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Una controvertida película para las niñas de Alcàsser

Marc Romero debuta como director en ’75 días’, que se proyecta en Málaga Premiere

Una reunión de los padres de las chicas asesinadas, en el filme '75 días'. En vídeo, tráiler de la película.
Gregorio Belinchón

El 13 de noviembre de 1992, tres adolescentes de Alcàsser desaparecieron cuando se dirigían a una discoteca de Picasent, el pueblo de al lado. Una noticia trágica que derivó en una conmoción nacional y que 11 semanas después, cuando aparecieron los cadáveres de las chicas, ya había desbordado España con un torrente de emociones, teorías conspiratorias y exabruptos alentados por muchos medios de comunicación. Ni el juicio y su posterior sentencia crearon un cortafuegos ante aquella llamarada de dolor, indignación y vergüenza. Desde entonces, el caso de las chicas de Alcàsser ha formado parte del inconsciente colectivo del país. Y si ya el triple crimen ha sido desmenuzado en el documental, la ficción se mantenía al margen del asesinato: Las niñas (2019), de Manuel Giménez de Llano, nunca vio la luz, aunque puede que 75 días, de Marc Romero, tenga una carrera comercial —todavía no está cerrada— tras su proyección en el festival de Málaga, en la sección Málaga Premiere.

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A Romero, de 42 años, le ha costado llegar a este estreno muchísimo tiempo. El rodaje se realizó en abril y mayo de 2018. “El caso en sí nunca me ha llamado la atención, pero mi hermano era psicólogo forense y trabajó un tiempo en la cárcel de Picasent. Él me empapó de sus informes. Yo era casi un niño, y quería hacer otro tipo de cine. Pero uno de aquellos informes clínicos me enganchó e inició mi curiosidad”, cuenta en Málaga días antes de su proyección. “Recordaba el escándalo del juicio formal por el día y el paralelo televisivo por la noche, de un padre reconvertido en detective cuya salud mental se resintió”, recuerda. “Por eso uno de los hilos conductores de mi película es el dolor de los padres”.

El funeral de las chicas de Alcàsser, en '75 días'.
El funeral de las chicas de Alcàsser, en '75 días'.

El final de 75 días levantará ampollas, ya que no está justificado judicialmente. “Yo confío en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado”, advierte el director y guionista. “Pero un maleante de bajo estrato social como Antonio Anglés [asesino de las niñas junto a Miguel Ricart] sin idiomas… ¿de verdad llegó hasta Dublín y se ahogó al saltar de un buque?”. Romero, que se sabe y desgrana al dedillo cada detalle del caso, recuerda lo que le costó que entrara la Guardia Civil en el proyecto. “Leí el guion con altos mandos en la Dirección General. No tenían que autorizar el filme, pero sí el uso de su imagen. Yo hoy estoy preparado ante cualquier demanda y por eso el cartelito que ponemos muchos cineastas: ‘Inspirado en hechos reales’, no basado. Hay una diferencia. Otros han querido hacer esta historia antes, y no lo han hecho por el riesgo”.

Otra neblina controvertida de 75 días envuelve al filme desde su rodaje, realizada en condiciones “más que precarias, indignas”, según el entonces director de fotografía, Ezequiel Romero. Tanto, que antes del confinamiento publicó un libro apasionante sobre ello, Manual de cine indie. La gran aventura de cómo rodar (o no) una película (Editorial Berenice). “Cuando lees un libro sobre hacer cine, te cuentan cómo rodar de manera perfecta. Pero así no es la realidad, y creo que si la mejor manera de aprender cine es visitar una filmación, yo llevo al lector de la mano a la peor que he conocido, e ilustro de esa manera problemas que por separado ya había visto antes, pero nunca había sufrido juntos”, cuenta el director de fotografía, que vive y trabaja en Londres. “Ahora me arrepiento de no haberme ido de aquel rodaje, pero es que allí encerrado pensé que habría solución. Al final de todo en la vida se aprende”. Desprecio al director de fotografía, el productor ausente, un ayudante de dirección sin experiencia, sin jefe de eléctricos... “En el cine, sobre todo de bajo presupuesto, se improvisa mucho. Que haya problemas no es el gran problema. Aquí lo peor fue el trato humano [y para ilustrarlo en el volumen inserta ristras de whastapps]”, cuenta Ezequiel, que ha cambiado los nombres de las personas y de la película en el libro (no así su temática, lo que facilita el rastreo del filme al que se refiere).

Marc Romero replica que efectivamente no se entendieron y que en pantalla solo queda el 40% de lo que hizo Ezequiel, que le pagaron las deudas (el aludido en cambio desgrana lo pendiente), que le han demandado, y enseña documentos que acreditan a Ezequiel como coproductor: “Y no se portó como tal”. El director de fotografía replica que se hizo ese contrato con él y más gente para no cotizar, y que no ha recibido ninguna citación: “Yo no quiero meter el dedo en el ojo a nadie, solo quiero enseñar a los lectores las consecuencias que ocurren al escatimar en ciertas cosas en el cine. Y gente del equipo me ayudó en la escritura”. Marc Romero no quiere hablar más de esta disputa, pero insiste en que algo pasa con este caso. “Ha costado mucho sacar adelante el proyecto, como no ha ocurrido con otros crímenes famosos españoles”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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