Centenarias y a la última: compañías con más de un siglo creciendo gracias a los datos
Las empresas Joselito, Banco Sabadell y Aigües de Barcelona completaron procesos de digitalización exitosos con el asesoramiento de Telefónica. Desde el “Pig Data” hasta la lectura a distancia de los contadores de agua.
150 de empresa son muchos años como para saber si una pata de jamón está buena o no sólo con verla. En Joselito, esa fue una de las resistencias que hubo que vencer para llevar a cabo la digitalización -o Pig Data, como dicen ellos- que incorporó en todas las pezuñas de sus jamones un chip RFID repleto de información: desde los padres que tuvo el animal hasta las condiciones meteorológicas que vivió en sus tres hectáreas de campo o el agua que bebió.
“Lo más complicado fue empezar porque la gente un poco más mayor de la empresa nos veía como locos, qué es eso de meter un chip para cambiar algo que llevaba haciéndose de una determinada manera durante más de dos mil años”, recuerda José Gómez, que figura como el director, pero se resiste a definirse con un cargo. “En fábrica somos unas 50 personas, un equipo muy pequeño como para que tengamos cargos específicos, hay que hacer un poco de todo”.
El convencimiento de los más veteranos, dice Gómez, vino cuando se demostró que los chips permitían en efecto predecir lo que iba a pasar a lo largo de los cuatro o cinco años del curado “natural”: “Seguimos abriendo y cerrando las ventanas para jugar con el viento de la sierra”. No fue la única ventaja. Según su director, los chips también permitieron a la empresa dar marcha atrás en los raros casos en que un jamón dio problemas.
“En una ocasión, durante el segundo o tercer año de curado empezamos a ver que algunos jamones se ponían malos”, recuerda Gómez. “No supimos por qué hasta que miramos en el historial del chip y vimos que en fábrica había hecho menos frío del que tenía que hacer, el tiempo no nos había acompañado pero gracias al chip pudimos detectar el motivo”.
El caso Joselito encaja a la perfección en los ejes que según Agustín Cárdenas, responsable de Transformación de Empresas en Telefónica, se debe tener claro en toda digitalización: que sea relevante para el cliente; que mejore la productividad y facilite el trabajo de los empleados; y que aumente la rentabilidad de la empresa.
“Los proyectos de transformación digital los llevamos a cabo solo cuando el CEO se implica en primera persona, así que lo primero es convencer al decisor de que haga un cambio relevante, y de que sea él mismo el que abandere e impulse esta transformación”, explica Cárdenas, especializado en consultoría de digitalización. “Después elegimos aquellos proyectos donde la tecnología puede tener un mayor impacto, porque al final van a surgir muchas iniciativas posibles y no se pueden abordar todas a la vez. Y aquellas que se pongan en marcha deben de seguir una estrategia común, porque uno de los errores en los que se incurre más frecuentemente es en abordar proyectos de digitalización aislados, sin relación entre ellos y sin perseguir un mismo objetivo”.
Priorizar proyectos y diseñar una hoja de ruta con el orden de los pasos para completar la transformación son partes ineludibles de la digitalización, dice Cárdenas. Igual que lo de conseguir aliados para la ejecución. “Los empleados pueden ser grandes detractores de tus modelos si sienten que está en peligro su puesto, pero si eres capaz de explicar que digitalizar no es prescindir de personas sino hacer que los empleados hagan actividades de mayor valor, lo que puede ser un freno, acaba convirtiéndose en el verdadero motor de cambio”.
Algo así es lo que sugiere Francesc Suero, CIO de Aigües de Barcelona, cuando destaca la importancia del “ecosistema de colaboración, innovación y de nuevas maneras de trabajar para permitir que la organización se plantee cambiar la manera de hacer las cosas”. Como Cárnicas Joselito, Aigües de Barcelona contó con una experiencia centenaria y el asesoramiento de Telefónica para un proceso de digitalización que, en su caso, incluyó la instalación de sensores en la red de aguas y el uso de inteligencia artificial para procesar los datos de consumo y producción.
“Los ejemplos más claros los tenemos en la telelectura que, con más de 530 mil telecontadores desplegados, ya tiene un alcance de más de la tercera parte del área metropolitana”, explica Suero. Con esa herramienta, dice, se puede medir a distancia el consumo de agua, haciendo “más eficiente la gestión de un recurso escaso y fomentando su consumo responsable y sostenible”.
Adelantándose a las necesidades
Estás en la cola del supermercado, tu tarjeta se queda sin crédito y, justo en ese momento, el banco te ofrece ampliar el límite para que no tengas que dejar ahí el carrito cargado. O estás en la estación de esquí comprando el forfait, te has olvidado del seguro, y el banco te lo ofrece justo en ese momento. Según Manuel Tresánchez, director general adjunto de Transformación de Negocios y Marketing en el Banco Sabadell, son solo dos ejemplos de las cosas que se han podido hacer gracias a la digitalización en una empresa tan antigua como la suya, que cumple 138 años.
“La digitalización no es trasladar y reproducir los servicios y productos financieros del entorno offline al entorno online”, advierte Tresánchez. “La digitalización genera eficiencia y ubicuidad, capacidad para contextualizar y personalizar los servicios, generar acompañamiento y ser útil al cliente en la situación en que esté”.
Los beneficios son evidentes pero las posibilidades de asustar por manejar demasiada información también, por mucho que sea el mismo cliente el que autorizó el uso de esos datos. Tresánchez es perfectamente consciente del riesgo. “Entendemos que hay un trade off muy fuerte entre privacidad y utilidad, y en ese tema no tenemos ninguna bola mágica, lo que hacemos es tratar de descubrir dónde está el equilibrio, ponderando que si la utilidad de lo que ofrecemos no es suficiente comparado con la intrusión, nos va a pasar factura”. El veredicto final siempre lo tiene el cliente, dice Tresánchez, y por eso en Sabadell miden mucho todo lo que proponen. Si el índice de respuesta no es lo suficientemente alto, terminan con la prueba.
- ¿En qué medida ser una empresa centenaria ayuda o perjudica a la digitalización? - le preguntó El País Retina.
- 138 años son muchos, nos dan cierto crédito de que sabemos transformarnos, de que lo llevamos en nuestra forma de ser. Saberte con historia y capacidad de transformación te da mucha confianza cuando llega otra oleada de innovación.
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