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8 cosas que debes saber de Olympe de Gouges, la pionera de los derechos femeninos

Hoy se cumplen 223 años de la muerte de esta defensora de la mujer que acabó en la guillotina por sus escritos.

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Mujeres, despertad. Reconoced vuestros derechos. ¿Cuándo dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la Revolución?”. Quien escribía esto, probablemente, ni salía en tus libros de historia. Se llamaba Olympe de Gouges y fue una de las mujeres que deberían haber figurado en tus apuntes sobre la Revolución Francesa. Principalmente, porque fue la primera en escribir un manifiesto sobre los derechos femeninos.  En el aniversario de su muerte, repasamos algunos conceptos que debes saber de ella:

1. Fue la autora de la Declaración de derechos de la mujer y la ciudadana: El 14 de septiembre de 1791, solo un mes después de hacerse pública la Declaración de Derechos original, Olympe publicaría un manifiesto de diecisiete artículos en el que proclamaba que la mujer “nace libre y permanece igual al hombre en derechos”. En su obra ‘Olympe de Gouges, la cronista maldita de la Revolución Francesa’, Laura Manzanera explica que con este escrito, de Gouges “pretendía alcanzar el universalismo que debió contemplar, desde un principio, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano”.

A pesar de ser pionera, su escrito no tuvo la acogida en Europa que recibió por ejemplo la ‘Vindicación de los derechos de la mujer’ de la escritora inglesa Mary Wollstonecraft. Si Olympe hablaba de independencia y emancipación, WollstoneCraft, que publicó su tratado en enero de 1792, se centró en la educación femenina.

2. Su limitada educación no le impidió ser una escritora prolífica: Cuando era pequeña, no tuvo prácticamente ninguna otra formación aparte de leer y escribir. El occitano, que predominaba en el sur de Francia, donde ella vivía, fue durante mucho tiempo su única lengua. Esto provocaba que su francés estuviese a menudo plagado de errores de ortografía y de estructura. Su falta de cultura (a la que alude muy a menudo en sus escritos) y la ausencia de adornos, tan propia de la manera de escribir de la época, las suplía con ingenio y mucha espontaneidad. Solía recurrir a secretarias, a las que dictaba sus escritos, y acabó por convertirse en una autora con un repertorio extensísimo: firmó más de treinta obras de teatro, novelas y un sinfín de panfletos patrióticos.

3. Se posicionó en contra de la esclavitud: Según Manzanera, Olympe fue la primera en “defender públicamente la abolición” y también la primera “en registrar una obra de teatro antiesclavista”. Lo hizo con ‘Zamore et Mirza o El náufrago feliz’. En un momento histórico en el que los esclavos negros eran una mercancía más en el comercio internacional, la obra causó revuelo y tuvo oposición por parte de los influyentes propietarios coloniales. La forma de pensar de la escritora se alineaba con la de asociaciones coetáneas como la ‘Societé des Amis des Noirs’ que buscaron luchar contra el comercio esclavista.

4. Tras su fracaso en el teatro, se refugió en la política: Buscó triunfar en un mundo reservado a los hombres. En su biografía, Manzanera explica que las mujeres seguían sin estar representadas en el mundo del teatro. De las 2.627 obras inscritas en el repertorio del Teatro Francés desde 1680, solo 76 estaban escritas por mujeres. La propia Olympe tardó cuatro años años en ver representada ‘Zamore et Mirza’ y estuvo a punto de ser encarcelada en la Bastilla por las continuas quejas y denuncias que llevó contra los teatros que echaban para atrás su obra. Cuando se estrenó, críticas como “hace falta barba en el mentón para escribir una buena obra dramática” dejaban entrever el claro ambiente misógino al que se estaba enfrentando. Su última obra saldría a la luz en 1792.

5. Nunca quiso volver a casarse: Siendo aún adolescente, la casaron en contra de su voluntad con un hombre que le desagradaba, una experiencia que marcó un antes y un después en su vida. Tras la muerte de su primer marido, rechazó volver a desposarse porque, en palabras de Laura Manzanera, «tenía claro que no sacrificaría su libertad ni viviría en un domicilio conyugal ni entraría en un convento”. A efectos prácticos, vivió con su pareja como marido y mujer, pero solo en el ámbito privado. Y con la intención de que ella pudiera vivir desahogadamente en París, recurrieron a un truco legal que le permitía recibir una especie de pensión de por vida.  Esta ayuda compensaba las enormes trabas que tenían las solteras sin ingresos de la época, a las que “no se les permitía montar negocios por su cuenta, ni ejercer cargos oficiales y mucho menos dedicarse a la política ni votar”.

6. Sus reclamos son un reflejo de su vida personal: Entre varios de sus alegatos, la escritora exigió el derecho al divorcio, como resultado de la experiencia del matrimonio infeliz que había vivido (para ella, el matrimonio era “la tumba del amor y de la confianza”). Al ser hija bastarda (su madre mantuvo una relación con el marqués de Pompignan), también llegó a reclamar que se reconociese el derecho de los hijos naturales  o la creación de centros de acogidas para mujeres. En una petición a la Asamblea Nacional, recogió un decreto por el que las mujeres deberían disfrutar de los mismos derechos que el hombre en el matrimonio, podrían aspirar a cargos de magistratura y tener «voto consultativo y deliberante».

7. Su verdadero nombre no era Olympe: Nació como Marie Gouze en Montauban, una ciudad al suroeste de Francia, pero solo conservaría su verdadero nombre para documentos notariales. Tras enviudar, rechazó el apellido de su primer esposo (Aubry), y recurrió al nombre de su madre, Olympe, al que a veces anteponía el de ‘Marie’. El apellido con el que firmaba, Gouges, era una variación de su apellido de soltera real.

8. Acabaría en la guillotina por sus panfletos políticos: Sus escritos le granjearon numerosos enemigos porque no se cortó a la hora de arremeter contra todo el mundo en defensa de la patria. Entre ellos, propuso una serie de impuestos sobre los artículos de lujo que afectaban directamente a los más ricos y se atrevió a criticar duramente la dictadura de Robespierre, incluso desde la cárcel en la que fue recluida. Fue su última octavilla la que terminaría metiéndole en la cárcel. Juzgada ante el Tribunal Revolucionario, fue decapitada un 3 de noviembre de 1793, unas semanas más tarde que María Antonieta.

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