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Jenny Odell, escritora: “Es como si corriéramos a contrarreloj hacia el fin de los tiempos”

La autora publica ‘¡Reconquista tu tiempo!’, un libro en el que critica la obsesión por la productividad y propone reconsiderar la manera en que gestionamos el ocio y el trabajo  

Jenny Odell
La escritora estadounidense Jenny Odell, fotografiada en un hotel de Madrid el 3 de junio de 2024.Claudio Álvarez

Cada vez sentimos que tenemos menos tiempo. Es un problema. Para remediarlo, hay dos opciones: entrar en una librería y escoger un volumen de autoayuda que enseñe a optimizar las horas del día, o dirigirse a la sección de historia cultural y encontrar un libro que explique cómo hemos llegado a entender el tiempo de la manera en que lo hacemos hoy. Esto es lo que propone Jenny Odell (38 años, Estados Unidos) en su libro ¡Reconquista tu tiempo! (Ariel, 2024), una obra que critica la obsesión por la productividad constante: “Es irónico que nunca dispongamos del tiempo suficiente para dedicarnos a algo tan inactivo como reflexionar sobre la propia naturaleza del tiempo”, sostiene la autora en una cafetería madrileña.

Este es el segundo libro que publica. El primero, Cómo no hacer nada: Resistirse a la economía de la atención (Ariel, 2021), examina el impacto negativo de la tecnología y las redes sociales en el día a día, y defiende que estamos constantemente bombardeados por estímulos que nos alejan de la contemplación y la conexión auténtica con el entorno. Este nuevo libro funciona casi como una secuela. De hecho, parte del texto proviene de las anotaciones que Odell no pudo incluir inicialmente en su primer trabajo. “Muchos de los lectores del primer libro estaban de acuerdo con las ideas expuestas, pero sentían que no tenían tiempo para ponerlas en práctica. Me di cuenta de que yo convivía con la misma sensación”.

Hay algo muy atrevido en la elaboración del libro: la idea principal es cuestionar la optimización del tiempo y, por la manera en que está escrito, el texto es en sí mismo imposible de resumir u optimizar. Lejos de ofrecer soluciones concretas, Odell teje una narrativa sinuosa y digresiva, donde hay espacio, y sobre todo tiempo, para divagar entre historias personales, referencias eruditas a tratados sobre el tiempo, y citas de pódcast conducidos por quienes la autora llama “productivity bros”—individuos que se jactan de vivir tres días en uno, y cosas similares. “Es intencionado a medias”, explica Odell. “Empiezo con un tema y, de pronto, todo lo que sucede en mi vida empieza a relacionarse con ese tema de manera natural. Además, quería darle al libro una dimensión espacial, para reforzar mi argumento de que espacio y tiempo son inseparables”.

Jenny Odell, fotografiada en un hotel de Madrid el 3 de junio de 2024.
Jenny Odell, fotografiada en un hotel de Madrid el 3 de junio de 2024.Claudio Álvarez

El momento en el que empezó a escribir el libro fue la pandemia de la covdi-19. En él reflexiona sobre cómo durante ese periodo se alteró la percepción temporal de algunas personas, especialmente de aquellos que trabajaban desde casa. “La distinción clara entre el hogar y el trabajo se desvaneció, eliminando muchas de las referencias externas que tradicionalmente marcan el paso del tiempo”, defiende. Sin embargo, también menciona que este cambio llevó a las personas a notar detalles más pequeños y cotidianos que antes pasaban desapercibidos, como el comportamiento de los pájaros o el crecimiento diario de un bebé, que introduce una nueva forma de medir el tiempo debido a su cambio constante. “En mi búsqueda descubrí algo que no esperaba: si bien existe un sentido del tiempo que puede hacer que sientas que estás muerta antes de tiempo, hay otra alternativa que puede hacerte sentir inconfundiblemente viva”.

El libro de Odell ofrece herramientas conceptuales para reconsiderar la relación con la temporalidad. La autora argumenta que muchas personas ven el tiempo como dinero no por elección, sino porque el sistema económico no ofrece alternativas. “Si no examinamos las raíces sociales y materiales que fundamentan la idea de que el tiempo es dinero, corremos el riesgo de perpetuar un lenguaje sobre el tiempo que es, en sí mismo, parte del problema.” Odell señala que este enfoque contemporáneo del tiempo está profundamente vinculado a la relación laboral, y aunque pueda parecernos natural y universal, es en realidad un constructo históricamente específico. “El origen de nuestro actual sistema de medir y valorar el tiempo, tratándolo como una mercancía intercambiable, se remonta al colonialismo y la actividad comercial europea”.

