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Inteligencia artificial sí, pero regulada

Reflexiones sobre experiencias personales acerca del impacto de la nueva tecnología en el ámbito creativo, científico y empresarial

Desde la izquierda: Ferrán García Rigay, director de Data y CRM de Iberia; Enrique Manso, socio responsable de IA en España de EY; Ángeles González Sinde, directora de cine; Sonia Contera, física y nanotecnóloga, y directora asociada del departamento de física de la Universidad de Oxford; Sara Degli-Espositi, investigadora del CSIC; y Elena Gil Lizasoain, directora de Inteligencia Artificial y 'Big Data' en Telefónica Tech.
Desde la izquierda: Ferrán García Rigay, director de Data y CRM de Iberia; Enrique Manso, socio responsable de IA en España de EY; Ángeles González Sinde, directora de cine; Sonia Contera, física y nanotecnóloga, y directora asociada del departamento de física de la Universidad de Oxford; Sara Degli-Espositi, investigadora del CSIC; y Elena Gil Lizasoain, directora de Inteligencia Artificial y 'Big Data' en Telefónica Tech.Santi Burgos

El concepto de la inteligencia artificial (IA) ha impregnado desde hace algún tiempo el debate público. Con razón, por otra parte, porque este avance tecnológico ha impactado en todos los ámbitos de nuestra vida: en las transacciones bancarias que hacemos a través del teléfono móvil, en la medicina, en las compras por la web, en los estudios por plataformas online, en los robots domésticos, en ver la tele en streaming, en el mercado de trabajo... Ni siquiera somos conscientes de que todas estas acciones cotidianas son posibles gracias a la IA, que abre unas oportunidades extraordinarias también en el universo de la creación audiovisual. Esto lleva aparejados muchos desafíos, como reconoció la directora de cine y exministra de Cultura, Ángeles González Sinde, en la charla que mantuvo con la periodista de EL PAÍS Patricia Gosálvez durante la segunda jornada del evento Tendencias 2023 celebrado esta semana en Madrid.

“Lo que preocupa a muchas personas de nuestro sector y del mundo de las artes es en qué medida el trabajo que has hecho hasta ahora se está usando por otros sin que nadie te haya pedido permiso. Y qué pasa si tú estás utilizando la IA generativa y, sin saberlo, estás plagiando a otro autor, con las posibles consecuencias legales que eso implica”, reflexionó la actual presidenta del Real Patronato del Museo Reina Sofía.

La directora explicó que hace un mes participó en una conferencia de la UNESCO sobre las oportunidades y desafíos que la IA y el aprendizaje automático presentan en los sectores culturales y creativos. Durante las discusiones abordaron cuestiones fundamentales relacionadas con la ética, la diversidad cultural y la esencia de la creatividad humana. En aquella sesión, celebrada en París, algunas de las palabras más repetidas fueron transparencia, consentimiento, crédito, compensación, ética y diversidad.

Transformación del lenguaje

El uso de la inteligencia artificial en el cine, recordó González-Sinde, no es nuevo. Ya se utiliza, por ejemplo, en el campo de la animación y de los efectos especiales. “Lo interesante es ver cómo puede transformar el lenguaje cinematográfico. Igual que en los años cincuenta surgió la nouvelle vague gracias a una tecnología que la hizo posible [unas cámaras más ligeras con una óptica que permitía grabar en exterior], ahora podré escribir guiones al mismo tiempo que estoy visualizando las imágenes”, señaló. Eso cambiará la manera de plantear historias, porque la IA generativa permitirá acelerar y simplificar algunas fases de los procesos creativos. “Será necesario que para su uso haya unas reglas de juego perfectamente reguladas, transparentes y equilibradas, que protejan a los creadores para no meterse en problemas”, añadió.

La directora alertó sobre los peligros que supone para la industria cinematográfica estar sometida a los caprichos que marquen los algoritmos. Si este indicador decide que vale la pena o no compensa rodar una película “tenemos un problema, porque cohíbe la creación”, advirtió la invitada. “La libertad y la diversidad son elementos importantes a la hora de crear. El hecho de no obedecer a los algoritmos hace que las propuestas audiovisuales sean más arriesgadas y menos esperables”, insistió durante la charla.

