Así es Art Dealer, la firma con conexión española de la editora de moda de Chiara Ferragni
Charlamos con la chilena residente en Barcelona sobre su marca, por qué en Milán se arriesga más vistiendo y cómo es trabajar con la reina Midas de la moda.
El día que entrevistamos a Carolina Cerrutti coincide con la apertura de la primera tienda de Chiara Ferragni Collection en Milán. La conexión no es baladí. Esta chilena de 27 años comenzó su carrera trabajando para la división de zapatos de la superbloguera italiana. Cerrutti, que lleva un año viviendo en Barcelona y más de seis alejada de su tierra natal, se mudó a Italia a estudiar diseño tras una breve estancia en Londres. Enseguida empezó a trabajar para una agencia de búsqueda de tendencias, para saltar inmediatamente a The blonde Salad. En la empresa de Ferragni formó parte del equipo de diseño y cuando dio se convirtió en medio online pasó a ser una de sus editoras de moda. Para entonces, Carolina ya estaba totalmente integrada en un Milán en plena ebullición de talento emergente. Un núcleo tan duro y reducido como interconectado, del que han salido algunas de las firmas con más proyección de la escena milanesa, entre ellas Attico, además de la línea de ropa y complementos de Ferragni, y por supuesto, la marca que acaba de lanzar la propia Cerutti desde la capital catalana: Art Dealer.
“Siempre había soñado con tener mi propia marca y cuando me vine a Barcelona y pude organizarme el trabajo como editora de otra manera pensé que era el momento de lanzarme a la aventura” comenta Carolina, que acaba de cerrar una sesión de fotos para un número especial sobre jóvenes diseñadores de Vogue Italia. La filosofía detrás de Art Dealer se basa en los básicos de calidad y precio medio. De momento los vestidos y las camisas de seda ha sido carta de presentación suficiente para entender la estética vintage actualizada que hay detrás de la marca. «En Barcelona me encanta ir a Holala! y L’Arca, donde me puedo pasar horas entre encajes y puntillas. De sitios como estos saco la inspiración”, cuenta. Dice que todavía le cuesta entender bien la manera de vestir de la capital catalana, porque ella siempre ha sido de entender la moda de la manera más versátil posible, tal y como marcan las tendencias estos días. “En Milán la gente se atreve y arriesga, son mucho de mezclar, aquí no se ve tanto. La gente es más prudente, también a la hora de gastar”.
Se entiende, entonces, que el grueso de sus compradoras en España esté en Madrid. De momento sus mercados más importantes son Londres, París –también tiene puntos de venta en Nueva York– e Italia . Allí fabrica sus prendas y tiene en producción su próxima colección de cara al otoño. “Vienen vaqueros, faldas, y unos blazers que he confeccionado con lana de primera que me he traído de Chile. He apostado por el total look”. De momento, Art Dealer crece de la manera más orgánica posible, o, por lo menos, todo lo paulatinamente que se lo permite uno de sus principales escaparates, Instagram. A pesar de tener relación directa con algunas de las prescriptoras de estilo del momento y dominar el canal, Carolina no abusa de su situación privilegiada para tener más visibilidad. “Cuando conoces a la gente del sector todo es más fácil porque si les gustas, te suelen ayudar. No suelo regalar ropa pero le estoy muy agradecida a chicas como Diletta Bonaiuti (a la que cita como icono de estilo), Patricia Manfield (de la que habla maravillas) o Caroline Vreeland, además de Chiara, con la que hace poco lancé una edición limitada, por haber confiado en mí” afirma. La diseñadora reconoce que cada vez que estas se han puesto algo suyo se ha quedado sin existencias.
Su estrategia de marketing es tan poco agresiva como su plan de empresa, que va labrando poco a poco con la inestimable ayuda de esa red de estilistas y consultoras de moda capitaneada por Gilda Ambrosio y compañía. Nombres a los que sumar algunos de sus mejores amigos, como los hermanos Giuliano y Giordano Calza, fundadores de la exitosa firma de corte deportivo GCDS, a los que les suele pedir consejo habitualmente. De momento el negocio lo lleva ella sola, con la única ayuda de una relaciones públicas que le echa una mano con la publicidad y gestiona el showroom de Milán. “Me encanta ocuparme de mandar los pedidos, de hacer los paquetes y escribir notas a mano” confiesa emocionada. Lo suyo es ir a poco a poco. Teniendo a Chiara Ferragni como referente de éxito, todo llegará.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.