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Adictos al ‘like’ y al ‘match’: ¿estamos cerca de dejar de decirnos te quiero a la cara?

Netflix nos muestra en ‘Love Alarm’ un mundo en el que una app desvela quien nos quiere en un radio de 10 metros y expertas debaten sobre qué pasaría si existiera en la vida real.

Nos hemos hecho dependientes del reconocimiento ajeno también en términos sentimentales.
Nos hemos hecho dependientes del reconocimiento ajeno también en términos sentimentales.Getty

A día de hoy tenemos la sensación de que las aplicaciones móviles pueden servirnos para casi todo, desde medir los pasos que damos al día, a controlar nuestro ciclo menstrual hasta, por supuesto, ayudarnos a buscar pareja. Pero, ¿llegarán también a  medir nuestras emociones? ¿Podría una app ayudarnos a saber si realmente es amor lo que sentimos por esa persona, o si el otro siente lo mismo?

Esa es la idea que plantea una de las nuevas series surcoreanas de Netflix: Love Alarm. Básicamente la idea es observar cómo afecta a un grupo de jóvenes, y su entorno, una app que puede decirnos si alguien nos quiere en un radio de 10m a la redonda, y por ende, desvelar también nuestros sentimientos por otras personas en ese mismo radio de acción.

Si bien se trata de una ficción, más allá del triángulo amoroso en torno a la que gira este k-drama, el planteamiento de que una aplicación así pudiera existir lleva a muchas reflexiones. ¿Se acabarían las parejas que no fueran capaces de activar la Love Alarm del otro? ¿Qué pasa si desvela sentimientos que preferiríamos guardar en secreto?

El camino de lo fácil

Si cada vez hay más app con diferentes funcionalidades, se supone que es precisamente para hacernos la vida más fácil. Pero habría que preguntarse si realmente existe un camino fácil en las relaciones sentimentales. Como aporta la psicóloga Ana García, “cada vez tendemos a relacionarnos más a través de las RRSS y aplicaciones, que cara a cara”.  Según  García, el motivo no es solo nuestra creciente dificultad para hablar de nuestras emociones, sino que también influye nuestro estilo de vida. “Buscamos lo más rápido, lo fácil y lo efectivo”, también a la hora de buscar una pareja.

La psicóloga apunta a que también hay otro motivo para que redes como Tinder se hayan extendido tan  rápidamente, y es que “nos ayudan a no tener que pasar por la vergüenza de un rechazo, o decirle a alguien cara a cara con seguridad y valentía que nos gusta o que no”. Aunque el hecho de no ver a esa persona, no significa ni mucho menos que tenga sentimientos y que el rechazo no duela exactamente igual.

En este sentido, una app que nos ayudará a dar a conocer nuestros sentimientos, sin tener que expresarlos, podría ser el siguiente paso. Sin embargo, Ana García recuerda algo que cada vez pasamos más por alto. “La incertidumbre de saber si le gustamos a la otra persona o no, la riqueza de la comunicación no verbal, las miradas, los silencios, el roce de un hombro o de la mano… todo este tipo de situaciones elevan la atracción, el deseo hacia la otra persona”. Y perderse eso, es perderse parte de la experiencia de enamorarse.

Falta de empatía

Si bien es innegable que las app relacionadas con la seducción han llegado para quedarse, y que han permitido conocerse a muchas personas que ya no tenían la misma facilidad para  interactuar con gente nueva, esto no quiere decir que no haya que reflexionar sobre el futuro de las mismas. Así, la psicóloga apunta que el gran problema es que cada vez hay una mayor falta de empatía. “Buscamos que todo vaya más rápido: conocer más rápido, quedar más rápido, e inevitablemente, despachar más rápido. Pensamos menos en los sentimientos de la otra persona, y por eso cada vez existe menos empatía”.

Teniendo esto en cuenta, y partiendo de que la serie de Netflix comienza con chicos y chicas de instituto descargándose masivamente la nueva aplicación, el cóctel puede ser explosivo. “Una app que desvela nuestros sentimientos y viceversa,  supone estar expuestos a ser un mero producto que calificar como ‘bueno o malo’, a exponernos involuntariamente a un rechazo o simplemente que algo externo a ti desvele tu orientación sexual… es dejar en manos ajenas tu propia autoestima”, aporta por su parte la sexóloga Judith Viudes.

De hecho, si bien en la ficción de Netflix muestra la felicidad que supone tener un ‘match’ y que dos personas activen su love alarm respectivamente, también se dan situaciones más incómodas, como chicos que ven revelada su homosexualidad al matón del insti, u otros que acaban atentando contra su vida a causa de ser rechazados y humillados públicamente. Algo que desde luego ya no parece ser tan divertido.

Adictos al like o al match

Otra cuestión interesante que plantea la serie es que se crea un grupo de personas vips, que son precisamente los que más alarmas activan, y que tienen ciertos privilegios, como acceder a fiestas exclusivas. Algo así como los instagrames que más likes reciben, que no dejan de ser una muestra de admiración, y que tienen como privilegio ser invitados a viajes, eventos o tener acceso a productos gratuitos.

Solo por eso podría entenderse que nos obsesionemos con este tipo de app, pero como argumenta Viudes, también hay un motivo neurológico. “La dopamina que proporciona sensación de bienestar y placer, se activa constantemente al recibir una notificación y la consecuencia de este coctel químico te mantiene en una expectativa constante y te engancha”. ¿Cómo de intensa podría ser la sensación si los likes realmente representaran personas a las que les gustamos? Como concluye Viudes “se entra cada vez más en un juego peligroso en cual nuestra valía depende del reconocimiento externo”, y el amor propio del amor que nos quieran dar los demás.

Vivir de la primera impresión

Por último, otra reflexión que merece la pena extraer de Love Alarm es si estas alarmas se activan por un amor real y sincero, o si realmente solo existe la atracción inicial de una primera impresión. El mismo impulso que nos a dar una oportunidad a un perfil de Tinder, solo por la foto o la descripción inicial.

“Es obvio que cuando nos fijamos en alguien, existe una primera impresión física que nos atrae y esto pone en marcha nuestro sistema fisiológico y neurobiológico. Pero solo es eso: una medición de una primera impresión. A partir de ahí, es estrictamente necesario tomarse el tiempo suficiente para conocer a alguien, con todo lo que ello es y representa. Esto es esencial en la elección y formación de una pareja. Y desde luego, esta decisión tan significativa no la puede tomar una app”, reflexiona Judith Viudes.

Así, a modo de conclusión, Ana García explica que en cuestión de sentimientos no todo se puede evaluar por parámetros.  Aunque queramos negarlo, siempre hay un toque de magia. “La magia la provocan las situaciones que se dan entre esas dos personas. Si una app nos dice que a nuestro vecino le gustamos, toda la seducción previa pasa a un segundo plano y se pierde la chispa”. De hecho, no todas las parejas tienen una buena primera impresión, ni un flechazo instantáneo, sino que sus sentimientos se cocinan a fuego lento. Por ello, si tuviéramos que dejarlo todo en manos de las tecnología y en logaritmos predictivo “muchas de las parejas que están ahora, no habrían tenido ni una primera cita”. Y es que en cuestión de amor, el mejor camino no siempre es el más fácil.

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