Odell describe una forma moderna de agotamiento, el síndrome del burn out, que combina la presión constante del tiempo con una creciente conciencia de la crisis climática. Señala que incluso las personas con privilegios, capaces de evitar los efectos más inmediatos del cambio climático, experimentan una sensación de disonancia al alternar entre tareas diarias, “como tener 30 ventanas de Slack abiertas”, y leer informes alarmantes sobre el futuro inhabitable del planeta. Este choque entre la rutina diaria y la grave realidad ambiental puede llevar a una sensación de “náusea espiritual y nihilista”: “Es como si estuviéramos corriendo a contrarreloj hacia el final de los tiempos”.

Jenny Odell, escritora, fotografiada en un hotel de Madrid.
Jenny Odell, escritora, fotografiada en un hotel de Madrid. Claudio Álvarez

La escritora asegura que la sensación de no tener tiempo para nada no se debe a un aumento real en las ocupaciones, sino más bien a un sentimiento de urgencia. Este sentimiento se ve exacerbado por la percepción de falta de control sobre el propio tiempo. Según Odell, el uso intensivo de las redes sociales contribuye significativamente a esa sensación de urgencia y agotamiento. “Está demostrado que, debido a la gran cantidad de estímulos y al cambio constante de atención, uno tiene la sensación de estar agotado después de haber gastado mucha energía.” Además, el tiempo de actividad en estas plataformas hace a los usuarios menos conscientes del paso de las horas, e intensifica la sensación de no tener tiempo suficiente.

Odell también critica la superficialidad de la lentitud y el autocuidado cuando se presentan como estrategias para mejorar la eficiencia dentro del capitalismo. “En Instagram, elementos del slow living, la desconexión y el autocuidado se han convertido en productos estrella de la economía de la experiencia.” Según ella, en este contexto, la lentitud es un valor que “se consume en lugar de practicarse”, lo que refuerza la misma lógica capitalista de la que se intenta escapar. Argumenta que el verdadero sentido del ocio no es simplemente proporcionar descanso físico o recreación espiritual para recuperar fuerzas y volver a trabajar. “Aunque esto puede ser un efecto secundario, el ocio debería representar algo más profundo: una vida, identidad y fuente de significado que trasciendan el mundo del trabajo y el beneficio económico”.

En cuanto a los horarios de trabajo, Odell reconoce que es complicado decantarse entre un modelo de flexibilidad laboral, frente a un horario de trabajo tradicional y rígido. Señala que, aunque a veces un horario fijo puede resultar innecesario y las personas pueden estar presentes sin ser productivas, la flexibilidad también presenta algunos problemas. “La falta de un horario estructurado y la ausencia de una oficina física pueden llevar a que los empleados piensen en el trabajo constantemente, lo que puede resultar en una expectativa de disponibilidad continua”. Por lo tanto, Odell subraya la necesidad de aplicar los derechos laborales con mayor cuidado y de asegurar que, aunque la flexibilidad sea beneficiosa, se proteja a los trabajadores de estar disponibles las 24 horas del día.

La escritora estadounidense Jenny Odell, fotografiada en un hotel de Madrid el 3 de junio de 2024.
La escritora estadounidense Jenny Odell, fotografiada en un hotel de Madrid el 3 de junio de 2024.Claudio Álvarez

Un aspecto paradójico del libro que resulta difícil ignorar es que las actividades que Odell propone para escapar de la obsesión por la productividad, como el avistamiento de pájaros y los largos paseos, terminan siendo material para su obra. “No siento que esté utilizando esas actividades de la misma manera que alguien que hace un esquema para optimizar su productividad”, aclara. Además, describe su método de trabajo como un proceso natural y sin prisas: “Es como esperar a que una fruta madure. A pesar de tener fechas de entrega, mi enfoque no es el de una fábrica, sino uno que permite que las ideas y las conexiones surjan de manera orgánica. Todo lo que ocurre en mi vida tiene el potencial de ser parte de mi escritura”.

Casi a diario surge un nuevo formato diseñado para ahorrar tiempo, ya sea mediante aplicaciones de productividad, dispositivos inteligentes o métodos organizativos más eficaces. Sin embargo, Odell mantiene un cierto optimismo hacia el futuro. “Aunque en la superficie nuestra cultura parezca obsesionada con la velocidad y la eficiencia, creo que bajo esa superficie hay un deseo profundo de significado y de experiencias que requieren tiempo y paciencia. En otras palabras, aunque la sociedad presione por la rapidez, las cosas que realmente conmueven a las personas son aquellas que exigen un ritmo más lento y reflexivo”.

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