Otra de las cuestiones que se abordaron en el debate fue la necesidad de regular el uso de esta tecnología. La inteligencia artificial generativa de OpenAI, abierta al gran público a fines de 2022, ha generado una avalancha de temores en la sociedad. El propio creador de ChatGPT, Sam Altman, pidió hace algunos meses en el Senado de EE UU que los legisladores establezcan una normativa que limite el uso de estas herramientas. “Mi peor miedo es que esta tecnología salga mal. Y si sale mal, puede salir muy mal”, lamentó Altman. Algunos países, conscientes del riesgo, ya se han puesto manos a la obra. La UE aprobará la Ley de Inteligencia Artificial, la primera normativa de este tipo en todo el mundo, con obligaciones para proveedores y usuarios en función del nivel de riesgo de la IA. El objetivo es alcanzar un acuerdo entre los 27 Estados miembros antes de final de año.

Intereses de poder

La física y nanotecnóloga Sonia Contera, directora asociada del departamento de Física de la Universidad de Oxford, fue una de las voces que se sumó a la charla. La experta advirtió de “los muchos intereses de poder” que aguardan tras los marcos regulatorios. “¿Quién decide estos marcos? ¿Quiénes los hacen? ¿De dónde salen estas personas?”, se preguntó la investigadora. La cuestión, dijo, es que esta tecnología avanza tan rápido que en demasiadas ocasiones los reguladores ni siquiera comprenden cuáles son las funciones de la inteligencia artificial.

Cuando esto sucede, apuntó Contera, “lo que hacen es poner a unos académicos que hablan de apocalipsis, y, al final, lo que pasa es que se acaba regulando sobre una tecnología que puede ayudar en nuestras vidas y democracias”. La ponente explicó cómo la IA ha revolucionado el ámbito de la medicina y de la ciencia en muy pocos años. “Facilitará la creación de robots científicos, que nos van a ayudar a entender hacia dónde va el mundo y van a cambiar las carreras científicas”, vaticinó. Esta robotización de la ciencia “cambiará el conocimiento humano, aunque no todo se puede robotizar”, matizó.

Por su parte, la investigadora del CSIC Sara Degli-Esposti negó en rotundo que las ciencias sociales y la filosofía hayan llegado tarde al debate, sino que hace al menos una década que se plantean todos los dilemas éticos que trae asociada la IA. Degli-Esposti forma parte de uno de los grupos de investigación del Instituto de Filosofía del CSIC, y acaba de publicar el libro La ética de la inteligencia artificial. En este trabajo expone la necesidad de desarrollar una IA que contribuya al bienestar de la humanidad y cuenta, a través de ejemplos concretos, cómo cuestiones relacionadas con la discriminación de género y de raza, desigualdad, pobreza, crimen y segregación social reaparecen en forma de inesperados sesgos algorítmicos. “El problema es que hay un gran desconocimiento en el público de estos temas, que suelen pasar desapercibidos hasta que de repente surge un escándalo y lo que se transmite es una visión apocalíptica”, ha reconocido la también directora científica del proyecto TRESCA de la UE, que estudia cómo detectar noticias falsas en informaciones relativas a la comunicación científica.

En su exposición, Degli-Esposti reflexionó en voz alta sobre el estado de los medios y las dificultades que tienen para aprovechar la monetización de los datos, lo que “quita recursos y valor a todos los que nos dedicamos a trabajos creativos”. Asimismo, lamentó las dificultades que padece la investigación pública para competir contra las inversiones privadas, que están detrás de muchos de los grandes avances tecnológicos. “¿Qué pasa si no tenemos suministros ni conocimientos para incorporar al sector público, y producir lo que nos hace falta?”, se preguntó. La experta insistió en que es necesario disponer de autonomía para preservar las instituciones de interés público, ya que muchas investigaciones que proceden de ese ámbito son punteras.

Luis Jesús Pérez López, presidente de la Comisión Laboral y de Recursos Humanos de Foment del Treball; Ángel Sáenz de Cenzano, director general de LinkedIn en la península Ibérica (centro), y Marta Montojo, directora de Carreras Profesionales de la Universidad Francisco de Vitoria.
Luis Jesús Pérez López, presidente de la Comisión Laboral y de Recursos Humanos de Foment del Treball; Ángel Sáenz de Cenzano, director general de LinkedIn en la península Ibérica (centro), y Marta Montojo, directora de Carreras Profesionales de la Universidad Francisco de Vitoria.JUAN BARBOSA

