruebas que lo certifican.
Como si de un eterno retorno se tratara, cada poco se repiten artículos, columnas de opinión e incluso portadas en las que se acusa a la generación millennial de haberlo arruinado todo con su supuesto narcisismo exacerbado. Tal es la fijación de la industria de la información contra los nacidos entre los inicios de los 80 y los 2000, que en los últimos años, tal y como recogían con cierta guasa webs como Buzzfeed o Mashable, los medios han llegado a acusarles de haberse cargado la democracia, las vacaciones, América, la Unión Europea o las olimpiadas y destrozar industrias tan productivas como la del whisky, la de los kleenex, la de los diamantes, la de ir al cine, la del running, la de los centros comerciales, la del golf, la del crowdfunding, la de los cereales, la del yogur o la de los gimnasios, entre muchas otras.
Una visión catastrofista que parecía haber llegado a su clímax cuando el magnate inmobiliario australiano Tim Gurner dijo en una entrevista televisada que todos los millennials podrían haberse comprado una casa si no se hubiesen gastado el dinero en tostadas de aguacate en carísimas cafeterías de modernos o empeñado en viajar a Europa cada verano –el New York Times respondió con un ingenioso fact-checking en el que probaba que esta generación dispone de menos tiempo y presupuesto para viajar que la anterior, que es prácticamente imposible equiparar el consumo de aguacates con la compra de un piso y que a los millennials, además, se les rechaza más económicamente a la hora de pedir hipotecas tras la crisis de 2007–.
«Básicamente, no es que la gente nacida después de los 80 sea narcisista, es que la gente joven es narcisista, y lo van superando según se hacen mayores», resolvía Elspeth Reeve en The Atlantic, acogiéndose a diversos estudios (que no opinión personal) para desmontar esta teoría o la de que los millennials son vagos («trabajan igual de duro y les pagan menos»).
Como respuesta a esta línea catastrofista respecto a esta generación, recopilamos una pequeña y rápida lista (podría ser mucho más abultada) sobre cómo está cambiando el mundo esa generación:
Carlos Castro (1983), el inventor de un sistema para medir los glóbulos blancos sin necesidad de sangre en la quimioterapia
Este leonés fue premiado por la MIT Techonology Review por desarrollar Leuko, un sistema que permite contar los glóbulos blancos sin necesidad de una muestra de sangre y que permite llegar a personalizar la quimioterapia en función de la respuesta inmunológica del paciente.
Miguel Luengo (1981), el inventor de un juego para acelerar el diagnóstico de la malaria
Este investigador en el grupo de Tecnologías de Imagen Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid es jefe científico de datos en United Nations Global Pulse. Ha diseñado MalariaSpot, un videojuego colaborativo que permite el diagnóstico más rápido de la malaria mediante imágenes de muestras reales de sangre.
Vanessa Valdiglesias García (1980), la mejor investigadora joven europea, que estudia la mutación del ADN humano
Esta bióloga coruñesa no parece muy interesada en teorizar sobre los filtros de Instagram, única obsesión según el periodista. Ella no solo investigó como el derrame del Prestige afectó a las células de los seres humanos, sino que ha sido premiada por su investigación sobre cómo pueden afectar las distintas sustancias con las que estamos en contacto a diario (alimentos, fármacos, productos químicos de origen industrial, cosméticos, etc), al funcionamiento normal de las células y su interacción con el material genético, un proyecto muy aplicado en la prevención de riesgos laborales. También ha escrito un libro sobre terapia genética.
Joel Romero (2001), el chaval de 16 años elegido por la NASA para explorar Marte
El catalán sale de los parámetros milénicos (está dentro de la generación Z) pero sirve como ejemplo para demostrar cómo los más jóvenes pueden convivir con las redes sociales e idear conceptos para poner cuerpos robóticos en Marte y controlarlos por láser sin la necesidad de astronautas en tierra. No ha inventado una app, de hecho, para su hallazgo solo necesitó unos metros de hilo de pescar, unos sensores de tres euros y unos guantes del Decathlon. Quién quiere a McGyver teniendo a Joel.
Iván Agulló (1980), el premiado biólogo español por sus teorías de la gravedad cuántica
Este ilicitano ha estudiado la influencia de la mecánica cuántica en las fluctuaciones de temperatura del fondo cósmico de microondas en el Universo primigenio, una investigación que le valió el premio de la Gravity Research Foundation en 2011 (con el que también se hizo Stephen Hawking en su día). Como muchos millennials de este país, se ha visto afectado por la falta de oportunidades en su sector y emigró a EE UU, donde fue contratado por Princeton. Ahora trabaja en la Universidad de Louisana y expresa su malestar por la falta de inversión en I+D y la precariedad española en su gremio.
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