Adiós al vapor: por qué la limpieza en frío del rostro es la clave para una piel luminosa y sin marcas
El vapor ha sido el protagonista de las higienes hasta la fecha. Pero cada vez más expertos advierten de que puede irritar las pieles sensibles y con rosácea, lo que ha puesto de moda la versión en frío.
Relacionamos centro de belleza con placer, pero no podemos decir lo mismo del tratamiento de cabecera, la limpieza facial. Ni el tradicional vapor ni la presión en los poros en la extracción han sido nunca motivo de deleite, pero dejar el cutis impoluto es la única manera de conseguir, y eso lo dice cualquier dermatólogo, que los activos aplicados después penetren mejor y la piel se vea sana y bonita. Cada cierto tiempo toca, y la pista es la siguiente: la piel se renueva cada 28 días. Sin embargo, las expertas que retiran el vapor del proceso van in crescendo y abogan por otros métodos que cumplan su función, como el suero salino a presión o las arcillas.
Elisabeth Álvarez, directora del centro Inout, es una firme defensora de la nueva tendencia. “En la mayoría de los casos el calor supone una agresión para la piel, sobre todo si no damos con un buen profesional, y corremos mayor riesgo de acabar con marcas e irritación. No es una opción que recomiende y menos aún en aquellas personas con problemas de acné, rosácea o sensibilidad, porque estos pueden agravarse”, dice la experta en estética, cuyo centro es famoso por las higienes a base de suero salino y oxígeno a presión. “Con este protocolo elimino las impurezas y células muertas sin agredir la piel y estimulo el poro de manera que se facilite la extracción sin dilatarse ni ensuciarse tan rápido como cuando se usa el vapor. Después desinfecto el cutis con ozono y calmo con luz LED”.
Una creencia habitual es pensar que el vapor abre el poro. Preguntamos a una dermatóloga, la doctora Cristina García Millán, del Grupo Pedro Jaén, clínica donde practican higienes bajo la modalidad sin. “Efectivamente el poro no se abre. El calor facilita la extracción de la queratina que ocupa el poro porque la reblandece, pero el poro sigue igual, aunque se dilate un poco. De hecho los conductos que contienen el vapor de agua podría ser un foco de hongos”. Se muestra de acuerdo Elisabeth Álvarez, que argumenta que “abrir o cerrar el poro como se ha dicho toda la vida no es posible. De hecho los cosméticos en el mercado que aseguran hacerlo recurren al marketing. Los poros no disponen de un músculo que los abra y los cierre”.
La esteticista Diana Montoya se pasa también a la opción en frío, porque “permite limpiezas profundas, no sensibiliza la piel y deja menos marquitas. Existen arcillas y aparatología como la corriente galvánica o los ultrasonidos que permiten reblandecer los puntos negros y los comedones para facilitar una buena extracción”, explica Montoya. Sin embargo, las defensoras de la tradición en esto de la higiene facial son muchas, entre otras Cristina Galmiche, una de las principales referencias en la capital en este menester. “En mi opinión una mala limpieza es aquella que no limpia en profundidad, utiliza principios activos agresivos y manipula la piel sin conocimiento ni cuidado. Yo practico un método al que llamo oxigenación artesanal, que a diferencia de la limpieza tradicional hace que el cutis respire mejor y acoja al máximo los ingredientes aplicados a continuación. El requisito imprescindible es que haya extracción, y respecto al vapor, bien utilizado logra que esta sea mejor, evita que la piel se lesione y, combinado con el ozono, añada desinfección y cauterización. Galmiche aplica lo que llama sauna de vapor facial: reblandece la grasa acumulada en los conductos excretores de los poros y la suciedad derivada de la actividad celular de la epidermis y del medio ambiente. “No estoy en absoluto de acuerdo con que el calor aumente la flacidez, como se ha dicho en ocasiones. Aplicado de manera localizada bajo un control estricto es esencial para una oxigenación profunda”, aclara. Sea como fuere, un buen tratamiento de limpieza hoy en día no debe dejar rastro a modo de rojeces o marcas, o apenas. Sí una piel oxigenada, limpia y luminosa.
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