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Podrías estar lavándote demasiado (y necesitas un filtro de ducha aunque no lo creas)

La agresividad de los productos limpiadores y las aguas de dudosa calidad pueden desestructurar y deshidratar nuestra piel. Buscamos soluciones para evitarlo.

El agua con el que nos lavamos es clave para mantener una piel sana e hidratada.
El agua con el que nos lavamos es clave para mantener una piel sana e hidratada.Cordon Press

Los que lidien con la cuarentena (y no nos referimos a la acción de aislarse durante 40 días para evitar el riesgo de contagio, sino a ese periodo de edad en el que uno piensa que ya está de vuelta de todo…), seguro recuerdan aquel acto semanal, litúrgico, insalvable, normalmente realizado los fines de semana, en el que se llenaba la bañera por primera vez en siete días y ahí, en ese cubículo, se sumergían todos los miembros menores de la prole que se deshacían de la suciedad a golpe de Lagarto; y tampoco nos referimos al reptil, sino a la barra de jabón natural que tanto desinfectaba la piel como servía para lavar el coche.

Esta era la rutina popular de limpieza allá por los 80, ¡Ay!, cómo hemos cambiado, que diría Sole Giménez, de Presuntos Implicados, porque ahora la alcachofa está a pleno rendimiento casi las 24 horas al día. Cualquier excusa es buena para someternos a los chorros templados de las aguas cívicas, y esto nos hace plantearnos: ¿Es bueno lavarse tanto? Aquí la opinión de los expertos es unánime: hay que lavarse cuando nos sintamos sucios. Sin más. Considerar que el grado de suciedad está en su nivel máximo, es una cuestión peliaguda que nos corresponde descifrar a cada uno de nosotros. Internet ha creado falsos mitos como que el cabello se autolimpia si se deja de lavar durante aproximadamente seis semanas, ya que el nivel de aceites naturales que segrega el cuero cabelludo (más cuando es sometido a limpiezas exhaustivas con productos que los terminan arrastrando), se terminan equilibrando dando una sensación óptica de cabello limpio.

Porque este es el quid de la cuestión: la agresividad de los productos limpiadores y aguas de dudosa calidad actuando de forma constante en nuestra piel, pueden desestructurarla, sensibilizarla y dejarla desprotegida, ya que las bacterias (microbioma de la piel) desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la homeostasis de todas las capas.

Sin embargo, los expertos en piel no están de acuerdo: “No creo que la solución para tener una piel sana y lustrosa sea no lavarse. La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano y no es solo una barrera protectora. Es un órgano cuyo normal funcionamiento y aspecto depende de múltiples factores, no solo de la limpieza”, asegura el Dr. José Luis Ramírez Bellver, dermatólogo de Clínica Dermatológica Internacional. Determinadas dolencias como enfermedades renales y hepáticas, alteran el tono de la piel y pueden producir picores; las alteraciones en las hormonas tiroideas, si no están controladas, también afectan a la piel; una mala alimentación, el estrés, el alcohol, la falta de sueño… Son posibles desencadenantes de múltiples enfermedades dermatológicas, añade Bellver.

Vitaclean no solo frena las malas aguas (elimina el cloro en un 98%), sino que aporta un chute de vitamina C y aceites esenciales.
Vitaclean no solo frena las malas aguas (elimina el cloro en un 98%), sino que aporta un chute de vitamina C y aceites esenciales.

¿Nos estamos volviendo un poco obsesos de la limpieza? “La influencia del marketing, un uso constante y abusivo del maquillaje, y una vida social más activa, hacen que recurramos a la limpieza en múltiples ocasiones, a veces de forma exagerada”, opina Marga de Pedro, Directora de Formación de la marca dermocosmética MartiDerm, “La piel es un órgano vivo, es muy sensible y puede acusar de manera negativa un exceso de limpieza que desequilibre su manto ácido natural, favoreciendo su deshidratación e infecciones”, asegura. “Hoy día no es tanto un hábito que se ciña únicamente al acto higiénico en sí mismo, sino que también es un acto social, un gesto que nos predispone a acercarnos más y mejor a los demás en el día a día, que nos da seguridad, frescor y calma. Por otro lado, nuestro entorno está contaminado y las partículas que no vemos a simple vista, se depositan sobre nuestra piel y la agreden de múltiples maneras, por lo que es necesario limpiarlas cada noche”, advierte.

