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Mucha crema y guantes: así se cuidan las manos en un invierno de ventanas abiertas y geles hidroalcohólicos

Seguir las recomendaciones sanitarias para evitar contagios y no acabar con las manos en carne viva es más fácil de lo que parece.

young woman warming up her hands.
VisualCommunication/Getty (Getty Images)

Prepárate para un invierno especialmente duro para las manos. Si normalmente sufren por el frío mientras estamos en la calle, este año, más. Porque vamos a pasar más tiempo en exteriores. Los aperitivos ahora los tomamos en terrazas. En los comercios, los aforos reducidos obligan muchas veces a aguardar cola en la calle. Hacemos más actividades al aire libre para minimizar el riesgo de contagio y numerosas ventanas van a seguir abiertas a pesar de las bajas temperaturas (ya es un hecho, por ejemplo, en los colegios y los autobuses urbanos de Madrid). Añade que sigue siendo muy conveniente lavarse las manos con frecuencia o utilizar geles hidroalcohólicos, algo de uso obligado cada vez que entras en un establecimiento público (prepárate para unas compras navideñas pasadas por hidroalcohólico).

Nadie duda de que todas estas medidas son necesarias para reducir la propagación del virus de la covid, pero las manos lo van a pagar caro. Puede que estos primeros días de bajas temperaturas ya lo hayas notado: los nudillos y las cutículas se resecan, te cortas con cualquier cosa y hasta puede que te salgan pequeñas heridas. La piel del dorso de la mano es extremadamente fina, desprovista de glándulas sebáceas y con una densidad muy limitada de fibras colágenas y elásticas. Eso la hace especialmente vulnerable a productos químicos y al frío. Precisamente, el cóctel inevitable de este invierno de coronavirus. «Cabe esperar un aumento de la sequedad, tirantez, enrojecimiento, eccemas o picor”, avisa Carme Chorto, asesora científica de Eucerin.

A la calle, con las manos bien secas

Basta con incorporar dos pequeños cambios a la rutina de lavado: jabones menos agresivos y secado a conciencia. «A ser posible, jabones ‘syndet’. Son respetuosos con el manto ácido de la piel y así evitamos resecarla, algo que sucede con jabones más agresivos. Mucho más este año en que alternamos con los geles hidroalcohólicos». Ya puestas, mejor aún si la fórmula incorpora ingredientes que compensen esos lípidos perdidos, como las ceramidas, y elementos hidratantes, como la glicerina o el ácido hialurónico.

Lo siguiente es secar completamente las manos, algo que solemos pasar por alto. En especial, fuera de casa. Unas veces porque el secamanos no funciona. O vamos con prisa y no queremos esperar. O, simplemente, nos da miedo pasar más tiempo del imprescindible en el pequeño espacio del aseo público. «Hay que secarlas bien porque la humedad aumenta el riesgo de desarrollar eccemas. Una vez secas, lo ideal es aplicar una crema hidratante«. En el caso de los niños, que suelen protestar en cuanto ven cualquier producto mínimamente pringoso, existe la opción de las pomadas en aerosol. Divertidas para ellos y menos tediosas de aplicar para el adulto.

Atención a las heridas

Quienes tienen que aplicarse con mucha frecuencia gel hidroalcohólico (sanitarios, educadores, trabajadores de cara al público…) o los que trabajan junto a una ventana abierta (atención a las manos de los escolares) tienen muchas posibilidades de acabar con las manos despellejadas, con costras en los nudillos, padrastros resecos o, directamente, heridas a punto de abrirse. La estrategia en este caso es tratar las lesiones e impedir que vayan a más. «Si estamos al punto de tener heridas, hay que abordarlas aplicando dos veces al día una crema calmante y regeneradora», apunta Anne-Charlotte Jakubczak, responsable de formación de Pierre Fabre Dermocosmética.

Son las famosas cremas ‘cica’, formuladas con ingredientes que favorecen la cicatrización. Su propuesta es Cicalfate Crema de Manos Reparadora Efecto Barrera de Avène. Lleva sucralfato (un activo que facilita la reparación epidérmica); sulfato de cobre y sulfato de zinc, con propiedades antibacterianas; y agua termal, que protege las pieles fragilizadas. «Además, para prevenir la aparición de nuevas zonas de sequedad, en invierno conviene pasarse a cremas de manos altamente nutritivas, las ‘cold cream’. Estos productos aportan protección, nutrición y confort intenso a las manos sensibles y secas y pueden usarse tantas veces como se desee».

Guantes de día y de noche

Hay pequeños trucos de diario que pueden mejorar mucho el estado de las manos. «Evita los cambios de temperatura bruscos. Por ejemplo, si en la calle hace mucho frío y llegas a casa, ten cuidado con meter las manos bajo agua muy caliente o acercarlas a fuentes de calor muy intenso. Aunque por lo general, tampoco es bueno lavarse las manos con agua muy fría», declara Mercedes Abarquero, directora científica de CeraVe. «Conviene protegernos con guantes de lana, cuero u otro material que aísle del frío siempre que estemos en el exterior. Si utilizas guantes de protección de látex, nitrilo u otro material,  recuerda siempre utilizarlos sin talco. Y, sobre todo, que las manos estén perfectamente secas antes de ponértelos. Cámbialos tantas veces como sea necesario y no los tengas más tiempo del recomendado. Asimismo, evita todas las sustancias que puedan ser nocivas para la piel. Esto incluye todos los productos de limpieza de casa, desde el lavavajillas a la lejía. Si los tienes que utilizar, usa siempre un guante adecuado para proteger las manos».

La noche es un momento crucial para dar un empujoncito a mejorar su estado. Serán ocho horas sin agresiones, nada de geles, ni jabones, y arropadas al calor del edredón. Sin olvidar que durante el sueño se intensifican las tareas de reparación de la epidermis. «Es muy importante aplicar una buena crema de manos antes de acostarnos. Tanto mejor si incorpora ceramidas, que son los lípidos epidérmicos más abundantes». El déficit de esos ‘ladrillos’ de grasa genera todas las alteraciones en la función barrera que ya hemos visto. Una estrategia al alcance de cualquiera, asequible y que ya usaban nuestras madres es aplicar una capa generosa de crema y enfundarse un guante de algodón fino de los de mercería de toda la vida. El calor y el efecto semioclusivo del guante intensifican la absorción de la crema.

Medidas extremas

Por mucho que nos cuidemos, a medida que cumplimos años, las manos van a peor. La piel se afina, pierde grasa y deja un aspecto huesudo y reseco al dorso. El frío y, ahora, la necesidad de lavarlas tanto, complican su estado todavía más. Para contrarrestarlo la doctora Josefina Royo de la Torre, directora de Instituto Médico Láser, sugiere un tratamiento de choque: la lipotransferencia de grasa autóloga. «Consiste en introducir grasa de los glúteos o del abdomen mediante pequeñas inyecciones en el dorso de la mano. Es un procedimiento totalmente seguro, ya que la grasa se depura previamente hasta eliminar los residuos hemáticos y se optimiza con factores de crecimiento autólogos, procedentes de la sangre del propio paciente».

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