Elogio de la cana: cómo hemos pasado de ocultarlas a presumir de ellas (ahora más que nunca)
O por qué las melenas plateadas ya no son motivo de esclavitud y rechazo.
Es un hecho que la relación entre mujeres y canas ha sido siempre un tanto esclava. Se suele decir que mientras los hombres se ponen interesantes (silver fox, los llaman) en el momento en que los cabellos grises hacen su aparición en las mujeres, estas no envejecen sino que se hacen rubias (tinte mediante). Sin embargo, algo está cambiando. De un tiempo a esta parte la primera cana se empieza a considerar motivo de satisfacción: existen movimientos de oda a la cana con cientos de miles de seguidores, como el perfil de @Grombre («una celebración radical del fenómeno natural del cabello gris» creada por una mujer que se descubrió la primera cana a los 14 y que dejó de teñirse a los 24, Martha Truslow Smith) o la etiqueta #greyhairdontcare en Instagram, que están favoreciendo la aparición de nuevos referentes estéticos de mujeres jóvenes y canosas, disociando la idea de que las canas significan necesariamente vejez. Este orgullo está dando paso a cierta mitificación de la melena gris femenina y ya hace un tiempo algunas mujeres del ámbito de la moda, el cine o el arte comparten en las redes sociales sus inicios en el mundo de la cana.
Es el caso de la modelo holandesa Saskia de Brauw (38 años), conocida por su belleza andrógina y poco esforzada, por su pelo corto y por su atípica carrera (fue a los 27, una edad considerada de jubilación para muchas modelos, cuando despuntó y se convirtió en la más demandada por la industria), dueña de un estilo tan personal como interesante, y que al descubrirse sus primeras canas, les dedicó un post en Instagram: «A gray hair! I hope this means the age of wisdom will soon arrive» (“¡Una cana! Espero que esto signifique que la edad de la sabiduría llegará pronto”). En general, las celebridades asoman tímidamente a la tendencia (de la Reina Letizia a Katie Holmes o Kate Middleton suelen dejar ver algunos cabellos grises sueltos) pero ha sido en la red social donde anónimas y microinfluencers han encontrado un lugar de elogio y acercamiento. Mujeres como Elizabeth Collins, que se descubrió su primera cana a los 13 años y que con 29 decidió abandonar la exigencia mensual del tinte (su transformación la ha documentado a través de su perfil @young_and_gray29, que siguen más de 13.000 personas) o Nicole Andrus, una estadounidense que lanzó su propio perfil @nic_went_gray al abandonar el tinte recién estrenada la treintena. Y como ellas, muchas más.
También los estilistas profesionales han notado el fenómeno. “La tendencia empezó hace un par de años, cuando mujeres jóvenes y sin canas comenzaron a desear el pelo gris casi blanco como coloración de moda”, recuerda Luciano Cañete, cofundador y director de los salones Corta Cabeza de Madrid. “La vuelta a la naturalidad en todo (pero también en la belleza, donde ahora no se tapa nada sino que se realza lo natural) ha dado un giro de tuerca a esta tendencia y en ese volver a los básicos la cana femenina es motivo de celebración”, añade este estilista. A las españolas nos llevará más tiempo abrazar la cana, añade, “porque el cabello mediterráneo prototipo, que no es liso ni rizado, tiene una base más oscura que el de otras europeas”, con lo que no resulta tan fácil convertir los cabellos grises en un efecto mecha natural. Él nos explica cómo hacer la transición a la cana lo más rápida e indolora posible.
Cortar o decolorar: no hay otra
Solo hay dos maneras de hacer la transición al pelo cano: cortar muy cerca de la raíz o tirar de decoloración. “Si decides cortarlo corto y quieres que solamente se vea la cana, tendrías que dejarlo previamente dos o tres meses sin teñir, para que tenga un largo mínimo de tres centímetros. Esta opción es más dramática porque aúna cambio de color y cambio de corte, así que aunque es el camino más directo, no es el más fácil”, nos cuenta.
“La otra opción es adaptar el color gradualmente al tono de la cana. Si el pelo está previamente teñido, no hay otra manera de aclarar el tono que con decoloración, y lo mismo ocurre si el color natural es muy oscuro, aunque no esté teñido. Las melenas más claras pueden ir jugando con mechas, pero al final sea cual sea tu color natural, el objetivo es el mismo: enfriar el tono con mechas o reflejos y acercarse poco a poco al tono de la melena natural canosa”, añade este experto. Solo entonces se corta lo que quede de color artificial.
Para evitar que la cana amarillee “lo que necesitas, sí o sí, es un champú violeta. Hay muchísimos, los de marcas como Wella y Schwarzkopf son muy buenos. Recomiendo utilizarlos siempre que se lava la cabeza pero en combinación con el otro champú habitual. Es mejor hacerlo así porque si bien son muy efectivos matizando reflejos cálidos, no tienen las mismas bases levantes que un champú hidratante, antiencrespamiento o antigrasa, por ejemplo. Otra opción es mantener el champú habitual e incorporar un acondicionador violeta”, puntualiza Luciano Cañete. Si la cana ya está amarilla (algo que puede suceder por la exposición a factores ambientales o por la propia melanina de cada una) no es necesario cortar, dice, siempre y cuando se repita este rutual con constancia: “Utilizamos estos champús incluso para controlar el matiz dorado o rojizo de un tinte, así que realmente funcionan”.
Un corte y un peinado que quitan años
Una de las preocupaciones más habituales para dejarse las canas es pensar que el pelo gris envejece. “Esto no tiene por qué ser así. Todo depende del estilo de quien la lleve, de si tiene rollo”, añade este estilista. A la hora de elegir un corte, “diría que hay dos opciones: o apostar por algo muy tendencia que llame más la atención que las canas visibles (ahora que vuelve el punk, es momento de probar un mullet o un corte con capas), o ir a líneas clásicas en el sentido de geométricas: una melena bob, una midi que roce la clavícula…”. Y propone una idea que nunca falla: un flequillo siempre rejuvenece. No importa si es largo, o más o menos abierto, “muchas mujeres, cuando se lo cortan, les parece volver a la niñez. El flequillo tiene algo de infantil, e incluso con canas a la vista, el resultado es muy rejuvenecedor”, añade. Lo que sí ocurre cuando una se lanza a dejarse las canas es que “empieza a necesitar pintarse los labios, utilizar un colorete con rubor o marcar las pestañas”, reconoce. Añadir un toque de color al rostro para compensar el tono claro del pelo.
La raya no tiene por qué ser ningún problema (“si te gusta llevarla en el medio, sigue siendo una buena idea”), y de hecho jugar con su posición permite camuflar mejor la transición: “Las canas suelen salir más en la primera línea del cabello, en sienes, nuca y zona de la raya: si vas jugando a peinarte de un lado y de otro descubrirás dónde tienes más y donde tienes menos, con lo que te permitirá controlar mejor el proceso”.
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