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El reto de integrar el ‘Bronx’ de Valladolid

La ciudad presenta en París un plan para que el barrio del 29 de Octubre abandone la marginalidad

Juan Navarro
El alcalde de Valladolid, Óscar Puente (d), conversa con un vecino del barrio 29 de Octubre.
El alcalde de Valladolid, Óscar Puente (d), conversa con un vecino del barrio 29 de Octubre.Javier Álvarez

El portal 3 de la calle del Cuclillo no tiene puerta. Ni el 5. Cualquiera podría entrar sin llamar a los timbres destrozados. A unos pasos se observa una imagen aparentemente opuesta: pisos blancos nuevos, tejados naranjas, portales cerrados y persianas funcionales, no verjas oxidadas. De cerca, cambia el panorama. Los cables de la electricidad cuelgan de las fachadas, algunos atados con cinta. Y el portal 18 de la calle del Águila presenta un agujero en el vidrio junto a la cerradura, como si se hubiera abierto a puñetazos.

El barrio vallisoletano de Pajarillos, humilde y obrero, alberga un foco de conflicto. La barriada 29 de Octubre reúne casas bajas repletas de pintadas; ladrillos destrozados, calles sucias, un historial de narcotráfico y recelos entre los ciudadanos. El Ayuntamiento confía en el plan Pajarillos 2030, con medidas educativas y residenciales, para integrarlo. El objetivo, según José Antonio Otero, concejal de Seguridad Ciudadana, es “demostrar que Pajarillos no es un Bronx” (en referencia al barrio de Nueva York). El proyecto se presentó en París, en un foro europeo de “ciudades que cambian el mundo”, hace unas semanas. Una visita revela que será arduo lograrlo.

El alcalde, el socialista Óscar Puente, pasea resignado bajo la lluvia. La zona del 29 de Octubre, bautizada así por la fecha de la fundación de la Falange en 1933, pertenece a Pajarillos, cuyo padrón revela 18.000 habitantes y 48 nacionalidades. También residen allí la infravivienda, la droga y las bajas rentas. Estas calles, de mayoría gitana, concentran la mayor pobreza de Valladolid, solo superada por Las Viudas, otro espacio deprimido.

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El proyecto de regeneración beneficiaría a 95 bloques y 570 hogares que el Ayuntamiento pretende tener renovados en 2023, año electoral, para “contribuir a acabar con la marginalidad”, explica Puente. “Sin viviendas dignas, ¿quién vendría?”, dice. El alcalde encara problemas como los de Soledad García, vecina de Albatros, que le reprocha humedades en su piso rehabilitado. García presume de 79 años en el barrio e indica que “hay gitanos muy buenos y muy malos”. Y gitana es Begoña Ramírez, que agradece al regidor los avances en las obras. La mujer, de 54 años, tenía cinco cuando recaló allí desde el poblado de San Isidro.

Vista de las obras del barrio desde uno de los portales.
Vista de las obras del barrio desde uno de los portales.Javier Álvarez
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Niños lejos de la calle

Sus nietos son dos de los 200 alumnos que acuden, a regañadientes, al colegio público de Cristóbal Colón, en Cigüeña. Allí manda Alberto Rodríguez, Bertoni —apodado así por un exfutbolista argentino—. El director relata, en el pasillo antes conocido como “del Resplandor” y ahora teñido por escenas de la película Buscando a Nemo, que su escuela, con 150 niños, "es un gueto”. Los gamberros han respetado el muro exterior: “Unos chicos quisieron pintarrajearlo, pero les dieron dos collejas y no volvieron”. Leyes de barrio. Varias plataformas impulsan las iniciativas Aquí pintamos todos y Pajarillos Educa para atraer al colectivo gitano y facilitar su normalización social mediante la educación.

“Queda mucho”, subraya Bertoni. Unos 30 niños ni van a clase. Él cree que el desarrollo urbanístico contribuirá a integrarlos, pero “tardarán como mínimo dos generaciones”. “Si educamos a los chavales, Pajarillos mejorará”, insiste. Aspira a reescolarizar a madres precoces y a sus bebés, para que las adolescentes adquieran formación “y no queden recluidas en la cocina”. El principal escollo son los narcotraficantes, con hijos “irreductibles, porque sus familias se autoexcluyen”.

La droga trastorna al barrio, que en enero celebra la Cabalgata sin camellos. Puente y Bertoni aceptan que el problema del narcotráfico, pero reducen la alarma que plantea Sagrario Gil, presidenta de la Asociación de Propietarios del 29 de Octubre. Según ella, el alcalde “vende humo” al fomentar la rehabilitación inmobiliaria. “Parece que premia a los delincuentes”, protesta. Puente dice que fomentará que universitarios y deportistas se muden a residir allí, ofreciéndoles alquileres baratos si contribuyen a las actividades infantiles.

Bertoni presume de los Panteras, el equipo escolar de fútbol sala. Solo juegan el fin de semana si acuden regularmente a clase. Van primeros en su liga. Combinan y golean. Después, saludan al rival. Gerardo, con un pendiente en la oreja, ha marcado cuatro tantos y choca puños con el director del colegio. Este sonríe, pero murmura que, si no cambian las cosas, “ninguno acabará la Secundaria”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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