Vuelven las cangrejeras, el calzado más odiado (y amado) del verano
Firmas como Gucci, Celine o AlexaChung se ponen de acuerdo en rescatar el zapato más popular de los 80 en todo tipo de versiones: de las de plástico con aplicaciones a las de piel.
Las merceditas no son el único calzado de la temporada que nos transportan directamente a la infancia. Las cangrejeras de plástico, esas que llevábamos al río y la piscina siendo niños, vuelven otra vez a ser tendencia. En realidad siempre han estado ahí, formando parte de los imprescindibles de las tiendas de playa, al lado de enormes flotadores y cubos para jugar en la arena. De cuando en cuando, además, regresan a las pasarelas o forman parte de las colecciones veraniegas de diseñadores de culto y grandes cadenas (en 2013 arrasaron elevadas a los altares de la moda por Phillip Lim y el boom de los blogs de moda). Pero este verano se hacen un poco más sofisticadas.
La firma de moda de la polifacética Alexa Chung, por ejemplo, ha lanzado una segunda colección en colaboración con un clásico de las cangrejeras en Inglaterra: JuJu Reilly. Las de la marca suelen rondar los 20 euros, pero esta versión fashionista de plástico reciclado alcanza los 85. Decoradas con un par de brillantes flores y disponibles en negro y verde, ya son las protagonistas de las redes sociales de la cuenta de la marca británica y están agotadas en casi todos los números (las de la colección del pasado verano causaron un efecto similar). Más aún después de que la propia Alexa posara con ellas subiendo los niveles de feísmo intencionado al combinarlas con calcetines.
Sobre las pasarelas ya se avistaron calzados con formas que recordaban a las cangrejeras de toda la vida, pero confeccionadas en piel, un detalle que se agradece cuando las temperaturas suben, el plástico cuece el pie y aún así se pretende utilizar la sandalia de PVC como zapato urbano. The Row, firma de culto capitaneada por las hermanas Olsen, o Prada, presentaron sendas versiones. También en Celine o Gucci es posible encontrar modelos de goma más fieles al espíritu nostálgico que las caracteriza. Tanto las de la firma italiana como las de la marca francesa Amélie Pichard incluyen aplicaciones siguiendo la misma estela que las propuestas por Alexa Chung y confirman así la tendencia (dicen que dos puede ser casualidad, pero que tres «makes a trend»). No en vano ya ocurrió algo parecido con otro denostado calzado: los Crocs. Christopher Kane o Balenciaga también los convirtieron en iconos sumándoles todo tipo de adornos.
El origen de este calzado no está claro, pero surgió a mediados del siglo pasado. Unos dicen que lo inventó el francés Jean Dauphant en 1946, durante la escasez de cuero de la posguerra, y otras fuentes afirman que nacieron a fines de los años 50, en plena fiebre del plástico. Sea como fuere, su popularidad masiva llegó en los 80 auspiciada por la explosión de los colores pop, el exceso, la escasez de complejos para comprarlos en las versiones más chillonas y la aparición de marcas como Melissa, que las popularizaron y las introdujeron en la industria firmando colaboraciones con diversos diseñadores. ¿Su nombre? Por supuesto hace referencia a su función de proteger los pies frente a cangrejos, medusas y rocas en las largas jornadas de playa. La propia Alexa Chung, nacida en 1983, confesaba a la edición estadounidense de Vogue que este zapato le recuerda a sus veranos en Mallorca –donde acostumbra a veranear con su familia– y anima a aquellos que tengan reticencias a atreverse con las sandalias de plástico: «Son sorprendentemente ponibles y van con todo».
Lo cierto es que perfiles influyentes como Blanca Miró, la modelo Ling Chen o la diseñadora TyLynn Nguyen lo mismo se las ponen para ir al campo que las combinan con estilismos formales o las calzan para asistir a un desfile. Lo de intentarlo con calcetín quizá sea más complicado, tanto por cuestiones estéticas como de temperatura.
Las opciones más fáciles de digerir para aquellos que no dominen los códigos feístas son las de piel, ya disponibles en firmas como la española Hereu, Dôen o Prada. En Zara también es posible encontrar una versión en charol negro que, por su color, resulta bastante discreta. Aunque ya que nos ponemos, ¿por qué no recuperar el espíritu ochentero a todo color y sin miedo a la regresión a la infancia? En firmas como Igor, especialistas en este tipo de calzado, es fácil encontrar opciones en todos los colores imaginables por menos de 30 euros.
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