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Las cuatro horas en bucle del vuelo de Air Canada

Un informe preliminar concluye que el Boeing que tuvo que aterrizar de emergencia en Barajas presentaba daños "menores"

Un caza F-18 del Ejército inspecciona el estado exterior del avión de Air Canada. En vídeo, el trayecto que ha realizado el avión hasta su aterrizaje.Vídeo: EFE | epv

130 pasajeros. Ocho tripulantes. Y cuatro horas en el aire. La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil publicó este miércoles su informe preliminar sobre el vuelo de Air Canada que aterrizó el pasado lunes en el aeropuerto de Madrid-Barajas después de sufrir percances en un motor y una rueda. En el documento, de solo seis párrafos, la comisión califica de “menores” los daños de la nave, pero no abunda en detalles. En un primer momento, los definía como "importantes", en base a las fotos del aparato, pero tras ver in situ el avión redujo el nivel de gravedad, según han confirmado fuentes del Ministerio de Transportes. La versión preliminar puede sufrir variaciones en el informe técnico, que establecerá las conclusiones de la investigación y se conocerá antes de un año.

El relato preliminar de los hechos es frío, breve y conciso. En él no hay, por ejemplo, ninguna referencia a los testimonios de los pasajeros. El Boeing 767-300, con matrícula C-GHOZ y operado por Air Canada, despegó a las tres de la tarde, hora peninsular española, del Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez Madrid Barajas con destino a Toronto (Canadá). Y no volvería a tomar tierra hasta las siete, casi cinco horas antes de lo previsto. Durante ese tiempo tuvo que limitarse a sobrevolar en bucle algunos puntos de la capital a muy poca altura, además de otros de la provincia de Madrid y Toledo. El Boeing nunca llegó a su destino, y los pasajeros lo harían en otros vuelos 24 horas después de lo previsto.

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La causa de este cambio de planes hay que buscarla poco después de que el aparato arrancase. Según el informe, durante la carrera de despegue se produjo el desprendimiento de la banda de rodadura del neumático de la rueda trasera izquierda del tren principal izquierdo del avión. Algunos fragmentos de esa banda fueron “ingeridos” por el motor número uno de la nave. Pese a ello, el vuelo completó el despegue.

Pero las alarmas ya estaban encendidas. La tripulación, encabezada por un piloto canadiense, inició en ese momento el procedimiento de parada del motor afectado y solicitó el regreso “de emergencia” al servicio de control de tránsito aéreo del aeropuerto. De acuerdo con la comisión, el aterrizaje era peligroso debido al “sobrepeso” del aparato. El avión estaba lleno de combustible, ya que teóricamente tenía que cubrir más de 6.000 kilómetros de distancia. Finalmente no salió de España. Pasadas las 17.00, el capitán Roberto Macías se subió a un F-18 y, por encargo de la tripulación, comprobó el estado en el que se encontraba el Boeing. “Lo que vi me tranquilizó”, afirmó este miércoles en un acto del Ministerio de Defensa.

La nave se mantuvo en vuelo durante unas cuatro horas hasta consumir el combustible necesario para poder realizar el aterrizaje sin riesgo. En ese lapso de tiempo, el trato de la tripulación fue excelente, según los testimonios de varios pasajeros recabados por este periódico. “El piloto nos dio toda la información que pudo”, destaca uno de ellos.

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El avión tomó tierra a las siete de la tarde. Y lo hizo “sin incidencias”, destaca el documento. En ese momento, que fue retransmitido en directo por televisión, las familias de los pasajeros se encontraban reunidas en la sala Alberche de la T-2, y los servicios de urgencia estaban “preparados” para lo que pudiese suceder, como parte del protocolo de alerta que había sido activado tras la declaración de la emergencia. Su actuación apenas fue necesaria.

Después de que el avión se detuviese, el tren de aterrizaje izquierdo, al que pertenecía la rueda que presentaba problemas, fue enfriado por los bomberos. Finalmente, la nave pudo abandonar la pista “por sus propios medios”, y quedó estacionada en el lugar correspondiente. Pese al dispositivo, no fue necesario realizar una evacuación de emergencia. Todos pudieron salir por su propio pie. No hubo lesiones ni heridos. “Ha sido un milagro”, resumió un familiar.

Una vez vacío, se realizó una inspección preliminar del aparato, en la que se detectaron daños en la toma de aire y los álabes (pequeñas palas que generan la potencia necesaria para que el avión despegue) del motor dañado, así como en el tren principal izquierdo. Desde ese momento, la comisión investiga lo sucedido. Su función es aclarar los hechos y establecer las recomendaciones necesarias para que no se vuelvan a producir. Las responsabilidades ya las determinará, si procede, la Justicia. 

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