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Estas son las operaciones estéticas más demandadas por adolescentes (y lo que los médicos opinan sobre operar a esas edades)

Los tiempos cambian y, en un momento de cambio tecnológico, con la imagen corporal vista a través de la cámara y validada por los pulgares del otro, las necesidades relativas a esta imagen corporal tienen inicio a una edad muy temprana. Pero no todo vale: ni a cualquier edad, ni a cualquier precio.

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Getty Images (Getty Images/EyeEm)

El pasado mes de octubre, la plataforma Spark AR, que gestiona la aprobación de los nuevos filtros de Instagram, anunció que iba a comenzar a retirar aquellos que imitaban el efecto de operaciones estéticas como parte de su política de bienestar. El afinamiento de nariz, el aumento de labios, unos pómulos más marcados o unos rasgos más infantilizados al estilo de cómic japonés eran efectos cada vez más comunes en la red social de las apariencias que sus usuarios podían probar sin necesidad de pasar por quirófano. A través de un comunicado en Facebook, la compañía indicaba que “quería que sus efectos formasen parte de una experiencia positiva” y, por ello, “reevaluaban sus políticas existentes relacionadas con el bienestar”.

El hecho podría resultar anecdótico, de no ser porque en tiempos de sobreexposición a través de redes sociales, de inevitable comparación con el otro que aparece en nuestro feed y de excesiva autocrítica derivada de la evaluación a través del selfie, cada vez son más las personas que acuden a especialistas para intentar parecerse a ese Yo Idealizado de Instagram. Y, entre estas personas, llama la atención el aumento de consultas entre adolescentes, tanto es así que la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP) dedicó una mesa al tema en la convención celebrada la semana pasada en Madrid.

“Hay un incremento de interés por parte de los adolescentes en todo lo relacionado con su cuerpo”, explica la doctora Marisa Manzano, experta en cirugía para adolescentes, en la rueda de prensa para medios para introducir el por qué de esta mesa, “en la etapa de la adolescencia se toma mayor consciencia del cuerpo y de la relación con sus semejantes y, actualmente, los adolescentes están muy presionados por ofrecer a los demás una muy buena imagen de sí mismos”. Con las redes sociales, explica la doctora Manzano, los adolescentes tienen la posibilidad de dar una imagen de lo que a ellos les gustaría ser y de cómo les gustaría ser y, en ocasiones, quieren que su identidad real se asemeje cada vez más a su identidad digital. “Con esto se están generando una serie de consultas a nuestra especialidad y creíamos adecuado asentar unas bases: hay unas bases médicas y científicas, que nos dicen que esos procedimientos técnicamente se pueden hacer, pero hay también unas bases éticas y legales que los profesionales tenemos que tener en cuenta. Porque no todo es posible: ni a cualquier edad, ni a cualquier precio”, cuenta la doctora Manzano.

Una cuestión ética

Los tiempos cambian y, en un momento de cambio tecnológico, con la imagen corporal vista a través de la cámara y validada por los pulgares del otro, las necesidades relativas a esta imagen corporal tienen inicio a una edad muy temprana. En España, tal y como explica el doctor Jose María Picó, Secretario de Comunicación de AECEP, tan solo en Andalucía existe un examen psicológico previo para determinar si el menos de 18 años está en condiciones adecuadas para tomar la decisión de someterse a una operación con fines estéticos. Pero realmente, a partir de los 16 años  una persona puede decidir cuándo someterse a un procedimiento –aunque sus padres no estuvieran de acuerdo–, es ahí donde el papel del cirujano cobra mayor importancia, puesto que tienen que decidir si la operación supondrá una mejora de su calidad de vida.

“Depende mucho de si se considera una cirugía reparadora o una cirugía estética”, explica la doctora Marifé Prieto, Secretaria General de AECEP, “por ejemplo, las orejas de soplillo requieren una otoplastia y algunos pacientes están autorizados a hacérselo antes incluso de entrar en el colegio que es cuando pueden empezar a tener problemas”. La doctora explica que hay pacientes incluso de 5 años que pasan por el quirófano por este problema estético que podría derivar en problema psicológico cuando entre en el colegio. La operación es sencilla –puede realizarse solo con sedación– y el riesgo es muy bajo si se valoran las consecuencias. “Hay que valorar si es un resultado por estética, como un aumento de mama o una rinoplastia en un adolescente que no tenga ningún problema respiratorio, o si es un tratamiento reparador, donde sí existe un problema”, aclara Prieto.

