¿Son los polvos de talco un riesgo para nuestra salud?
Muchas firmas cosméticas se están librando de ellos en sus fórmulas, un estudio en los 70 los relacionó con el cáncer de ovario y los profesionales desaconsejan su uso.
En el imaginario colectivo, entre los cosméticos que invadían los armarios del baño familiar, un producto resaltaba por sus dimensiones. Un tubo alargado, seguramente color salmón, sobresalía entre pomadas, cremas y maquillaje. Sobre el cilindro, las letras desvelaban su contenido: polvos de talco.
Lleva años acompañando a las familias como recurso rápido para el cuidado de las zonas donde roza el pañal a los bebés. Y, sin embargo, también lleva un tiempo en el punto de mira. Su supuesta relación con el cáncer de ovario y los problemas que su inhalación puede acarrear copan titulares. Algunos grupos del sector lo retiran de sus formulaciones. Pero ¿cuánto hay de cierto en estos peligros? Y, más importante aún, ¿estaremos ante el final de esa nube blanquecina que empolva nuestros recuerdos?
Qué es el talco y por qué se usa
Para entender toda la controversia alrededor del talco, primero se debe conocer su origen. Compuesto de silicato de magnesio, es un mineral natural extremadamente blando y fácil de pulverizar. Se extrae de yacimientos donde se encuentran otros compuestos.
Su uso en cosmética, ya sea en su forma más pura o dentro de otros productos, está ampliamente extendido. La doctora Paloma Borregón, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) nos da el motivo principal: «Se utiliza por su efecto secante. Nos vale para eliminar el exceso de humedad en áreas como las ingles o donde se coloca el pañal».
Laura Bey, química orgánica, nos explica por qué la incluyen muchos cosméticos. «Gracias a su absorción de líquido, en las cremas de tratamiento consigue un efecto mate ideal para pieles grasas. En maquillaje, puede ayudar a crear diferentes efectos. Se puede encontrar en productos para cualquier zona del rostro, incluido el contorno de ojos. Da una sensorialidad y una textura muy particular que no se consigue con otros elementos».
Su posible relación con el cáncer
En 1971, una investigación desveló el hallazgo de polvos de talco en cánceres de ovario. Los responsables señalaban la presencia de asbestos, un mineral muy parecido y con potencial cancerígeno comercializado como amianto, como el responsable. La contaminación cruzada se debe a que en las canteras de las que se extrae el talco hay presencia de asbestos, y por tanto se comercializaba con restos de amianto.
Tras estos descubrimientos, se prohibió la presencia de estos compuestos en los polvos. «En Europa, se requiere la purificación del talco y la eliminación absoluta de otros compuestos que puedan alterarlo», confirma Bey.
Entonces, ¿por qué sigue esta creencia tan extendida? Varias sentencias en Estados Unidos contra diferentes fabricantes la mantienen activa. La más reciente, la que acusa a los polvos de talco de la firma Johnson & Johnson de contener amianto. El grupo, que niega la presencia de este mineral y recuerda que ha ganado todos los juicios tras apelar, ha retirado desde mayo el producto tanto en ese país como en Canadá, alegando la falta de demanda y el cambio de hábitos del consumidor. Otras compañías como Chanel, L’Oréal o Revlon también los sustituyen en sus gamas por otros compuestos.
Más recientemente, un nuevo análisis del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental estadounidense descartó una clara relación entre los polvos de talco y el cáncer de ovario. El estudio se realizó con más de 250.000 mujeres. Algunas usaban talco en su área genital de forma habitual, otras lo habían hecho durante 20 años, quienes lo hacían al menos una vez a la semana y quienes no. «No se encontró una asociación significativa entre su uso y el incremento del riesgo de sufrir cáncer de ovario», señala el doctor Jackie Calleja, ginecólogo de la clínica Bmum.
Con esta información, las diferentes instituciones no se ponen de acuerdo. Mientras la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos y la Sociedad de Oncología, ambas estadounidenses, consideran que no hay argumentos suficientes para considerarlos peligrosos, la Sociedad Americana contra el Cáncer pide que no se recomiende su uso y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, dependiente de la OMS, lo considera posible cancerígeno en la zona genital y reclama más estudios.
Por qué los profesionales lo desaconsejan
Existen otros riesgos en su forma más pura. «No deja de ser un polvo, muy volátil, y puede correrse el riesgo de inhalarlo», comienza la doctora Borrego. «Puede irritar los bronquios y cerrarlos. Pero eso sucede si se aplican sin control, claro».
Laura Bey está de acuerdo con este posicionamiento. «Los cosméticos no son inocuos y por tanto un uso incorrecto puede resultar nocivo. No se han diseñado para inhalarlos, ingerirlos o meterlos en los ojos. El problema no lo conlleva el producto en sí, sino su utilización. Si metes un pie en una olla exprés, seguramente te quemes».
Aun así, lo desaconsejan por otro efecto adverso: que provoque dermatitis. «Puede producir dermatitis alérgica de contacto, por ejemplo al ser alérgico al producto», advierte la experta de la AEDV. El doctor Calleja añade otros motivos que pueden llevar a esa dermatitis. «Un exceso de sequedad puede acabar irritando, o se puede alterar la flora vaginal».
Ambos expertos indican que hay multitud de productos específicos para la higiene íntima femenina más adecuados. «Contienen ingredientes antisépticos, probióticos como los lactobacilos, y se presentan en texturas más idóneas como gel, mus o espuma», opina el ginecólogo.
El doctor Jackie Calleja reconoce, aun así, las excepciones que pueden desembocar en recomendar su uso. «Para mujeres mayores o con sobrepeso encamadas con problemas de hongos, o para tratar el aumento de humedad en pliegues que no se puedan manejar con otros productos, los polvos de talco funcionan».
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