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Firma invitada

'Blockchain', una cuestión de confianza

El gran potencial de este sistema para gestionar los pagos es su transparencia

Getty Images

Los negocios, el gobierno y la sociedad están basados en la confianza. Por eso muchas personas todavía se muestran escépticas al oír hablar de una tecnología que promete transformar el modo en que la logramos y aplicamos.

Imagine que un día va paseando por el centro de su ciudad, en hora punta, cuando de pronto cae un árbol y destroza un coche. Docenas de personas se giran para ver lo ocurrido. Segundos más tarde, esas personas relatan lo sucedido sometidas a un detector de mentiras. Todos ellos contarán exactamente la misma historia. ¿Existe alguna duda de lo ocurrido?

Pues esta es la filosofía que esconde el blockchain. Gracias al concepto de consenso distribuido se podrá crear un registro incorruptible de los eventos pasados y presentes del mundo digital de manera que nadie podrá dudar de que algo ha sucedido, pues un colectivo formado por nodos lo habrá verificado.

"Solo podemos ver poco del futuro, pero lo suficiente para darnos cuenta de que hay mucho que hacer"

Alan Turing (1912-1954).

El blockchain nació en 2008 de la mano de Satoshi Nakamoto, conocido por ser el inventor del Bitcoin. Su principal objetivo era diseñar un sistema global público para registrar transacciones verificadas y aceptadas universalmente, un registro distribuido que fuera resistente a la sincronización y sin necesidad de confianza entre los miembros que la conforman, así como la intervención de terceros.

Podemos definir blockchain como una base de datos distribuida que permite registrar y compartir información dentro de una comunidad. Para ello crea un libro de contabilidad de las transacciones digitales compartido dentro de una red distribuida de ordenadores.

Al combinar redes peer to peer, cada miembro (nodo) es servidor y cliente, por tanto, mantiene su propia copia de la información y debe validar las actualizaciones de forma colectiva con los otros miembros. Esta información podría representar transacciones, contratos, activos, identidades o prácticamente cualquier otra cosa que se pueda describir digitalmente.

Los registros de información que forman esta base de datos son inalterables, transparentes (siempre y cuando no sea una blockchain privada) y pueden ser auditados de modo que los miembros de la comunidad puedan acceder al historial de las transacciones en su totalidad. Cuando se genera un nuevo bloque las transacciones se quedan fijadas en él y así sucesivamente, hasta formar una cadena de bloques entrelazados con toda la información.

Cuando un bloque de datos queda registrado en este libro de sucesos blockchain es casi imposible de cambiar o eliminar. Del mismo modo, cuando alguien quiere añadir información los participantes en la red – los cuales tienen copia de la blockchain existente – se ejecutan algoritmos en los diferentes nodos para evaluar y verificar cada transacción propuesta. Si una mayoría de nodos están de acuerdo, la transacción se validará. Es decir, se aprueba la transacción y se crea un nuevo bloque que se añade de forma automática a la cadena.

Básicamente, esto significa que tenemos un sistema público global que es de confianza y aceptado por y para todo el mundo, imposible de ser atacado o dañado con cualquier problema de escalabilidad y/o mantenimiento. Además, los procesos que gestiona acaban siendo mucho más rápidos, baratos y provocan menos errores que los tradicionales.

El blockchain garantiza la confianza entre todos los actores de un sistema y les permite colaborar entre sí sin tener que pasar por una autoridad central o intermediarios. La exigencia de transparencia por parte de la sociedad en ámbitos como el financiero y el gubernamental es cada vez mayor. El blockchain es una tecnología que permite el desarrollo de un conjunto sólido de herramientas que satisfacen estas demandas.

Andreu Rodríguez es consejero delegado de Atraura Blockchain.

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