Hacer caligrafía, ¿la nueva meditación?
En estos tiempos en los que ya nadie escribe a nadie, la caligrafía se erige como la última tendencia en manualidades. Aparte de su innegable valor estético, sus beneficios son muchos.
Que estamos viviendo un boom de las manualidades desde hace algunos años es algo obvio. Pero, ¿a qué se debe este interés masivo por hacer cosas con las manos? Según Deiana Petrova de la tienda-taller Ideas en Polvo, “las manualidades hacen posible crear exactamente lo que queremos mientras nos dedicamos un tiempo a desconectar de todo, y eso es muy enriquecedor”. La psicóloga Violeta Alcocer apunta que “en una sociedad funcional orientada al consumo y al elogio de la perfección, lo artesano se erige como una respuesta individual: productos únicos, personales y ligeramente imperfectos que nos recuerdan que seguimos siendo humanos y sencillos”. David Rojo de The Hobby Maker, un espacio dedicado a las aficiones, destaca el aspecto terapéutico de las manualidades y recuerda que “hay muy pocas cosas comparables a la satisfacción de crear algo con las propias manos”.
Entre tanta fiebre por el DIY, la caligrafía es la última en hacer acto de presencia. Sí, el arte de hacer letras, de pasarse horas logrando que el palito de la pe sea perfectamente recto o que la o tenga las redondeces justas se ha convertido en un hobby cada vez más popular. Desconocida hasta hace poco, la caligrafía “nunca ha sido un hobby extendido en España” dice David Rojo. Esther Gordo, calígrafa profesional que ha trabajado, entre otros, para la Fundación Loewe, la Rae, o Hispanitas, recuerda que “los comienzos fueron duros, la autoformación sin Internet era complicada”. Ahora proliferan los cursos (precisamente el maestro Oriol Miró, uno de nuestros calígrafos más reconocidos e internacionales, imparte un curso en Familia Plómez) y ya nadie es ajeno a lo resultón de unos tarjetones con una bonita caligrafía. Miró no cree que estemos asistiendo a un boom de la caligrafía: “No es una moda. Hay un interés creciente por las cosas hechas a mano con cariño como, por ejemplo, escribir unas letras bien hechas. Este interés se debe también a la necesidad de recibir y percibir un poco más lentamente el bombardeo masivo diario de información”.
Dos de los trabajos para publicidad (HBO) y editoriales de Oriol Miró, uno de nuestros caligráficos más reconocidos a nivel internacional.
urimiro.com
Anna Coll de Deletras lleva más de siete años dando clases de caligrafía, compartiendo todo lo que ha ido aprendiendo desde que, en 1998, empezó a aficionarse a esto de las letras. “La caligrafía nos ha dado muchas alegrías y queríamos que más gente la conociera”. Desde entonces, unos 650 alumnos han pasado por sus manos.
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¿Qué tiene de adictivo esta disciplina? Anna lo define de manera muy gráfica: “Es una actividad que te saca de tu parloteo cerebral continuo”. Tanto es así que los efectos derivados de esta práctica pueden ser más beneficiosos de lo que parece a simple vista. Violeta, que además de psicóloga es calígrafa aficionada, explica que “practicar la caligrafía es una actividad que predispone a la conciencia plena, al ‘aquí y al ahora’, por lo que tiene mucho que ver con los estados meditativos. Su ejecución exige un estado mental en el que no tienen cabida ni el estrés, ni las preocupaciones, ni las tensiones musculares, ni los pensamientos intrusivos”. Coincide aquí Dirty Harry, ilustrador enganchado a dibujar letras, diciendo que “es muy adictiva la sensación de que todo lo demás no importa, sólo el trazo que estás realizando en ese momento. Centrarse en algo que te apasione durante unos minutos te hace afrontar el resto del día con otra mentalidad. Es una especie de yoga creativo”. Para Oriol, “la caligrafía está en la base misma de nuestra cultura y nos mejora como personas. También nos hace ser más responsables y conscientes de nuestras acciones y pensamientos”. Y no sólo eso, la caligrafía te pone en contacto con tu yo artista, tu yo creativo. “Una vez –dice Deiana– que cruzamos los límites de los temores como ‘yo no sé hacer eso’ o ‘soy nulo en plástica’, la creatividad comienza a fluir y establecemos un vínculo tan fuerte con los que estamos creando que olvidamos el resto de preocupaciones”.
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El perfil del aficionado a la caligrafía es muy variado: suele ser practicante de otras actividades DIY, pero, sobre todo, como muy bien dice Esther, “todos tienen una sensibilidad especial por la belleza y lo bien hecho, y una inquietud por lograrlo”.
Sin necesidad de ir mucho más allá, Anna Coll recomienda: escribir más despacio, con la espalda recta y los pies apoyados en el suelo. La mejora, dice, es inmediata.
Zentangle, meditar dibujando
Al hilo de esta disciplina, surge el Zentangle (que proviene de zen y de tangle, enredo). Inventado en Estados Unidos por la calígrafa Maria Thomas –junto a Rick Roberts–, el Zentangle es una nueva forma de expresarse artísticamente que consiste, para entendernos, en hacer garabatos, pero siguiendo unos patrones. El resultado son garabatos que no sólo pueden enseñarse, sino que son auténticas obras de arte. María Tovar, una de las pocas que se dedican de forma profesional a esto del Zentangle en España afirma que, en el momento en el que descubrió este tipo de dibujo, supo que quería dedicarse a esto convirtiéndose en Profesora Oficial de Zentangle. “El Zentangle aporta relajación, concentración mental, la posibilidad de conectar con tu creatividad. Te lleva a un estado casi meditativo en el que afloran ideas brillantes que tenemos ocultas por el estrés o por las prisas”. El hecho de que dibujando unas simples rayitas, espirales, lunares o tejas consigamos crear algo artístico refuerza la autoestima. “Además, los materiales son mínimos y al alcance de cualquiera, se puede llevar en el bolso y practicar en cualquier sitio”. No hay excusa.
¿Dónde encontrar cursos de caligrafía?
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