Me parece muy importante remarcar que ninguno de nosotros hace aumentos de mama en menores, cuando hablamos de cirugía mamaría estamos hablando de malformaciones congénitas, de mamas tuberosas, de hipertrofias o de asimetrías, pero evidentemente, me da igual que haya un examen psicológico de por medio, no voy a hacerle un aumento de mamas a una menor”, explica el doctor Picó.

Las operaciones más demandadas por los adolescentes

“Los adolescentes son mucho más vulnerables que los adultos, porque en ese momento están construyendo su identidad y es para ellos muy importante el feedback de lo que piensan sus semejantes”, explica a S Moda la doctora Manzano después de la rueda de prensa, “y creo que como sociedad deberíamos proteger a los adolescentes porque les estamos obligando a ser mayores antes”.

La doctora explica que uno de los mayores problemas de su especialidad es que existen determinadas líneas entre cirugía reparadora y cirugía estética que no están del todo definidas. Es decir, por qué una otoplastia sí pero una rinoplastia no: “aquí entra el criterio que tengas como médico, la valoración de esa deformidad –es decir, hasta qué punto tú consideras que eso es lo suficientemente importante– y luego la coyuntura social –que en determinadas sociedades ese problema se considere normal y en otras no lo sea–“, explica Manzano. La doctora añade la importancia de la indicación médica y de una buena valoración del paciente para comprobar qué le molesta de ese supuesto defecto, ya que a veces puede estar más determinado por el entorno que por la persona que está pensando someterse a una operación. “Hay una cosa que se llama expectativa que significa que en la conversación que tú tienes con el adolescente veas que lo que esta persona te pide, tú como cirujano, técnicamente le puedas dar el resultado que él o que ella espera. Si tú ves de entrada que sus expectativas están fuera de un resultado probable, significa que ese paciente es un mal candidato… porque nunca estará contento aunque el resultado, técnicamente, sea bueno”, explica la doctora Manzano, añadiendo que esto sirve tanto para adolescentes como para adultos.

Pero al contrario de lo que se pueda creer por bulos relacionados con la cirugía estética –como aquel de regalar un aumento de pecho a una chica por su 18 cumpleaños, que todos los doctores indican que es mentira–, los adolescentes suelen consultar y demandar cirugías que se consideran reparadoras: “según las estadísticas de la Asociación Americana de Cirugía Plástica, donde en realidad el porcentaje de operaciones a los menores de 17 años es muy bajo –estamos hablando de por debajo del 1% del total–, las cuatro cirugías más demandadas son reducción mamaria, otoplastia, rinoseptoplastia y ginecomastia en los varones (para reducir el tamaño de las glándulas mamarias debido a un agrandamiento inusual)”.

Las operaciones de reducción mamaria en mujeres jóvenes, por ejemplo, pueden suponer un enorme cambio en sus vidas y una mejora clara de su autoestima: “Hay determinadas cirugías que mejoran la calidad de vida de los pacientes, y hay estudios que lo avalan, como por ejemplo en pacientes reconstruidas –por haber tenido cáncer– porque se ven mejor, porque tienen mejores relaciones sexuales o de pareja o porque a la hora de vestirse encuentran ropa favorecedora”, explica la doctora Manzano, lo mismo sucede aquí con los varones operados por ginecomastia: “en los jóvenes adolescentes hay muchísima presión, porque se presupone que un hombre no tiene pecho y para un chico con pecho, sobre todo en la adolescencia, es algo durísimo; son jóvenes que se aíslan, que no practican deporte ni actividades al aire libre y que se avergüenzan constantemente de su cuerpo”.

En cuanto a las adolescentes que quieren reducir su pecho, la doctora Manzano lo tiene claro: “Otro estudio analizó la calidad de vida de pacientes, a partir de los 16 años, intervenidas de reducción mamaria: y en estas chicas se ha demostrado que, por ejemplo, empiezan a hacer deporte cuando antes, por pudor o incomodidad, no hacían, mejoran la calidad de las relaciones con sus amigas, empiezan a tener pareja cuando a lo mejor el resto de compañeras ya tenían pero ellas se sentían muy inseguras y tendían a taparse y esconderse, se ponen ropa más ajustada y se encuentran mejor, empiezan a ir a la playa… y esto lo tenemos que valorar, ¿por qué vamos a esperarnos hasta los 18 años si su vida puede mejorar dos años antes?”.

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