Puede que durante ese rutinario acto nunca nos hayamos preguntado qué es realmente el jabón y qué acción tiene en nuestra piel el exceso de detergentes y agua corriente, y esto es lo que comentan los expertos: “El jabón y los productos de limpieza tienen un efecto de disolución o arrastre de las partículas depositadas sobre la piel, lo que llamamos suciedad, y de disolución de la grasa o sebo y sudor que exuda nuestra piel y que se acumula y oxida sobre ella en contacto con el oxígeno. Los surfactantes, responsables de la espuma que tanto nos gusta crear durante los lavados, despega y suspende esta suciedad para ser arrastrada fácilmente con el aclarado. Sus consecuencias no deben ser otras que las descritas, y dada su formulación para no permanecer mucho tiempo sobre la piel, es difícil que generen efectos negativos serios”, así lo describe la Directora de Formación de MartiDerm, y continúa “Sin embargo, las pieles sensibles o secas, pueden notar que su problema se acucia con su uso, porque disuelve la grasa, de la cual este tipo de pieles carecen notablemente. El agua con el que nos lavamos también juega un papel crucial en la ecuación del impacto negativo o positivo que la limpieza pueda tener en nuestra piel, no todas son iguales y muchas son agresivas. También la forma y utensilios que utilizamos marcarán una diferencia. Utilizar la mano, es la forma más suave de limpiar nuestro cuerpo, y aunque una esponja también puede serlo, precisan de una higiene apropiada ya que pueden acumular y propagar bacterias”.

“Si usamos esponjas ásperas, pasamos mucho tiempo bajo el agua, empleamos jabón en todo el cuerpo y después no nos hidratamos, probablemente acabaremos desarrollando tendencia a piel seca, con el consiguiente picor asociado”, advierte el Dr. Bellver. Parece que vamos atando cabos, aquí el problema no reside en cuánto nos lavamos sino cómo lo hacemos, y tres parecen ser las claves: el tipo de limpiador que utilizamos, la categoría de agua con la que nos enjuagamos y si reponemos o no los aceites naturales perdidos con una correcta hidratación. Los expertos también son unánimes, a pesar de que la pastilla de jabón artesanal 100% natural y aroma a esencia de lavanda nos encandile a todos, su pH es demasiado alcalino (entre 7 y 9) y podría desequilibrar el manto ácido protector de la piel (que es de 5.5); por ello, todos prefieren los denominados “Syndet”, surfactantes sintéticos (del inglés synthetic detergent) que, a diferencia de sus hermanos mayores los jabones en barra, no provienen de grasas ni aceites. Su pH es más bajo, por lo que no alteran tanto el manto hidrolipídico, y aunque en ocasiones se les llama “jabón sin jabón”, la acepción es errónea, syndet no es “sin detergentes”, sino detergente sintético, que no nos líe el marketing…

El segundo en liza es el agua, la cal, cloramidas y los compuestos químicos de las aguas tratadas desequilibran el pH tanto de piel como cuero cabelludo produciendo problemas como hipersensibilidad e irritaciones. Pero tranquilos que la industria cosmética piensa en todo. Ahora disponemos de los filtros de agua cosméticos que no solo solucionan los problemas de dureza del agua, sino que su cometido fundamental es dejarnos la piel más suave y el cabello más brillante. Sirvan de ejemplo T3 Source, que elimina el 95% del cloro ya que utiliza una mezcla patentada de turmalina y otros metales preciosos neutralizando la nocividad del agua. El cloro libre puede causar encrespamiento, reducir el brillo, dañar el cabello y dejar la piel seca y opaca.

El filtro T3 Source asegura eliminar el 95% del cloro.
El filtro T3 Source asegura eliminar el 95% del cloro.

La inglesa Vitaclean no solo frena las malas aguas (elimina el cloro residual en un 98%), sino que aporta un chute de vitamina C y aceites esenciales para embellecer la piel y hacer del acto de la ducha un verdadero ritual spa. Además, tiene una presión de agua entre 3-6 veces mayor que la de los cabezales de ducha estándar, por lo que permite ahorrar agua hasta un 25% en cada ducha, contribuyendo al medio ambiente y una mayor preservación del agua en todo el mundo.

La alemana Alb Filter ensalza las virtudes de carbón activado para eliminar las impurezas del agua y los malos olores, también reduce la cal, el cloro y los metales pesados. Su filtro Alb pH-Fix estabiliza el pH del agua para evitar el desequilibrio del manto ácido. Además, su sistema Alb Derma Beads, una mezcla estudiada de minerales, calma la piel y el cuero cabelludo.

Y por último, una correcta hidratación. Según los expertos, el acto rutinario de limpieza no está completo sin este necesario paso. No hagamos pereza. Afortunadamente el mercado ofrece mil y una alternativas para una nutrición exprés, como el Spray de Hidratación Profunda para piel seca de Neutrogena o Ureadin Spray & Go de ISDIN que, en un sencillo gesto (actúan incluso en pieles húmedas), proporcionan los nutrientes necesarios para que la piel no se resienta.

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