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¿CrossFit? Ahora al gimnasio se va a bailar

Si en años anteriores triunfaron el Zumba y el Sh’Bam, 2016 apuesta por nuevas disciplinas de baile: fitflamc, dancehall, krumping o ballet

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Corbis

Para presumir, hay que sufrir. Así reza el saber popular. Pero no dice nada de que haya que aburrirse mortalmente con tal de mantener a raya el michelín. El spinning, el body pump, el crossFit e incluso el mismísimo yoga no terminan de satisfacer a todo el mundo. Suenan a gimnasio, a obligación. El baile es harina de otra costal. Quema calorías y tonifica, sí, pero recupera la ancestral sensación de libertad. Algunos lo llevan a su máxima expresión acudiendo a las ya míticas quedadas del movimiento Morning Glory: algo así como ir al gimnasio de buena mañana pero con formato de raves legales antes del amanecer. Con djs famosos, sin alcohol, mucho agua y jugos détox energizantes, donde los niños son bienvenidos y lo mismo te agitas en la pista de baile que practicas una sesión de free yoga. Después, ducha y al trabajo.

Las cabezas pensantes de los centros deportivos saben que el baile engancha. Agitarse con brío entre cuerpos sudorosos despierta una emoción animal que engancha. Libera estrés, da buen rollo, y, por qué no, hasta permite tontear. He ahí la panacea para engatusar a los socios y evitar la maldición del gimnasio: cuando el aburrimiento entra por la puerta, los socios salen por la ventana para no volver nunca más. Primero fue el Zumba. Hace apenas dos años llegaron los gurús de Les Mills, con Rachael Newsham a la cabeza, presentando el Sh’bam. En pocas palabras: coreografías sencillas con bastante movimiento de cadera y área genital inspiradas en los videoclips. Triunfaron. Entre ellas y, sí, entre ellos. “En contra de lo que se cree, el baile no es cosa de gays. En mis clases hay muchos heterosexuales. Y a las chicas les encanta. Ven a un hombre clavando esos movimientos tan sexies y piensan ‘si es así en el gimnasio, ¿cómo no será en la cama?”, explicaba la profesora durante una multitudinaria clase en Madrid.

https://www.youtube.com/watch?v=-ZMIxeic3eE

Pero en esto del fitness nadie puede dormirse en los laureles y ya vienen pisando fuerte nuevas disciplinas con el baile como común denominador. Por empezar en casa, tenemos el FitFlamc. “Como su nombre ya avanza, es una mezcla entre fitness y pasos rápidos de flamenco (rumba catalana, bulerías, tanguillos…)”, explica María Carrillo, creadora de esta disciplina que ya cuenta con muchos incondicionales en el sur de España. “Se tonifica todo el cuerpo: cuadriceps, brazos, glúteos… Sin darte cuenta haces un montón de sentadillas con ambiente de Feria”.

La parafernalia callejera también se cuela en el gimnasio. El dancehall cotiza al alza con coreografías de alto voltaje. “Es un estilo de baile que nació en los 70 en Jamaica, con ritmos derivados del reggae. La diferencia con aquel es que más que hablar de paz y de armonía, implica una lucha, es algo más tumultuoso. Utiliza las caderas como base del movimiento y, a partir de ahí, se tonifica todo el cuerpo. Al ser sonidos muy veraniegos, animan el espíritu”, comentaba la monitora Bernardita Allen en una entrevista con CNN Chile. El género ya se ha colado en muchos gimnasios de Chile y Perú.

Quienes crean que el Dancehall no es apto para menores, que no sigan leyendo. Miley Cirus y su twerk o Nicki Minaj y sus espasmódicas agitaciones de glúteos nos ponen en el camino de una tórrida disciplina: el dembow. Los dominicanos reclaman para sí la paternidad de este estilo, cruce entre el dancehall y el reggaeton, con amplias dosis de perreo (y que ya triunfa entre la chavalería en mucho clubs de tarde de fin de semana).

Y hay que volar hasta Los Angeles para buscar las raíces del krumping. Un género hasta ahora patrimonio de raperos varones que, en palabras del coreógrafo Jino Fort viene a ser como “hacer el mono”. Con el tiempo, además de perfeccionar la analogía con los simios, se gana mucha flexibilidad.

Ante tanta algarabía a la mayor gloria del street dance, en el recién inaugurado B3B Woman Studio apuestan por el ballet. Más en concreto, por la barra. “Durante quince minutos se practican pasos muy elementales para tonificar las zonas que más preocupan a las mujeres: glúteos, caderas y muslos. También se trabajan los tobillos, que, aunque no lo parezca, sufren mucho con los tacones”, apunta su director, Juan Garaizar. Claro que antes de llegar a este momento tan disciplinado, las pupilas (es un gimnasio exclusivamente femenino) han pasado ya por una frenética sesión de boxeo y otra de spinning. En cuestión de fitness los cambios mejor si entran poco a poco.

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