“Cualquiera puede morir atropellado. Un coche es un arma”
Carmen Muñoz perdió a su hijo de dos años tras ser arrollado por un coche cuando jugaba al lado de su casa en Moriles, Córdoba. Hoy da clases de seguridad vial para concienciar a la población
Ya han pasado cinco años y dos meses desde el accidente que acabó con la vida del pequeño Juan Bravo. Un coche lo arrolló en la puerta de su casa y lo arrastró varios metros en la localidad cordobesa de Moriles, sin que su familia, ni los servicios médicos después, pudiesen hacer nada por salvarle la vida. Desde entonces, la vida de Carmen Muñoz, su madre, ha estado dedicada a la memoria de su hijo y a luchar porque se cumplan las normas de seguridad en su pueblo y otros lugares de la provincia. Solo en 2018 murieron 386 personas por esta causa en vías urbanas (ciudades y pueblos) e interurbanas (autopistas, autovías, carreteras nacionales, comarcarles...).
Justo al lado de la plaza principal, en la ventana del número 8 de la Calle de Córdoba, donde reside esta familia, ellos mismos han colocado un ángel de cerámica que les recuerda a su hijo para hacer más llevadera la pérdida. “Este hueco no nos lo va a llenar nadie, pero es una forma de no revivir el accidente y sí pensar en el bonito recuerdo que tenemos de él. Siempre cariñoso con todos y con su gorrilla puesta”, expresa Muñoz emocionada. Carmen relata la historia mientras enciende un cigarrillo tras otro y bromea con su ansiedad: “A mí ahora es imposible ganarme a esto”, asegura señalando el paquete de tabaco. Lleva colgada al cuello una medalla con la foto de su hijo Juan, que a veces roza sin darse cuenta. El niño tenía dos años y ocho meses cuando se produjo el suceso. Muñoz recuerda que ella cocinaba en el piso de arriba mientras su marido y sus dos hijos estaban jugando a escasos metros de la entrada de la casa. Esa que tantas veces han pensado en abandonar desde la muerte de Juan, pero que han decidido no dejar porque también allí han vivido los últimos momentos junto a su hijo, según ella misma explica.
En torno a las 14.30 del 22 de noviembre de 2014, Carmen escuchó gritos y cuando bajó al portal vio a su marido y su hijo mayor intentando rescatar a Juan de los bajos del vehículo. El médico de guardia no estaba en la consulta en ese instante. Cuando llegó, intentó reanimarlo pero ya no pudo hacer nada. El menor falleció. Después de la tragedia empezó una batalla legal en la que la denuncia contra la conductora fue desestimada. Ella alegaba que el niño se había cruzado corriendo desde la plaza. Carmen y su marido que eso era imposible debido a la edad del menor y que no se habían respetado las señales de seguridad vial. Su hijo no fue reconocido hasta un año después como víctima de accidente de tráfico por un error. Nadie les prestó atención psicológica tras el accidente. Ni a ellos dos ni a su hijo mayor en el centro educativo en el que estudiaba. Muñoz, muy afectada todavía, prefiere no centrarse en esto “para no reabrir más la herida”, solo quiere concienciar a la sociedad sobre la importancia de cumplir las normas de seguridad vial. Por eso, desde el pasado mes de febrero y gracias a que se puso en contacto con la Asociación Española de Prevención en Accidentes de Tráfico de Barcelona ha recibido formación sobre seguridad vial y da charlas en institutos y universidades. “No lo pensamos, pero cualquiera puede morir atropellado. Cuando conduces un coche llevas un arma”, afirma, ahora que se atreve a contar su historia.
El número de víctimas con al menos un peatón implicado en 2018 ascendió a 13.475. De ellas, 386 fallecieron. Álvaro Gómez, subdirector general de Investigación y Análisis de la Dirección General de Tráfico explica que en el caso del conductor las causas suelen estar relacionadas principalmente con las distracciones al volante, el alcohol o con circular a mayor velocidad de la recomendada. En el caso de los peatones, la baja visibilidad, la posición incorrecta en la vía o el cruce incorrecto en calles y carreteras suelen ser los principales.
Gómez asegura que la estadística de 2018, último año del que se tienen datos por ahora, es muy similar a los datos de 2011, aunque hay más víctimas en las zonas interurbanas. Respecto a 2017, el número de fallecidos ha descendido en ocho comunidades autónomas. Desde la DGT enumeran varias acciones inminentes para intentar buscar solución a estos casos. La primera es reducir el límite de velocidad a 30 kilómetros por hora en todas las calles de un carril a todos los vehículos sin excepción. En segundo lugar, en autopistas y en autovías, Gómez añade que existe un real decreto en tramitación sobre auxilio que introduce la colocación de una luz de emergencia en la parte superior del vehículo cuando este se encuentre averiado o accidentado.
En carreteras convencionales el subdirector señala la importancia de moderar la velocidad y mejorar la visibilidad. Y en cuarto lugar, adelanta que habrá mejoras en los sistemas de seguridad de los vehículos que se van a generalizar por normativa europea como el frenado autónomo de emergencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.