Modelos de negocio

En el último tramo del debate, tres representantes de empresas privadas explicaron a la audiencia cómo la inteligencia artificial ha impactado en sus modelos de negocio. El director de Data y CRM de Iberia, Ferrán García Rigau, confirmó que esta tecnología permite a la aerolínea mejorar su experiencia con los clientes y avanzar hacia la sostenibilidad. “Usamos datos en tiempo real para generar el menor residuo posible, lo que nos permite ser más eficientes”, sostuvo. Este ingeniero insistió en otra idea: la IA no destruye empleo, sino que lo transforma, y eso afecta a cómo trabajan las empresas. “La inteligencia artificial supone una ayuda para dejar de hacer algunas tareas que no nos gustan. Eso mejora las condiciones de vida, la calidad del trabajo y hace que seamos más productivos”, comentó.

Mientras, el socio responsable de inteligencia artificial en España de EY, Enrique Manso, resumió cómo la consultora utiliza esta tecnología en tres grandes ámbitos de sus operaciones: la gestión del conocimiento, la gestión documental y la generación de líneas de código. Para trabajar, avanzó Manso, han creado una especie de ChatGPT propio para uso interno, que cuenta con más de 250.000 usuarios activos. “Hoy por hoy, cualquier compañía tiene entre sus prioridades la utilización de estos chats. Todo el mundo está haciendo pruebas”, constató.

Por último, la directora de Inteligencia Artificial y Big Data en Telefónica Tech, Elena Gil Lizasoain, avanzó que la operadora está inmersa en más de 650 proyectos en los que está presente la IA. La experta reconoció que el uso de la IA generativa se ha “democratizado demasiado rápido”, antes de que los usuarios pudieran tener la posibilidad de “entender las limitaciones que tenía”. No obstante, lanzó un mensaje optimista. “Será la propia tecnología la que ayudará a las empresas a avanzar hacia su sostenibilidad”, concluyó.

Carreras con futuro que todavía no existen

La velocidad a la que avanza la digitalización es enorme y sus efectos van a impactar de pleno en el ámbito del trabajo. La robótica, la inteligencia artificial y la automatización de procesos harán que en las próximas décadas desaparezcan millones de empleos. A la vez, surgirán nuevos puestos de trabajo que hoy ni siquiera imaginamos. “El 65% de las carreras que estudien los niños que están ahora en educación infantil todavía no existen”, avanzó el presidente de la Comisión Laboral y de Recursos Humanos de Foment del Treball, Luis Jesús Pérez López. Lo hizo durante el panel La carrera global por la actualización laboral, que moderó el redactor jefe de Cultura de EL PAÍS, Guillermo Altares. 
Que el mercado de trabajo se encuentra en plena transformación es una evidencia, aunque es algo que ha sucedido en todas las revoluciones industriales. También en la actual revolución digital. Los cambios son inevitables, pero no hay que temerlos. En ese futuro repleto de incertidumbres, los trabajadores exigirán cada vez más a las empresas que les garanticen “la posibilidad de un desarrollo profesional”, apuntó el director general de LinkedIn en la península Ibérica, Ángel Sáenz de Cenzano. De hecho, es algo que ya ocurre, y las compañías lo utilizan como un reclamo para retener talento. 
Una de las preocupaciones generalizadas que trae consigo esta disrupción tecnológica es el aumento de la precariedad. La directora de Carreras Profesionales de la Universidad Francisco de Vitoria, Marta Montojo, señaló que a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral, más que la seguridad, “lo que de verdad les importa es que el trabajo se alinee con algo que tenga sentido en su vida”. “Es necesario que los jóvenes encuentren cuál es su lugar en el mundo, qué es lo que les apasiona y puedan aportar valor a la sociedad”, añadió. Eso implica resetear el sistema educativo, y adoptar los métodos de enseñanza y los contenidos a estas nuevas circunstancias. Se deberá formar a las personas para que tengan una capacidad creativa y de innovación, que es algo que no ofrece la inteligencia artificial. Profesionales con juicio crítico que estén abiertos al diálogo, que sepan negociar y gestionar equipos.
El aprendizaje continuo para toda la vida será indispensable para que nadie se quede atrás. “Surgirán demandas nuevas. Antes escuchábamos la música en casetes, hoy lo hacemos en Spotify. Necesitaremos trabajadores que tengan la capacidad suficiente de adaptarse a esos cambios tan profundos”, remachó Pérez López.

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